Ni siempre estuvo en el mismo sitio, ni con la misma orientación, ni con los mismos surtidores de agua que vemos ahora. La fuente de Neptuno, proyectada en el siglo XVIII, en estos momentos está forrada de andamios. En ellos, expertos trabajan para restaurar esta obra escultórica de Ventura Rodríguez que simboliza al Dios de las aguas, y no solo del mar. Los especialistas opinan que la escultura debería ser más accesible a la ciudadanía, y no quedarse como mero rotor del tráfico. Además, piden restablecer los surtidores originales de agua para que “la fuente recupere su esencia”.
En un primer momento, la fuente de Neptuno formó parte de la ordenación del Salón del Prado, diseñada en 1777 por Ventura Rodríguez. Con Cibeles en el extremo opuesto, en el arranque del Paseo de Recoletos, y la fuente de Apolo, como separación de una y otra. Tal y como recuerda Alberto Tellería, vocal técnico de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio (MCyP), la ejecución de la fuente fue encargada al escultor Juan Pascual de Mena, pero debido a su avanzada edad fue su discípulo José Arias quién labró a Neptuno y sus caballos en mármol blanco llegado desde Montesclaros, Toledo.
Al fallecer Pascual de Mena, todavía restaban por terminar la concha a modo de carroza de Neptuno y los delfines, que serían encargados al propio José Arias y a Manuel Tolsa, pero finalmente fueron terminados en 1786 por José Rodríguez, Pablo de la Cerda y José Guerra, quienes notificaron la finalización de los trabajos el 30 de octubre de 1786.
La restauración acometida este 2024 no es la primera que vive la escultura. En 1814 el tridente de bronce robado fue sustituido por otro de hierro dorado y en 1842, se restauraron un brazo, tres dedos y las paletas de una rueda.
Según explican desde Monumenta Madrid, en la mitología romana Neptuno -quien fue Poseidón para los griegos- era el hijo mayor de los dioses Saturno y Ops y hermano de Júpiter. Su reino son las aguas y los mares, que gobierna cabalgando sobre las olas en caballos blancos, con los que se le representa. También aparece con un tridente con el que agita los mares o hace brotar fuentes. A partir del Renacimiento se le asoció a los gobernantes en representación de su dominio sobre los mares, especialmente los reyes españoles, que tenían posesiones en todos los confines del mundo. La estatua también refleja el poder económico español en el siglo XVIII, centrado en el comercio y sus relaciones con las colonias de ultramar.
La fuente antes que la glorieta
De esta forma, la fuente estuvo colocada hasta 1897 en el extremo del Paseo del Prado, concretamente entre la calzada central del Prado de San Jerónimo y la del paseo de Trajineros, mirando hacia Cibeles. En 1898 el arquitecto fontanero municipal, José Urioste y Velada, la trasladó al centro de la plaza de Cánovas del Castillo, trazada dos años antes. "Con ese motivo se pensó en incluir un grupo trasero con nereidas que no se incorporó finalmente, mientras que a la de Cibeles sí se le añadieron dos niños con una gran jarra", añade Tellería.
Unas cuatro décadas después, la fuente terminó cubierta por completo para resguardarla de los bombardeos que los sublevados efectuaban sobre la capital una vez comenzada la Guerra Civil. Más tarde, en 1969, se incorporó un segundo pilón, que permitió al agua rebosar por el original para crear una cascada perimetral, y se añadieron los dos grandes surtidores laterales.
Miguel Sobrino, escultor y dibujante y profesor en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), incide en que estas fuentes no eran ornamentales, sino que estaban destinadas al abastecimiento de agua para la ciudadanía y, en un primer momento, se situaron dentro del Paseo del Prado más cerca de lo que hoy en día es el Barrio de las Letras.
Una de las mejores representaciones de Neptuno
En el caso de Neptuno, todavía se conservan los bocetos realizados por Ventura Rodríguez, un arquitecto que “dibujaba muy bien”, según comenta Sobrino. Por esto, se puede seguir fácilmente el proceso de creación artística. El mármol, traído desde la localidad toledana de Montesclaros al igual que para la de Cibeles, no era el habitual, ya que se solía utilizar mármol italiano. “La figura de Neptuno iba a ser más grande en un primer momento, pero tuvieron que reducirla porque no tenían piedras de mármol tan grandes. Aun así, el resultado ha sido una de las mejores representaciones en el mundo de este Dios”, añade Sobrino.
En cuanto a la simbología, este escultor incide en la pareja que conforman Neptuno y Cibeles, el mar y la tierra, junto a Apolo, protector de las artes y la cultura, representado con las cuatro estaciones. “Fuentes de Neptuno hay en muchas ciudades y siempre se le asocia con lo marítimo, pero es el Dios del agua, no del mar. A partir de ese momento, todos los animales y atributos que le acompañan están relacionados con este elemento”, precisa.
De esta forma, la fuente de Neptuno se yergue como una suerte de metarrelato en el que el Dios del agua acaba representado sobre agua. Sobrino, quien participó en las restauraciones previas de la fuente de Apolo y de la Puerta de Alcalá, considera que por desgracia Neptuno ha quedado como un mero rotor del tráfico, en una glorieta por la que circulan miles de coches a diario, algo que ha impactado en su conservación. “Deseo que algún día se pueda recuperar para el disfrute de la ciudad, que sea accesible, porque es una obra escultórica maravillosa que solo se puede ver a la distancia como un simple ornamento, un pivote”, comenta.
Patologías que hay que restaurar
El Ayuntamiento de Madrid comenzó la restauración el pasado mes de octubre. “Los procesos de alteración de la fuente guardan relación directa con su ubicación, en una zona de tráfico rodado muy intenso y, por tanto, de elevada contaminación; con los agentes ambientales, como insolación, estrés térmico, viento, lluvia, heladas; y con su historia material y con su valor simbólico”, han explicado desde el Consistorio en un comunicado.
Las patologías que se observan en la parte monumental de la fuente son alteraciones en los morteros, empleados en las reintegraciones y en las juntas, agrietados en bastantes casos. Existen asimismo zonas de piedra con pátinas, costras y presencia de sales, así como con fisuras que son potenciales entradas de agua hacia el interior de la piedra. También aparecen zonas de biodeterioro, con líquenes y musgos, suciedad en todo el monumento, con depósitos en las zonas más protegidas, llegando a formar costras negras.
Por todo ello, la Dirección General de Patrimonio Cultural y Paisaje Urbano inició los trabajos de restauración una vez realizados un conjunto de estudios previos que han permitido disponer de una adecuada caracterización de materiales y alteraciones del monumento.
Recuperar la esencia de la fuente
Tellería, técnico de MCyP, recalca que se deberían recuperar los surtidores de agua originales planteados en el proyecto del siglo XVIII. “Deberían salir de la concha y saltar por encima de los caballos, que en realidad son hipocampos, caballos marinos con cola de tritón, y también de los peces delanteros, que expulsan agua, pero llevan años apagados”, opina este especialista. Y finaliza: “Ventura Rodríguez la diseñó pensando en el gua que circularía por ella, y que esos surtidores volvieran a expulsar agua significaría recuperar su esencia”.
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