España quiere reindustrializarse, pero... ¿estarías tú dispuesto a trabajar en una fábrica?

España quiere reindustrializarse, pero... ¿estarías tú dispuesto a trabajar en una fábrica?

Permítame que arranque con un episodio personal. El verano antes de ir a la universidad, allá por los estertores del siglo XX, me apunté con unos amigos a una empresa de trabajo temporal. Nos dieron un formulario en el que teníamos que marcar una equis en los trabajos que estuviéramos dispuestos a hacer. Yo los marqué absolutamente todos, sin leerlos.

Apenas había salido del edificio sonó mi teléfono móvil. Era de una fábrica que me quería como tornero fresador. En aquel momento, con 16 años, acepté sin saber bien a qué se refería. Pensé que, por muy difícil que fuese, podría aprenderlo con el tiempo. Me presenté una mañana en una nave industrial de Algete, donde un capataz me bajó de la nube: "No, no puedes aprender esto aquí. Tienes que hacer una FP. Pero te digo una cosa: si te animas a estudiar para tornero, no te faltará trabajo nunca".

Aquellas palabras se me quedaron grabadas, porque fue mi primera entrevista de trabajo. "Es totalmente cierto lo que te dijo ese capataz. No solo puedes irte de un trabajo y encontrar otro al día siguiente, sino que puedes hacerlo en cualquier parte del mundo, sin siquiera conocer el idioma. Si yo aterrizo en Japón y me dan un plano de lo que quieren, inmediatamente sé qué hacer y cómo hacerlo", dice a este periódico Chema Bagües, un tornero fresador de Zaragoza con 30 años de experiencia.

"De hecho, el problema no es de los torneros, sino de las fábricas, que nunca los encuentran. Ahora mismo, en mi empresa, faltan al menos diez operarios que no consiguen contratar", continúa.

España, como el resto de países de Occidente, está sumergido en un proceso de reindustrialización. La guerra de Ucrania ha hecho despertar a los gobiernos europeos, que se han dado cuenta de que cualquier conflicto a miles de kilómetros de sus capitales puede interrumpir la cadena de suministro y encarecer los precios de los productos básicos. Según los datos del Banco Mundial, el sector industrial representa en España el 20,2% de su productor interior bruto, lo que la sitúa por debajo del promedio de la Unión Europea, establecido en el 22, 5%, y lejos de socios como Alemania (28,1%), Irlanda (37,6%) o Austria (26, 3%).En los últimos meses, el presidente del Gobierno ha hecho constantes alusiones a su intención de reindustrializar España, aprovechando la posición ventajosa del país en sectores como el de las energías renovables, si bien el proceso plantea una pregunta inicial difícil de contestar: si hace décadas que no conseguimos cubrir las vacantes en el sector industrial.... ¿con qué trabajadores vamos a hacerlo crecer?

Al respecto, una encuesta publicada por Financial Times el año pasado da pistas de la situación. Ante la pregunta "¿cree que Estados Unidos estaría mejor si más personas trabajasen en el sector maufacturero?", un 85% respondió que sí. Sin embargo, a la siguiente cuestión "¿estaría usted dispuesto a trabajar en el sector manufacturero?", solo un 20% respondió afirmativamente.

Esto es: los ciudadanos entienden que el sector industrial es clave a nivel estratégico para sus países, pero no quieren ser ellos los que lleven a cabo el trabajo. En el caso concreto de los jóvenes españoles, prefieren en líneas generales trabajos de oficina, sobre todo los relacionados con la tecnología, aunque también muestran inclinación por el sector público y por trabajos no reglados, como influencer de internet o trader de bolsa.

¿Es tan malo el trabajo en una fábrica? "Depende mucho de dónde te toque", dice Bagües. "Como tornero no estás mal, porque básicamente lo que hacemos es programar una máquina para que fabrique una pieza. Ahora, es verdad que tiene una parte dura, que consiste en ruido, golpes, calor, aceites... incluso yo a veces me saturo y tengo que dejarlo", dice el tornero, que cada cierto tiempo lo deja durante medio año para viajar por el mundo. "Cuando vuelvo a Zaragoza pienso que voy a buscarme otro trabajo, por cambiar, pero siempre regreso a la fábrica, porque paga bien con respecto a una oficina. Hay pluses de peligrosidad, de nocturnidad...".

No obstante, hay torneros a los que tampoco les gusta el ambiente. Rodrigo García, madrileño de 47 años, hizo la FP de Control Númerico (tornero fresador) en la crisis de 2008, como una salida al desempleo. Probó seis meses en una fábrica del sur de Madrid, haciendo piezas para camiones de basura, y decidió buscar otro sector. "El trabajo en sí no está mal, el problema son los convenios caciquiles. En las fábricas, los decansos están muy pautados, hay trabajo nocturno, no hay opciones de teletrabajo, las extras se pagan como horas ordinarias... y luego, pues lo lógico, tus decansos consisten en tomarte un café de máquina en mitad de un polígono industrial. No es el mejor entorno laboral".

En cuanto a los jóvenes, García indica que los programas de formación no son los más adecuados. "Es obvio que hay un agujero generacional en las fábricas. Los oficios estuvieron muy de moda hace unas décadas y ahora están mal vistos. Así, entran muy pocos jóvenes a las cadenas de montaje y no es que los jefes se preocupen mucho de que estén cómodos. Les ponen a trabajar y mucha suerte. La mayor parte termina yéndose antes del primer año".

Las fábricas no son para los jóvenes

Ese fue el caso de Roberto Rodríguez, un vallisoletano de 31 años, licenciado en Magisterio. Al terminar la carrera, mientras preparaba la oposición, entró en la cadena de montaje de FASA Renault. "Esto en Valladolid es como hacer la mili. Todos mis amigos han pasado por FASA. Es como el trabajo que coges mientras no tienes otra cosa", explica a El Confidencial. "Me encontré con un trabajo muy mecánico. Te llega un carro con piezas y unas instrucciones. Cuando acabas, pasas el carro y te llega otro. Así todo el día, con tres descansos de 10, 15 y 10 minutos al día. Si fumas o tienes incontinencia, directamente no puedes trabajar en FASA".

La cadena de montaje en FASA Renualt, en Valladolid. (EFE)La cadena de montaje en FASA Renualt, en Valladolid. (EFE) La cadena de montaje en FASA Renualt, en Valladolid. (EFE)

Rodríguez se encontró con unas condiciones que empeoraban las de otros empleos temporales que había tenido, como cartero de Correos. "Me pagaban 1.250 euros al mes, trabajando de 6 de la mañana a 14 ó de 14 a 22, en semanas alternas. Algunas semanas me tenía que levantar a las 4:30 de la mañana y otras llegar a casa a las 23 de la noche, era un descontrol de vida. Además, me encontraba con situaciones como llegar a casa y no poder abrir un bote, de lo hinchadas y doloridas que tenía las manos", lamenta.

"Estuve seis meses y dije que no volvía cuando me llamaron para hacerme otro contrato. No digo que jamás volvería, pero desde luego intentaré con otros sectores antes de regresar a FASA, porque sé que si me quedo allí, a los 40 tendré una hernia de disco o cualquier problema óseo".

Los jóvenes y el sector industrial

"Es obvio que a los jóvenes no les llama la atención el sector industrial", explica José Manuel Fernández Alquézar, director sectorial de Industria de Adecco España. "Y en gran parte es porque tienen mala imagen de la industria. En primera instancia, porque la siniestralidad en este sector es la más alta del mercado laboral, pero es que además cada día nos encontramos con que son los aspirantes al puesto lo que le preguntan a los reclutadores por la filosofía de la empresa, el compromiso medioambiental o las políticas de bienestar. Y no siempre saben responder. Hemos de entender que las nuevas generaciones no son como las anteriores y que tienen unas preocupaciones y una sensibilidad diferentes".

Para Fernández Alquézar, existe un cuello de botella en la captación de talento que el sector no consigue superar. "Hay perfiles como los frigoristas, los torneros o los técnicos de mantenimiento, que encuentran trabajo antes de salir del grado. En las prácticas ya se los están rifando, porque no hay. Entonces, si España quiere hacer crecer el sector, tendrá que recurrir a estrategias de personal como recualificar a perfiles del sector o ir a Colombia, Perú o Chile en busca de talento. Sin ellos, no estaremos en disposición de dar cobertura a un incremento de la demanda".



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