
El sargento que acudió a una llamada de la víctima reconoce que conocía al procesado del colegio.
La Guardia Civil no vio riesgo para la mujer que fue asesinada, junto a su hija de once meses, en Liaño (Cantabria) en diciembre de 2021 cuando una patrulla del instituto armado acudió al domicilio de la víctima tras denunciar que su pareja había quebrantado la orden de alejamiento que tenía. Así lo ha declarado el sargento del cuartel de la Guardia Civil en Astillero, quien ordenó a la patrulla que acudiera al domicilio de la víctima, Eva Jaular, el día que fue asesinada junto a su hija.
"El riesgo lo da el aplicativo VioGen, no lo doy yo", ha afirmado este agente en el segundo día del juicio contra la pareja de la mujer y padre de la bebé, José Reñones, que se enfrenta a una petición de 25 años de cárcel por la muerte de su pareja y prisión permanente revisable por la de la niña. Según el testimonio del sargento, no vio riesgo, y por eso no ordenó a los agentes que detuvieran a Reñones, por los mensajes que tenía en el móvil de las conversaciones con la mujer, en los que se veía, ha dicho, una relación de afectividad con la víctima. Además ha señalado que había ropa del hombre "esparcida por la casa", lo que indicaba que llevaba "un tiempo viviendo allí".
El sargento ha explicado que era compañero de colegio de Reñones, pero que hacía varios años que no lo veía. Según él, la patrulla se quedó "un tiempo prudencial" en el domicilio después de que el hombre abandonase la casa, entre 20 y 25 minutos, ha contado este martes en el juicio con jurado que se celebra en la Audiencia de Cantabria. Ese tiempo coincide con el que ha dado uno de los agentes de la patrulla, que también declaró en la vista para este lunes, el primer día del juicio, una vecina de la víctima declaró que vio a los agentes por la ventana de su casa y dijo que habían estado dos minutos.
Este martes han declarado también los guardias que encontraron los cuerpos al día siguiente en el patio de la casa, tapados por una manta, bajo unos palés y un bloque de hormigón, y los que participaron en la investigación posterior del doble crimen. Según su testimonio, cuando llegaron a la casa vieron un gorro y un zapato de bebé en el patio, antes de descubrir los cuerpos. Dos de ellos han explicado que les llamó la atención que la mujer estuviera "húmeda y muy fría" y que la bebé conservara el calor. Y también que no hubiera sangre en el cuerpo de Eva, que recibió seis puñaladas.
Odio hacía la bebé
Según los investigadores, no se ha encontrado "el más mínimo indicio de la participación de una tercera persona en los hechos", que es a lo que apunta la defensa. En la manta de la bebé se halló ADN del padre, que, de acuerdo con los testigos, nunca se ocupaba de la niña. También creen que respondió a los mensajes de la mujer, haciéndose pasar por ella tras su muerte, porque el tono utilizado era distinto y no usaba abreviaturas en los qués o los porqués como hacia la víctima.
La Guardia Civil ha analizado los mensajes que intercambió la pareja desde varios meses antes del crimen, en los que han encontrado "un ataque constante" del padre a la hija e "insultos y amenazas" hacia la madre. A la bebé, ha señalado una de las investigadoras, "la trataba con el más absoluto desprecio" y no entraba en la casa hasta que la niña estaba dormida. "Él entiende que la hija interfiere en la relación y muestra odio y deseo de muerte hacia ella", ha añadido.
El hombre volvió a la casa el 15 de noviembre, diez días después de que le impusieran la orden de alejamiento. Entonces estaba siguiendo un tratamiento de quimioterapia y la Guardia Civil también ha constatado en los mensajes un "chantaje emocional" con su enfermedad.
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