Ferrater, el fotógrafo rebelde que puso a España en el mapa de la moda internacional

Ferrater, el fotógrafo rebelde que puso a España en el mapa de la moda internacional

"Encárgale a Ferrater lo que quieras, que él hará lo que le dé la gana". La frase, repetida en los círculos de la moda con una mezcla de asombro y admiración, define el carácter de José Manuel Ferrater (Barcelona, 1948), el fotógrafo que transformó la fotografía de moda en España. Su estilo, irreverente y audaz, rompió con la visión estática y comercial de la moda y la convirtió en un ejercicio de expresión individual y narrativa visual. Ahora, el Museo del Traje le dedica su exposición "Ferrater. Foto. Moda. Fuerza", la retrospectiva más ambiciosa jamás realizada sobre su obra.

Hasta el 30 de marzo, el público podrá recorrer cinco décadas de trabajo, con 350 piezas seleccionadas de un vasto archivo de más de 200.000 imágenes y audiovisuales, adquirido por el Ministerio de Cultura en 2022. La exposición no solo rescata su legado, sino que también reabre el debate sobre la identidad de la fotografía de moda en España, a menudo eclipsada por nombres internacionales.

Un pionero en la sombra

"Todos hemos visto sus fotos. Pocas veces hemos oído su nombre", dice Clara Berástegui, comisaria de la exposición y responsable de fotografía del Museo del Traje. Ferrater está en nuestra memoria visual, pero su figura ha permanecido en la sombra. Si bien nombres como Richard Avedon, Irving Penn o Helmut Newton son referencias ineludibles en la historia de la moda, en España el reconocimiento de sus propios pioneros ha sido más difuso, como se encarga de recordarnos esta exposición. Y no debería de ser así, viendo el enorme trabajo, y nivel, de la obra de fotógrafos como el catalán.

Ferrater forma parte de la primera generación de fotógrafos de moda en España, aquellos que desvincularon la moda del simple registro de prendas y la convirtieron en una exploración de la identidad de los fotografiados. Una de sus frases más conocidas es: “Toda fotografía es un autorretrato”. Su trabajo supuso una ruptura con la fotografía de catálogo o el reportaje callejero y situó a la figura humana, su actitud y su contexto en el centro de la imagen.

La exposición, más allá de mostrar su evolución estilística, también explica su influencia y su lugar en la historia de la fotografía, algo que hasta ahora no había sido reivindicado con la profundidad que merece.

Un archivo monumental, una exposición de impacto

"Cuando Ferrater vino al museo a ofrecernos su archivo, supimos que teníamos en las manos una pieza fundamental de la historia de la fotografía de moda", explica Berástegui de un conjunto de imágenes que son el testimonio de cincuenta años de evolución estética, técnica y cultural.

La exposición está organizada en cuatro ejes temáticos que definen su obra: Fuerza, donde apreciar la intensidad emocional de sus imágenes, la potencia expresiva de sus sujetos; estructura, en el que la composición milimétrica, el uso de la luz y las líneas de fuga marcan sus instantáneas; modernidad, con la ruptura de lo clásico y la visión de la moda como actitud; y narrativa, que nos habla del modo en que sus fotografías cuentan historias más allá de la ropa.

Las imágenes de Ferrater impactan, golpean, exigen ser vistas. Como destaca Berástegui: "En la fotografía de moda, la imagen debe destacar entre millones de estímulos. Si no impacta, no cumple su función. Ferrater lo entendió antes que nadie".

Del matadero a la pasarela: la moda sin artificios

En los años setenta, es necesario recordar, la fotografía de moda en España estaba dominada por el estatismo y la literalidad: se trataba de mostrar la prenda, de explicar sus materiales y su confección. Ferrater rompió esa lógica. No le interesaba la ropa en sí, sino cómo las personas la llevaban, cómo se movían en ella, qué contaban con sus cuerpos.

Por eso, sus imágenes se alejaban de los escenarios idílicos de los jardines y los palacios y se adentraban en bares oscuros, mataderos, puertos industriales.

“Convirtió la moda en algo urbano, cinematográfico, visceral”, continúa explicando Berástegui, que menciona como su obra apareció en algunas de las primeras revistas rompedoras de España. Su trabajo en las revistas Ymoda, Bel o Centro Moda, a finales de los setenta, consiguió establecerlo como un revolucionario en el sector. A partir de ahí, su ascenso fue meteórico.

“Su estilo salvaje, audaz y provocador le abrió las puertas de las grandes cabeceras internacionales”, señala la curadora. Vogue, Glamour, Donna o Mondo Uomo fueron algunas de estas revistas que le hicieron un importante hueco. En los años ochenta, su agenda era un carrusel de vuelos transatlánticos, con sesiones en Milán, Nueva York, París, Londres. Su trabajo se publicaba junto al de los más grandes y las firmas lo reclamaban para sus campañas más arriesgadas.

Claudia Schiffer es capturada en el backstage de un desfile, descalza, agotada, en una imagen que desmitificaba la idea de la top model inalcanzable. Naomi Campbell y Linda Evangelista, por ejemplo, son retratadas con una mezcla de crudeza y sensualidad, lejos del glamour edulcorado de los 90. Ferrater no idealizaba. Bajaba la moda al mundo real y la impregnaba de una mirada humanista.

Rebeldía hasta el final

“La carrera de Ferrater podría haber seguido la senda de otros grandes fotógrafos que se convirtieron en instituciones. Pero su carácter lo hizo tomar otro camino”, reflexiona la responsable de fotografía, que apunta como cuando sus agentes internacionales le pidieron que suavizara su estilo para ser más comercial, él se negó en rotundo.

"Si te gusta lo que hago, lo publicas. Si no te gusta, no lo publicas. Pero me pagas igual", solía decir. Rompió con sus cinco agentes y siguió trabajando por libre, priorizando su independencia.

Aún así, las grandes revistas siguieron llamándole, aunque con menos frecuencia. Es ese uno de los momentos en que vuelve a reinventarse, y comienza a trabajar con publicaciones más underground como Metal, Tiger, Wox, Neo2, Archy o Big Magazine. Paralelamente, comenzó a experimentar con la pintura, la escultura y la escritura. En la actualidad, a sus 76 años, trabaja en una novela autobiográfica que lleva escribiendo nueve años. Para él, la creatividad es un proceso sin fin.

Una exposición necesaria

"En la historia de la fotografía de moda, siempre se citan nombres extranjeros. Como si en España no hubiera existido una tradición propia", señala Berástegui. Ferrater es una prueba de lo contrario.

Por eso esta exposición se hace más necesaria que nunca. Una retrospectiva que supone una reivindicación, un ajuste de cuentas con la historia visual de nuestro país. Un recordatorio de que, mientras en París, Londres y Nueva York se construía el imaginario global de la moda, en España había un fotógrafo rompiendo las reglas, anticipando tendencias y dejando una huella imborrable.

"Ferrater ha estado en tu casa alguna vez", dice una de las frases con las que arranca la exposición. Porque su trabajo está en nuestra memoria colectiva, aunque no siempre le hayamos puesto nombre. Ahora, en el Museo del Traje, ese nombre se reivindica con la fuerza que merece.



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