
Pekín respondió el viernes con una tasa del 34% a todas las importaciones procedentes de Estados Unidos, que entrará en vigor el 10 de abril, después de que la Casa Blanca haya elevad las tarifas a su rival hasta el 54%.
Diez años y podrían haber transcurrido diez siglos. La 'guerra comercial' que estalló en 2018 entre las dos mayores potencias del planeta, y que se ha mantenido en todo momento desde entonces -incluso con el demócrata Joe Biden al frente de la Casa Blanca-, ha entrado en una nueva fase con los aranceles impuestos esta semana por Donald Trump a su rival económico y tecnológico y tras la respuesta igual de firme por parte del Gobierno de Xi Jinping.
Donald Trump fijó el miércoles un arancel universal del 10% para todos los productos importados por EEUU (que entró en vigor este sábado) y una tasa específica para cada región o país que, en el caso de China, será del 34% y estará operativa desde el próximo miércoles, 9 de abril. El gigante asiático, segunda mayor economía del planeta por detrás de EEUU, ya soportaba tasas del 20% que Washington le impuso hace varias semanas. La respuesta de Pekín no tardó ni 48 horas en producirse y avivó el temor a que la primera economía del mundo entre en recesión y lastre al resto.
Estas subidas de tono no esconden que Estados Unidos y China vienen manteniendo un pulso a lo largo de la última década que ha tenido en la tecnología -en el control de los datos y de la inteligencia artificial- uno de sus exponentes más claros desde 2015. La guerra tecnológica entre ambas, se inició al final de la era Obama, se consolidó durante la presidencia de Trump y se recrudeció con la Administración Biden, escribía Enrique Feás en un artículo publicado por el Real Instituto Elcano. En su segundo mandato, Trump acelera y da varios pasos más en la misma dirección.
En origen, esta guerra buscaba evitar que China alcance tecnológicamente a EEUU (con implicaciones económicas y militares), bloqueando la transferencia de tecnología; y maximizar, además, la distancia tecnológica con el gigante asiático, subsidiando la producción nacional. Esta segunda derivada es la que ha puesto contra las cuerdas a Europa, que ha quedado en el centro de esta disputa, viendo cómo su economía pierde competitividad en relación a los dos gigantes. De ahí la advertencia lanzada por el expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, en su informe-propuesta para evitar el declive económico de la región.
Aranceles masivos... más allá de lo previsto
El inquilino de la Casa Blanca ha optado por la agresividad de los anuncios sobre aranceles como moneda de cambio para lograr concesiones económicas con otros socios comerciales... salvo con China. En cualquier caso, ya sea con su rival o con el resto de países afectados por su voracidad comercial, el margen para la negociación es "complicado", porque las medidas de Trump parecen buscar que se imponga un nuevo orden, "colocando a una de sus mayores preocupaciones, el déficit comercial, en el centro", sostienen desde la consultora de análisis de mercados MacroYield.
Los analistas consideran que lo sucedido desde la llegada de Trump al Despacho Oval el pasado 20 de enero puede suponer el punto y final a una era de relativa estabilidad y orden global bajo la influencia de Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. "Después de 1945, los líderes estadounidenses creían que la paz y la prosperidad mundiales se lograban mejor abriendo su vasto mercado a los países que compartían sus valores, como la democracia, la libertad política e individual y la economía de libre mercado, al tiempo que se aseguraban de que estas naciones no tuvieran ambiciones territoriales", recuerdan desde la gestora alemana Muzinich & Co.
Un nuevo orden global
Fue un periodo en que Washington dominó la configuración de la política, el comercio y la seguridad mundiales, actuando a menudo como policía del mundo, prestamista de última instancia y regulador financiero. Es uno de los motivos que explicarían el elevado déficit comercial acumulado por la primera economía del mundo desde los años 80 del siglo pasado. Sólo el año pasado el país disparó el agujero entre lo que exporta y lo que importa un 17% hasta los 918.400 millones de dólares, el segundo más elevado de toda su historia.
Según Trump, otros países han aprovechado esta situación para blindar sus mercados internos a través... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}