El alma musical londinense aderezada a la española


         El alma musical londinense aderezada a la española

Conversamos con Jorge Losana, director del grupo Cantoría que ha debutado en Londres con música española del Renacimiento

Calthorpe Community Garden es uno de los muchos jardines urbanos que en Londres aparecen diseminados en todos sus barrios, cuyo mantenimiento recae en los usuarios que disfrutan de ellos. Un pequeño oasis cercano a la casa museo de Charles Dickens, donde reina la calma entre pequeños huertos y cultivos de flores. Allí conversamos con Jorge Losana, director de Cantoría, grupo vocal especializado en la música ibérica del Renacimiento y primer barroco, con la única presencia cercana de alguna ardilla que por allí correteó durante la entrevista. Esa misma tarde, Cantoría alcanzaría lo que puede considerarse como un hito en su carrera: actuar en Wigmore Hall, una de las salas de cámara más prestigiosas del orbe musical.

"El mundo británico es muy proteccionista y que inviten a unos artistas de fuera a cantar en su casa, con un repertorio no muy conocido, representa mucho para nosotros. ¡Además ya nos han dicho que volvamos cuando queramos!", reconoce eufórico el director durante la conversación, cuidando siempre su voz ya que, además de director, forma parte del cuarteto vocal y al cabo de unas horas debía estar fresco para el concierto.

Ensaladas musicales: las chirigotas de la época

El programa con el que Cantoría ha debutado en Londres está formado en su totalidad por piezas españolas, fundamentalmente villancicos y ensaladas de compositores como Mateo Flecha, Juan del Encina o Antonio de Cabezón. Los villancicos están más asimilados por su temática, pero no tanto las ensaladas, que pueden resultar desconocidas al público en general. "Las ensaladas eran como las chirigotas de la época -explica Jorge Losana-, popurrís de las canciones más conocidas, tratando temas políticos, sociales y religiosos. Tenemos una idea de la música española del Renacimiento como si fuera muy seria, pensamos en El Escorial y todo eso, pero no era así para nada. Se hacía con buen humor y bromas, algunas en la frontera de lo permitido".

La distancia entre la música compuesta en la primera mitad del siglo XVI y la que se hace hoy en día, no es tanta como podría aventurarse, según Jorge Losana. "La música renacentista en realidad se parece muchísimo armónicamente a las canciones de ahora y además intentamos cantar de una manera muy poco impostada; hablar más que cantar". Ese espíritu jocoso, cercano y desenfadado, incluso en la vestimenta, es el que pudimos comprobar en el concierto de esa tarde.

La acústica privilegiada de Wigmore Hall

La acústica de Wigmore Hall es prodigiosa, quién sabe si por las dimensiones de la sala o por esa semicúpula diseñada por Gerald Moira, que representa el Alma de la Música coronada por la dorada luz de la Armonía, que ilumina a un compositor y su intérprete, secundados por Amor y Psique. La claridad con que todo se escuchó no fue más que un fiel reflejo de esa brillantez armónica conseguida por Inés Alonso, Oriol Guimerà, Jorge Losana y Víctor Cruz, el cuarteto vocal. Ellos se vieron impecablemente respaldados por Marc de la Linde en la viola da gamba, Pablo FitzGerald en la vihuela y Marina López al órgano.

El público londinense siguió los comentarios previos a las piezas que Jorge Losana ofreció, micrófono en mano y en un fluido inglés, para después prestar atención durante la interpretación a los textos traducidos del programa de mano. "Me han pedido que no hable demasiado, pero me gusta romper la cuarta pared y conectar con el público". Durante el descanso, algunos curiosos se acercaron a departir con los músicos que afinaban sus instrumentos, mientras otros cumplían con una curiosa costumbre del Wigmore: dar buena cuenta de las tarrinas de helado que se venden en el vestíbulo para endulzar el intermedio. En los pasillos se exponen fotografías y programas de extraordinarios conciertos que jalonan la imponente historia de este auditorio y nutren su tradición. Nombres como Gerald Moore, Daniel Barenboim o Shura Cherkassky aparecen echando un vistazo rápido, en recitales de hace varias décadas.

La presentación de Cantoría finalizó con entusiasmo del público, después de haber degustado, además del citado helado, el menú musical compuesto por ensaladas variadas y algunas deliciosas piezas interpretadas como entremés por los solistas citados: diferencias para órgano de Antonio de Cabezón; recercadas para viola da gamba, de Diego Ortiz; y una pavana preciosa de Luis de Milán para vihuela. El entusiasmo también se percibió tras el concierto en los rostros de los músicos, cuando acudimos a saludarles al camerino. "¡Tenemos... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}

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