De paseo por los otros jardines de Madrid: villas de recreo y palacios de marqueses

De paseo por los otros jardines de Madrid: villas de recreo y palacios de marqueses

Pasear por jardines frondosos puede ser una escapatoria para las tórridas jornadas de verano que asolan estos días la Comunidad de Madrid. Más allá de la capital las opciones que aquí exponemos para perderse entre vegetación, sombra y frescor son variadas, aunque todas ellas comparten una característica: significan un alivio natural para cualquiera que las disfrute. De la mano de Alberto Sanz, profesor en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) de Paisaje y Jardines, nos adentramos en Cadalso de los Vidrios, Boadilla del Monte y un pequeño rinconcito de Madrid ciudad para conocer sus encantos.

La primera propuesta para este peculiar retiro está en Cadalso de los Vidrios, en los jardines del Palacio del Marqués de Villena. Para Sanz este es uno de los ejemplos más interesantes e innovadores de la arquitectura de jardines renacentista española. Sabemos que en 1534 tanto el palacio como los jardines estaban construidos. Según este experto, una de sus más grandes características estriban tanto en la galería como en el cerramiento del jardín, a modo de miradores y pabellones, que ponen en relieve "la interconexión entre arquitectura y paisaje y establecen un juego de volúmenes de gran movimiento", tal y como recogió en su tesis doctoral sobre este tema en concreto.

El trazado del jardín, muy arquitectónico, se ordenaba mediante plantaciones regulares y cuadros simétricos —en 1788 se describía con ocho cuadros de distintos dibujos de boj—, encerrados en su totalidad por un muro de mampostería. Con una extensión de unas cinco hectáreas, las plantaciones originales y su trazado se han perdido bajo los olivares y viñedos cultivados a partir de la venta del palacio a finales del siglo XIX.

Guillermo Martínez

Sin embargo, todavía queda en pie el estanque, santo y seña de los jardines del Marqués de Villena y "una de las obras maestras de la arquitectura hidráulica española", enfatiza Sanz. Tiempos ha, más allá de la casa, se encontraba este jardín de cuadros, luego la zona selvática con árboles frutales y por último el bosque de caza utilizado por el marqués. "De todo eso solo queda el jardín de cuadros del siglo XX, con el paseo superior como si fuera una muralla alrededor, y hace algunos años se han incluido terrazas ajardinadas", especifica el experto.

Un paseo por los montes de caza de la realeza

El docente en la UPM también señala los jardines del palacio del infante Don Luis en Boadilla del Monte como un lugar en el que perderse por unos minutos. Ubicado en una suave ladera con dirección sudeste hasta el arroyo Nacedero e inserto en un bosque poblado principalmente de encinas y pinos, esta zona forma parte de los montes tradicionales de caza que rodeaban Madrid desde la época medieval.

Según Sanz, los jardines del palacio de Boadilla del Monte constituyen uno de los ejemplos señeros del tipo aterrazado en España. "Su traza, de gran pureza formal, encarna la perfecta adaptación del jardín italiano en ladera en la España del siglo XVIII", concretiza. Conferido por el hijo de Felipe V y hermano de Carlos III como una villa de recreo dedicada a la caza y levantado por Ventura Rodríguez, el jardín tiene forma rectangular y una superficie de unas 6,8 hectáreas; y una cerca de zócalo de mampostería y fábrica de ladrillo visto rodea el conjunto y cuatro puertas se abren en ella: dos en la terraza superior y otras dos en la inferior, en los lados nordeste y sudoeste.

Jardín Príncipe Anglona (Panoramio)Jardín Príncipe Anglona (Panoramio) Jardín Príncipe Anglona (Panoramio)

La zona superior alberga la plaza de acceso con la fuente y depósito de agua; la primera, con 1,5 hectáreas, contiene la casa y el jardín de cuadros; la segunda —de 1,4 hectáreas—, otro jardín formal con arboleda de frutales o huerta y, la tercera, los campos de cultivo, con 3,9 hectáreas. Tras la cerca, se extiende el monte, el coto de caza, dentro de las posesiones del infante, unas 800 hectáreas originalmente de encinas, robles, pinos y otros árboles.

Al camino, arbolado en el siglo XIX, se abre la fachada de acceso al palacio, con una amplia plaza semicircular. "Espléndidamente compuesta, consiste en un gran arco de triunfo de piedra con tres tazas independientes, una por nicho, cada una con su caño", describe el especialista. Por otra parte, en este caso "las cuatro partes del jardín se suceden en un eje en terrazas, con escaleras espléndidas y bellísimas, y con unas cuevas y galerías subterráneas impresionantes por debajo del jardín de cuadros", ilustra Sanz.

Los jardines de Boadilla del Monte, con sus tres terrazas articuladas por un eje común, muestran la perfección alcanzada en España por el tipo en ladera italiano, incide el profesor en la UPM, quien añade que "entre los años 30 y 80 del siglo XVIII se proyectan y realizan simultáneamente para la familia real y el círculo cortesano jardines en dos modelos: el francés, proveniente del gusto imperante de la nueva dinastía de los Borbones, y el italiano renacentista y barroco con cierto tamiz hispano".

Un jardín recuperado para el pueblo de Madrid

Más allá de la Casa de Campo o El Retiro, la capital también esconde algunos recovecos todavía algo desconocidos por los madrileños. Es lo que sucede con los jardines del Príncipe de Anglona, en la céntrica plaza de la Paja, en pleno Madrid de los Austrias. Según los expertos, esta es una de las escasas muestras de jardines nobiliarios del siglo XVIII, creado en torno a 1750, que todavía pueden apreciarse en la ciudad.

"Este pequeño y mimado espacio verde fue un lujo del que disfrutaron en su día solamente los poderosos residentes del palacio y ahora es una joya de Madrid abierta para todo el mundo", anuncian en la web del Ayuntamiento. Su diseño, tal y como lo conocemos hoy, fue obra de Javier de Winthuysen en 1920, pintor y diseñador de importantes jardines en toda España como los de la Moncloa, en Madrid, o el Palmeral de Elche. La última restauración es de 2002 y es obra de la paisajista Lucía Serredi.

Guillermo Martínez

El jardín toma el nombre del palacio contiguo. Aunque fue reformado a principios del siglo XX, aún conserva la estructura original que define todo el espacio. Cuenta con unos 800 metros cuadrados y trazado neoclásico, estructurado a partir de un parterre en crucero dibujado con setos bajos de boj. La fuente de taza baja en mármol blanco sin pulir que ocupaba el centro ha sido desplazada y sustituida por otra alta de piedra lustrosa. Además, el enclave dispone de varios bancos ideales para disfrutar de la tranquilidad del lugar.

El jardín ha mantenido el trazado y el solado original de los caminos realizados en ladrillo colocado a sardinel, describe el Ayuntamiento, y añaden: "Sobre todo, destaca su estructura colgante, pues está levantado sobre un terraplén artificial salvando el desnivel de la Calle de Segovia, con la que limita". A pesar de su céntrica ubicación, es un lugar desconocido para la mayoría al estar oculto por altas tapias y situado en la parte baja de la plaza de la Paja, abriéndose como mirador a la calle de Segovia.

El palacio adyacente al jardín es una típica residencia nobiliaria que perteneció a los herederos de Álvaro de Benavides. Fue construida en el siglo XVII con la sobriedad que caracteriza las edificaciones castellanas. En el siglo XVII fue habitado por ilustres cortesanos como el Príncipe de Anglona. Desde hace años, este lugar de ensueño está disponible para todos los madrileños.



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