Las mansiones de Puerta de Hierro y la UVA de Pan Bendito: la huella de las pioneras de la arquitectura en Madrid

Las mansiones de Puerta de Hierro y la UVA de Pan Bendito: la huella de las pioneras de la arquitectura en Madrid

La primera arquitecta de España fue inhabilitada tras la Guerra Civil y terminó erigiendo las mansiones de la alta burguesía madrileña. La segunda fue además la primera en doctorarse en la materia. La tercera dejó su impronta en la ampliación de la Colonia Tercio y Terol de Carabanchel, el mismo lugar en el que la cuarta desarrolló la conocida como UVA de Pan Bendito. Matilde Ucelay, María Cristina Gonzalo, Rita Fernández y María Juana Ontañón son los nombres de estas cuatro arquitectas cuyos estudios estuvieron atravesados por la Guerra desatada en 1936. Repasamos su legado, que todavía se conserva en las calles de la capital.

Matilde Ucelay Maórtua fue la primera mujer titulada en Arquitectura en España. Nació en 1912 en el seno de una familia muy activa intelectualmente. Su padre era abogado, y su madre amiga de Federico García Lorca, creadora de la compañía de teatro Anfistora y una de las fundadoras del Lyceum Club Femenino. Ambos estaban ligados a la Institución Libre de Enseñanza, vivían en la calle Libertad y Matilde fue la primera de las cuatro hijas que tuvieron.

El mismo año en que se proclamó la Segunda República, Ucelay ingresó en la Escuela de Arquitectura de Madrid. “En la escuela se encontró con un profesor que no aceptaba que asistieran mujeres a las aulas, a quienes consideraba unas advenedizas y unas intrusas”, explica Fátima de la Fuente, investigadora de la historia de Madrid y divulgadora, que ha recuperado la memoria de estas mujeres pioneras junto a Enrique Fernández.

Ucelay llegó a terminar dos cursos en un solo año, por lo que se tituló en 1936. “No solo fue la primera mujer arquitecta en España, sino también la única que formó parte de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, lo que abrió un debate que cuestionaba si las mujeres servían o no para esta profesión técnica”, precisa De la Fuente.

Matilde Ucelay, que respondió a la encuesta de 'El Sol' y fue la primera arquitecta española Matilde Ucelay, que respondió a la encuesta de 'El Sol' y fue la primera arquitecta española Matilde Ucelay, que respondió a la encuesta de 'El Sol' y fue la primera arquitecta española

La llegada de la Guerra Civil tras el golpe de Estado fracasado del 18 de julio de aquel año hizo que la familia se trasladara a Valencia. Allí conoció a un abogado y funcionario del Ministerio de Agricultura llamado José Ruiz Castillo, con quien se casó y tuvo dos hijos. “También fue un importante editor de las generaciones del 98 y del 27, lo que hizo que la pareja conociese a personalidades de la talla de José Ortega y Gasset y Pío Baroja. Aparte de ello, sería el primero en editar obras de Freud en español”, reseña la investigadora.

Artífice de las mansiones madrileñas

La familia Ucelay, tras la victoria de los alzados, pagó caro la estrecha relación que mantuvo con el espacio republicano. En una sentencia del 9 de julio de 1942 Matilde fue inhabilitada como arquitecta por un periodo de cinco años. “Aquello fue una depuración de titulaciones en toda regla, sustentada sobre una base de ideas políticas”, defiende De la Fuente. Su titulación no fue reconocida oficialmente hasta 1946.

Más tarde comenzaría su labor como arquitecta, aunque nunca en el ámbito de las obras públicas. Se dedicó a la arquitectura residencial privada. “Optó por la calidad, lo que la llevó a tener clientes de alto poder adquisitivo. Para ellos proyectó mansiones situadas en las mejores zonas de Madrid, como la denominada Casa Oswald, construida en Puerta de Hierro en 1953”, apunta la historiadora.

Paula Corroto

Tuvo su estudio en el ático de un edificio situado en el número 98 de la calle Alcalá, esquina con Goya. Se trata del Edificio Castaño, que hoy sigue en pie. De esta forma, durante cuatro décadas Matilde recibió encargos de clientes pertenecientes a la alta burguesía. Llevó a cabo alrededor de 120 proyectos. De la Fuente explica que “los que hizo durante su periodo de inhabilitación no los firmaba ella, sino uno de sus mejores amigos, Aurelio Botella”.

Entre sus obras destacan la casa de Teresa Marichalar, la de Ortega Spottorno, la de Simon Ortega, la de los Marichalar o la Casa Bernstein, hoy desaparecida. También proyectó algunas fábricas como la Ballvé-Pérez Rey, la Wolfram, las oficinas de Driver-Harris Ibérica o los laboratorios Médix. También trabajó en el extranjero, construyendo las Casas Pesenti, en Piamonte, la de Carlo Molineris, en San Remo, o la de su hermana Margarita en Long Island, Estados Unidos.

Su reconocimiento público como arquitecta llegó en 1998, y en 2004 recibió el Premio Nacional de Arquitectura y en 2006 representó a España en el pabellón de la Bienal de Venecia de Arquitectura. El 24 de noviembre de 2008, con 96 años, falleció en Madrid.

La reconstrucción de las ciudades madrileñas

Un año después que Matilde nació María Cristina Gonzalo Pintor, en Santander. Ella fue la primera en doctorarse en arquitectura, así como la segunda mujer que ingresó en el Cuerpo Superior del Instituto Nacional de Meteorología. “Su familia se trasladó a Madrid cuando ella era todavía muy pequeña. Aquí ingresará en 1932 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura. También era una apasionada de las ciencias, y estudió Ciencias Físicas y Matemáticas”, comenta De la Fuente.

Con el estallido de la Guerra Civil, Gonzalo tuvo que parar sus estudios. El título llegó en 1940. Casi tres décadas después, en 1967, conseguiría ser la primera mujer de España doctorada en Arquitectura. Empezó a ejercer su profesión en los años 40, dentro de la Dirección General de Ciudades Devastadas y Reparaciones, un organismos franquista para la reconstrucción de los edificios, monumentos e infraestructuras dañados por la Guerra Civil.

Miguel Díaz Martín

En concreto, trabajó en las localidades madrileñas de Rivas-Vaciamadrid, Las Rozas, Villanueva de la Cañada, Majadahonda, Brunete, Fuenlabrada, Prádena de Rincón, Villanueva del Pardillo, La Hiruela y Aravaca. Con el tiempo, Gonzalo se mudó a su ciudad natal. La investigadora madrileña recalca que “allí desarrolló un incesante trabajo y, formó parte del Observatorio Meteorológico de Santander y fue nombrada responsable del servicio meteorológico del Aeropuerto de Parayas de Santander, hoy llamado aeropuerto de Seve Ballesteros”.

Murió en Madrid en 2005, con 92 años a sus espaldas. “Cristina Gonzalo dejó una huella indeleble que sirvió de ejemplo a la sociedad de su tiempo. Mujeres arquitectas de generaciones posteriores tendrán siempre una deuda con esta mujer valiente, emprendedora y segura de sí misma que no tuvo ninguna duda a la hora de platearse su futuro profesional”, defiende De la Fuente.

La tercera arquitecta de España llega desde Galicia

Rita Fernández Quimadelos también nació en 1911 en una familia sin apuros económicos. Natural de La Cañiza (Pontevedra), ella sí tuvo que sortear la férrea moral machista de la época para poder llegar a titularse como arquitecta. Enrique Fernández, el compañero investigador de De la Fuente, subraya que su padre no vio con buenos ojos que Fernández quisiera estudiar esa carrera. “Sin embargo, gracias al apoyo de sus abuelos consiguió salirse con la suya y encaminarse hacia su sueño”, dice el historiador.

En la imagen, vista de una de las calles de la colonia Tercio Terol en la actualidad. (Ana Beltrán)En la imagen, vista de una de las calles de la colonia Tercio Terol en la actualidad. (Ana Beltrán) En la imagen, vista de una de las calles de la colonia Tercio Terol en la actualidad. (Ana Beltrán)

Antes de empezar a estudiar Arquitectura, se matriculó en Ciencias Químicas y Ciencias Exactas en la Universidad. También en Dibujo en la Escuela Superior de Arte y Diseño. Para ello tuvo que mudarse a Santiago de Compostela, donde fue a vivir a la casa de su abuela materna. Dos años más tarde consideró que el mejor sitio para estudiar Arquitectura era Madrid, donde llegó en 1930 para preparar su acceso a la Escuela de Arquitectura. Se instaló en la Residencia de Señoritas.

En 1932 consiguió ingresar en la Escuela de Arquitectura. De nuevo, la Guerra Civil interrumpió su carrera y tuvo que esperar hasta 1939 para reanudar sus estudios. Además, ella tuvo que hacer el llamado Servicio Social, necesario por entonces para todas las mujeres solteras de edad comprendida entre los 17 y los 35 años que quisieran acceder a un trabajo remunerado, recibir un título académico o solicitar el pasaporte. Se tituló en 1940, apenas unos meses después que su predecesora, Gonzalo.

Autora de la ampliación de la Colonia Tercio y Terol

El primer trabajo de Fernández como arquitecta lo encontró en la Dirección general de Regiones Devastadas, en donde le introdujo su antiguo profesor Modesto López Otero. “Desde 1941 trabajó en el Área de Proyectos del Negociado de Arquitectura de la Sección de Reconstrucción”, data Fernández. Entre sus primeros trabajos realizó el proyecto de rehabilitación del refugio de Nuestra Señora del Pilar, en la localidad de San Fernando de Henares y que estaba bajo el control del Patronato de Protección a la Mujer, pero no llegó a ejecutarse.

Sin embargo, en el barrio de Carabanchel se ocupó de la ampliación de la Colonia Tercio y Terol, que aún sigue en pie. Se trata de un conjunto de 640 viviendas unifamiliares, colocadas en hilera y que se ejecutó de manera urgente y bajo el amparo del plan Bidagor, dada la alta demanda de alojamiento existente en aquel tiempo. Aparte de ello, en Fuenlabrada reconstruyó el antiguo Ayuntamiento, hoy transformado en un centro juvenil. Y también llevó a cabo algunos proyectos en el ámbito particular, remarca el investigador.

Miguel Díaz Martín

Se casó en 1942 y en 1955 la familia al completo se estableció en Murcia. Allí trabajó en la Oficina Técnica para Construcción de Escuelas desde 1960 hasta 1967 mientras alternaba este puesto con el de arquitecta municipal en Mula. En 1973, su marido consiguió una plaza de catedrático en la Universidad de Barcelona, a donde se trasladó la familia al completo. El 26 de septiembre de 2008, a los 97 años, falleció en la capital catalana.

Trabajos en Villaverde y Carabanchel

María Juana Ontañón Sánchez Arbós nació en San Cristóbal de La Laguna. “Se trata de una canaria tenaz, valiente, optimista, segura de sí misma, creativa y muy poco convencional para su tiempo que incluso practicaba el rugby”, apunta Fernández. La cuarta mujer titulada en Arquitectura de España nació en el seno de una familia culta, ligada a la Institución Libre de Enseñanza, donde se formó una vez realizado su traslado a la capital.

La Guerra Civil supuso que Ontañón tuviera que esperar hasta los 23 años para poder matricularse en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Seis años después se tituló. Su primer trabajo vino de la mano de su antiguo profesor Luis moya Blanco, quien había recibido el encargo, por parte del Ministerio de Trabajo, de la construcción del Paraninfo de la Universidad Laboral de Gijón. Por entonces, Ontañon ya se había casado con el arquitecto Manuel López-Mateos Santuré, a quien Moya Blanco también introdujo en el proyecto. Además de participar en otros proyectos de San Sebastián, Oropesa del Mar o Gandía, Ontañón dejó su impronta en madrid.

Miguel Díaz Martín

En la capital participó como arquitecta de los proyectos del Instituto Nacional de la Vivienda en el Barrio de San Cristobal de los Ángeles, emplazado en Villaverde. Allí trabajó entre 1958 y 1967. “En esta barriada se ubicó a los vecinos que habían sido desalojados de otras zonas de Madrid mediante expropiaciones que respondían al desarrollo de nuevas infraestructuras u otras operaciones urbanísticas”, resume Fernández.

Juana también trabajó en Carabanchel, en el proyecto de la Unidad Vecinal de Absorción de Albergues de Pan Bendito, conocido popularmente como la UVA de Pan Bendito. En este caso, el objetivo era acoger a población obrera. Murió con 82 años, en 2002, en Madrid.

“Estas cuatro mujeres no tuvieron la vida nada fácil. Han demostrado una capacidad de trabajo impresionante para ocupar aquellos puestos a los que los hombres les era más fácil acceder. Se merecen un homenaje permanente”, finaliza De la Fuente.



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