La plaza que no es plaza. Este es uno de los principales diagnósticos que diversos expertos apuntan si se les pregunta cómo mejorar Plaza de Castilla. Este nodo de comunicación al norte de Madrid se ha configurado como un espacio repleto de tráfico, donde la saturación urbanística y automovilística no deja lugar para el encuentro y el esparcimiento, como se espera de cualquier plaza. Con la puesta en marcha de Madrid Nuevo Norte, los especialistas defienden la reconceptualización de este enclave que pasaría por buscar alternativas al transporte privado, renovar el intercambiador y quitar el faraónico pirulí de Calatrava del centro de la glorieta.
El vicedecano del Colegio Oficial de Arquitectura de Madrid (COAM) Pablo Olalquiaga recuerda que la Plaza de Castilla surgió del ensanche de la capital tras la extensión de la Castellana. “Ni siquiera se trata de una plaza, si nos atenemos a términos urbanísticos, sino una gran glorieta que supone un cruce central en el norte de la ciudad”, afirma. Los demás expertos consultados coinciden en este punto de partida.
En Plaza de Castilla no se sigue ningún tipo de estrategia a nivel urbano: ni todos los edificios están orientados a un mismo lugar, como sucede en la Puerta del Sol, ni tienen la misma morfología y, ni mucho menos, crean una trama urbana pensada para conformar un espacio de recreo, como sucede en las plazas.
Lejos queda aquella Plaza de Castilla con una zona central que rendía homenaje a Calvo Sotelo con una obra del escultor Carlos Ferreira. La pieza quedó “un poco ridícula ahí en medio cuando se levantaron las Torres Kio”, recuerda Olalquiaga. Por esta razón, se trasladó a escasos metros, a un “sitio mucho más residual”, según defiende el experto. “Ya a finales de los años 80 hubo un concurso muy potente para intervenir Plaza de Castilla. Finalmente, se levantaron las Torres Kio, una operación arquitectónica algo exuberante en la forma y la estructura, pero fallida a nivel urbanístico, pues no ofrecen nada para el peatón”, sostiene el vicedecano.
Desde su perspectiva, se trata de unos de los grandes fallos de esta Plaza. “Con el inicio de la construcción de Madrid Nuevo Norte, creo que sería importante repensar este espacio urbano”, añade. Por otro lado, sostiene que habría que intervenir en el intercambiador. “Ahora apenas es una marquesina larga que cubre de la lluvia la entrada y salida de pasajeros. Ya tenemos ejemplos muy conocidos en Londres, por ejemplo, de intercambiadores que pueden llegar a regenerar y revitalizar la zona”, incide.
Alberto Tellería, arquitecto y vocal técnico de la asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio (MCyP), rememora que Plaza de Castilla no siempre fue la encrucijada que es hoy en día. “Una vez construida la Castellana, esta zona era un jardín público accesible, como lo era la Puerta de Alcalá hace años”, precisa.
Del pirulí y el depósito elevado del Canal de Isabel II
Olalquiaga tampoco pasa por alto el pirulí de Calatrava que la ya extinta Caja Madrid entregó a la capital, una suerte de “regalo envenenado”. A las pocas semanas de su inauguración nadie quiso hacerse cargo de su mantenimiento debido al alto coste que supone. “Es otro elemento vertical a la salida de Madrid, con las Torres Kío, las Cuatro Torres detrás… Genera una imagen muy heterogénea que peca de excesos”, comenta. El integrante de MCyP, por su parte, añade que el pirulí de Calatrava no nace del suelo, sino de un volumen que oculta la base que lo sostiene, lo que hace que ocupe aún más espacio en la glorieta.
Tellería también menciona lo más icónico que todavía posee Plaza de Castilla: el depósito elevado del Canal de Isabel II. “Esa era la imagen que todos teníamos de esa plaza antes de que se construyeran las Torres Kio”, apunta. Sin embargo, este arquitecto también defiende que todo el perímetro de la glorieta se compone de “una serie de edificios caóticos y anodinos que no dicen nada”.
¿Acceder al centro de la glorieta?
El urbanista Antonio Giraldo considera que si a un madrileño le preguntan por una plaza, difícilmente se le vendrá a la cabeza la Plaza de Castilla. “Es un nudo de comunicación muy potente y que se quiere atravesar lo antes posible en el que confluyen grandes avenidas, transporte público y por el que trascurre muchísimo tráfico rodado, pero no es un lugar de encuentro y reunión”, defiende el también concejal del PSOE en el Consistorio madrileño.
Por otro lado, el vicedecano del COAM admite que no tendría demasiado sentido hacer accesible el centro de la rotonda a los peatones si van a estar rodeados de tráfico. Por ello, defiende que “habría que convocar un concurso de ideas para realmente intervenir en el espacio íntegramente, tanto en la movilidad de los vehículos como de personas, sin perder de vista la necesidad de zonas verdes”. De nuevo, la operación de Madrid Nuevo Norte sale a relucir: “Una vez esté construida, Plaza de Castilla quedará inserta casi en el medio de Madrid. Merecerá la pena plantearse esta reconfiguración, aunque haya que hacer ciertos sacrificios y suponga una gran inversión”.
El arquitecto de MCyP, en cambio, sí defiende que el centro de la glorieta pueda ser accesible a los peatones. “Cualquier nuevo planteamiento de la plaza debería pasar por desmontar el pirulí de Calatrava porque así se ganaría muchísimo espacio en el centro, pero es cierto que se trata de un espacio muy difícil de tratar”, destaca. El mismo Tellería subraya que Plaza de Castilla puede ser considerada como “una plaza terminada y fracasada”, lo que apoyaría la idea de Olalquiaga de intervenir de manera integral.
Objetivo final: reducir el tráfico
Las fuentes consultadas confluyen en una postura íntimamente ligada a la creación de este nodo estratégico en la capital caracterizado por su congestión: cuando un espacio público se piensa únicamente desde la movilidad de los vehículos, acaban pasando estas cosas, resume Olalquiaga. Giraldo, por su parte, recalca la necesidad de renovar el intercambiador, precisamente, para potenciar el transporte público y así intentar aplacar este modelo tan volcado en el automóvil. “Nos interesa desplazar el coche al transporte público. No sé si sería posible, pero hasta se podría suprimir la glorieta como tal y hacer una sola avenida para ganar espacio con una plaza de verdad, en la que pueda haber zonas arboladas”, propone.
Este tipo de enclaves, que algunos urbanistas denominan como “no espacios”, suelen darse en grandes capitales como Madrid. Lo mismo sucede también al sur, en la Plaza Elíptica. “Ahí se ha creado una zona de bajas emisiones (ZBE), un pequeño paso para reducir el tráfico en el futuro. También podría ser una salida para Plaza de Castilla, porque nodos tan grandes de comunicación en los centros de las ciudades no tienen mucho sentido ya”, añade Giraldo.
A pesar de que haya margen de mejora, este urbanista recuerda que en Plaza de Castilla ya hay seis carriles bajo el suelo. “No se trata de ver cómo metemos unos carriles, por otro lado, o soterrarlos. Es una zona ultrasaturada”, ilustra. Por este motivo, el concejal socialista reflexiona sobre si el problema va más allá de este enclave: “Habría que pensar la necesidad de pasar por un mismo sitio a la hora de cambiar de zona en la ciudad. Quizá hay que desviar o reorganizar el tráfico por vías alternativas, y siempre potenciar el transporte público”, desarrolla.
Por último, Tellería apuesta por la inclusión de semáforos en la zona: “Aunque parece que a todo el mundo se le ha olvidado, en Madrid muchas calles se disimulan como autopistas, que es lo que pasa en la Castellana, un lugar muy complicado para los peatones que tienen que estar sorteando el tráfico a través de rampas y escaleras solo para que los coches no frenen demasiado”, argumenta. Por este motivo, el miembro de MCyP intenta poner fin a la dinámica de “entregar el espacio público al automóvil”. Y finaliza: “Los automovilistas no existen, solo hay peatones que en alguna ocasión viajan en coche”.
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