Hace 30 años, un disco de música religiosa se coló en el 'top 3' de las listas en EEUU

Hace 30 años, un disco de música religiosa se coló en el 'top 3' de las listas en EEUU

En 1992, el congreso de la Sociedad Internacional de Musicología se celebró por primera vez en España. El anfitrión fue Ismael Fernández de la Cuesta, por entonces presidente de la Sociedad Española de Musicología y catedrático de canto gregoriano en el Real Conservatorio. En uno de los corrillos, se le acercaron dos profesores húngaros para decirle algo que le cambiaría la vida. "Recuerdo perfectamente sus nombres. Se llamaban Zoltan Falby y Jankra Szendrei. Estaban absolutamente fascinados por la muestra de canto gregoriano y mozárabe que habíamos hecho y me propusieron una idea", recuerda a este periódico Fernández de la Cuesta, con la memoria intacta a sus 85 años. "¿Por qué no intentas grabar el gregoriano y venderlo, pero no como música clásica, sino como un disco pop? Ya apenas queda música popular, hay un enorme vacío ahí".

Hay grabaciones de música religiosa desde finales del XIX, pero siempre se ha comercializado en circuitos reducidos, orientada a nichos. El cambio de concepto consistía en venderlo como el resto de la música comercial, con anuncios en televisión, presencia en las radios y conciertos.

En un principio, la idea le pareció una locura a Fernández de la Cuesta, pero poco a poco fue madurándola y dándole sentido. "Bueno, si hay alguna música popular que sea internacional es el gregoriano, que lleva cantándose desde el siglo VI, de los Urales a América del Sur. Además, tiene una ventaja: solo tiene cinco vocales (a,e,i,o,u), a diferencia del gregoriano francés o alemán, que son mucho más difíciles de comprender".

Fue el germen de Chants (1993), un disco de canto gregoriano interpretado por los monjes del Monasterio de Silos, en Burgos, que se convirtió en un fenómeno sociológico como nunca se ha vuelto a ver. El recopilatorio vendió 11 millones de discos en todo el mundo, desbancó a artistas como Madonna, Julio Iglesias o Gloria Estefan de las listas de éxitos y multiplicó por diez las visitas al monasterio.

Al otro lado, el de la discográfica, a Rafael Pérez Arroyo, exdirector de marketing de EMI Music y actual profesor de Gestión de marcas de moda en la universidad Rey Juan Carlos, no le sonó tan extraño. "Nosotros publicábamos muchos discos de música clásica que vendían, de media, entre 50 y 100 ejemplares en toda España. Sin embargo, sabíamos que el gregoriano tenía cierto tirón, porque lo compraban los turistas que iban de visita a los monasterios", relata a El Confidencial. "Además, se daba la circunstancia de que estábamos buscando un disco potente para la campaña de navidad de 1993 y la idea de una recopilación de gregoriano nos pareció original".

Buscando el mejor gregoriano de España, Pérez Arroyo encontró las grabaciones del coro del Monasterio de Silos, que había dirigido, primero como monje y después como seglar, Fernández de la Cuesta. "En 1963, el Papa pide que la misa se abra a otras lenguas, que se abandone el latín y se acerque a las masas. Tuve una reunión con el cardenal Tarancón en la que se nos instó a seguir la directriz, así que fuimos grabando singles y algunos discos con el coro de Silos que tuvieron éxito en Alemania, pero en España apenas se vendieron", rememora Fernández de la Cuesta.

"Citamos a la prensa en Silos y le dimos al padre abad dos discos de oro y uno de platino"

Resultó que tres de estos discos habían vendido, conjuntamente, 150.000 copias, "un disparate" para las cifras que manejaban Pérez Arroyo y EMI. Este sería el principal argumento de venta de Chants: "Seleccionamos temas de esos tres discos, los que sonaban más agradables a nivel melódico, los más fáciles de entender, y los reunimos en un disco. Para la presentación, citamos a la prensa en Silos y le entregamos al padre abad, Clemente Serna, dos discos de oro y uno de platino. ¿Te puedes imaginar el impacto que tuvieron los monjes de clausura recibiendo un disco de platino, como si fueran los Beatles?", dice Pérez Arroyo.

El disco se lanzó el 26 de noviembre de 1993. Ese mismo día, el Telediario de TVE le dedicó 7 minutos en su edición de mediodía. Al día siguiente, Informe Semanal emitió una pieza de 20 minutos sobre el lanzamiento. "Un bombazo. Ni yo me esperaba una cosa así. Visto con perspectiva, la verdad es que fuimos unos adelantados a nivel de storytelling, porque conseguimos hacer de Silos una marca y del padre abad la voz que contaba la historia del disco. Era un producto muy original y, sobre todo, auténtico, porque no modificamos absolutamente nada, era puro gregoriano, igual que lo cantan a diario los monjes", continúa el ex ejecutivo discográfico.

La siguiente semana, Chants entró el número 1 en la lista de Los 40 Principales, desbancando a Mi Tierra, de Gloria Estefan, que llevaba 24 semanas dominando las ventas. También fueron portada del suplemento cultural ABC, que se refería a ellos como "los monjes posmodernos", y El Corte Inglés les hizo un pedido de 50.000 unidades de cara a la navidad. "Los monjes y yo estábamos asustados con tanto éxito, porque en el fondo sabíamos que aquello no era música pop, pero yo les decía: 'Mira, mejor que los jóvenes canten esto que esas chundaratas que cantan'", dice Fernández de la Cuesta.

El coro del monasterio de Silos. (Cedida)El coro del monasterio de Silos. (Cedida) El coro del monasterio de Silos. (Cedida)

Según los registros de EMI, para el final de las navidades del 93, Chants había vendido 250.000 copias. A finales de 1994, la cifra ascendió hasta casi el medio millón. "Por ponerte en contexto, un exitazo de Julio Iglesias no llegaba al millón. Chants tuvo un impacto tremendo en España", afirma Pérez Arroyo.

En febrero se decidió lanzar el disco a nivel internacional, con las sedes de EMI en Londres y Nueva York volcadas en el proyecto. En Estados Unidos llegó hasta el número 3 de las listas de éxitos, por encima de Madonna y George Michael, pero también se vendió con fuerza en Japón, el norte de Europa y algunas zonas de Asia. "En Estados Unidos se convirtió en el tema del momento, con un impacto parecido al que hoy tienen los aranceles de Trump. En poco tiempo colocamos más de 4 millones de copias. En el último registro que tengo, de 2008, Chants había vendido en total más de 11 millones de discos", dice Pérez Arroyo.

Mucho éxito, poco dinero

La clave del éxito depende de a quién se pregunte. Para el musicólogo, el quid reside en la esencia del gregoriano: "El gregoriano es la madre del cordero. Si la música occidental es como es, es por el gregoriano, que lo inventa todo: las claves, el pentagrama, la escala, la polifonía, la forma de componer... nuestra tecnología musical, casi hasta el XIX, desciende directamente del gregoriano. Sin él no habríamos tenido a un De Falla, a un Mozart o a un Pergolesi. Como yo digo siempre: la diferencia entre la cultural occidental y la china es que ellos siempre han ido por delante en todo... en todo menos en la música".

Para Pérez Arroyo fue un fenómeno multifactorial. "Un éxito tan grande no se puede comprender sin la suma de varios factores. Por un lado tenemos una buena campaña de comunicación, que empezó modesta pero acabó involucrando a toda la maquinaria mundial de EMI, y por otro que encajó bien en su tiempo. Los comienzos de los 90 fueron una época convulsa a nivel político, con la disolución de la URSS, la Guerra del Golfo... y Chants sintonizó bien, por su espiritualidad, con el movimiento new age. Y por último, como he dicho, que era auténtico. No era como ese disco llamado Enigma que salió antes, que adulteraba el gregoriano con sintetizadores: esto era lo que parecía, monjes cantando en su monasterio".

Fernández de la Cuesta desvela que ni los monjes ni él percibieron un solo euro (pesetas, por entonces) por el megaéxito gregoriano. Para obtener algo de rentabilidad, tuvo que montar un coro seglar con el que giró por medio planeta. No se atrevía a movilizar a los monjes, siempre reticentes a hacer negocio: "Yo llevé al coro de Silos al Teatro Real en 1972 y tuvimos un éxito arrollador, salimos hasta en la prensa internacional. Pero después me llamaron al orden por haber convertido los rezos en un negocio, me llevé un disgusto tremendo y terminé dejando la orden", explica.

Portada del CD 'Chants', lanzado en 1993. (EMI)Portada del CD 'Chants', lanzado en 1993. (EMI) Portada del CD 'Chants', lanzado en 1993. (EMI)

Pérez Arroyo no cree que fuese así: "Los monjes cobraron unos derechos fonográficos, que quizá no sería mucho, no lo sé, pero cobraron y lo destinaron a causas sociales. En cualquier caso, el padre abad y los monjes siempre estuvieron muy preocupados porque aquello no se convirtiera en un negocio al uso, era lo último que querían". Contra su voluntad, el negocio les persiguió: su monasterio pasó de recibir 40.000 visitantes anuales a 350.000, procedentes de todo el planeta, desbordando la capacidad turística de Santo Domingo de Silos, con 247 habitantes censados. Todavía hoy aparecen turistas preguntando por los monjes y se siguen vendiendo copias del disco en las tiendas del pueblo.

Poco después se publicó Chants 2, si bien Pérez Arroyo sabía que el éxito era irrepetible, algo que sucede una sola vez en la vida. "Yo siempre me pregunté por qué la gente compró tanto ese disco. Sospechaba que era para regalarlo, que no lo escuchan después. Al respecto, te contaré una anécdota: una dependienta de Madrid Rock, la popular tienda de Gran Vía, decidió una mañana poner los dos discos seguidos. Descubrió que una parte de la tirada de Chants 2 era errónea, porque tenía las mismas canciones que el primer álbum. ¿Sabes cuántas devoluciones tuvimos por aquello? Cero", zanja Pérez Arroyo entre risas.



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