En una comunidad autónoma en la que los espectáculos con animales están prohibidos desde 2008, los correbous de las fiestas populares se mantienen vivos, mientras las corridas de toros y los animales del circo ya forman parte del pasado. Y no solo eso, sino que frente a la constante sombra de una posible prohibición, ha aparecido un repunte en la participación de los más jóvenes en estas celebraciones. Aunque resulte paradójico, ante la mayor presión del movimiento animalista, son cada vez más los chavales que dicen utilizar las fiestas con bous para reivindicar el territorio.
El presidente de la Agrupación de Peñas y Comisiones Taurinas de las Tierras del Ebro (Tarragona), Santi Albiol, lo tiene claro: "A las plataformas animalistas les ha salido el tiro por la culata". Según explica, en los últimos años han notado un claro repunte en la participación de gente joven en las fiestas en la que los toros tienen protagonismo: "Muchos acuden a raíz del intento de prohibición de las plataformas animalistas", sentencia.
Frente a esta nueva corriente, las asociaciones que piden la prohibición de estas prácticas son firmes con su postura: "Antes decían que el animal no sufría, ahora ya ni de eso hablan, simplemente se quedan con que es la tradición de sus abuelos. Quizás es tradición, pero nunca cultura. La ablación también es tradición y a nadie se le ocurre defenderla", señala el miembro de la plataforma antitaurina, Prou Correbous (Basta de toros en las calles), Josep F.F.
"No creo que nunca desaparezcan, no lo permitiremos", explica Joan Mayals, de 23 años, que ha crecido en un pueblo a la ribera del Ebro en el que se celebran hasta dos fiestas con toros a lo largo el año. Para él es una seña de identidad, un orgullo de pueblo. Aunque dice que es "comprensible que los de fuera no lo entiendan", pide que no se impongan prohibiciones desde la capital, Barcelona, sin haber pisado nunca esas celebraciones.
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EP
Al preguntarle por el sufrimiento del animal, Mayals responde firme que el animal no muere. La fiesta mayor de su pueblo dura seis días y en cada jornada hay una actividad con toros, ya sea en la plaza que construyen en el puerto, con apertura al mar, o bien por las calles en las modalidades de bou embolat, en la que colocan dos bolas de fuego en unos grilletes sujetos a los cuernos del toro, y bou capllaçat, en la que el animal recorre el pueblo con los cuernos atados a una cuerda de la que los participantes van tirando para guiar su recorrido.
En el otro lado, Jordi García, de 22 años, vive en un municipio cercano a Barcelona y tiene una visión muy contraria a este tipo de fiestas. "No me gustan las tradiciones que se basan en hacer sufrir a animales. Ya no por ideología, simplemente no las disfruto". Aunque reconoce no haber asistido en directo a estas celebraciones, mantiene que con verlo por la televisión ha tenido suficiente.
Alcohol y toros: un peligro para los participantes
Además del bienestar del animal, otro punto que preocupa a las asociaciones que exigen la abolición de este tipo de festejos taurinos es la seguridad de los propios participantes. Aunque la ley que se aprobó en el Parlament de Cataluña en 2010 ofrece pautas y requisitos para la celebración de estas fiestas, no hay un código de buenas prácticas con carácter normativo.
"Es tiempo de fiesta, muchos jóvenes beben y se pasan, habría que controlar los accesos porque si no, pasan desgracias", explica Josep F.F., que pide que se regulen estas situaciones porque durante las actividades hay mucha gente "que no está en condiciones de participar". Es algo que ya se realiza en festejos similares, como los Sanfermines en Pamplona.
Lo cierto es que las actividades con bous se concentran principalmente en las fiestas más grandes de los pueblos de la zona, por lo que es común que incluso dentro de las plazas se consuma cerveza o licores. "Quiero que esto se acabe, y a los que vengan detrás les digo que hay 50.000 maneras de divertirse sin tener que maltratar a un animal", afirma indignado.
Josep F.F. denuncia que "no es justo que digan que en las Terres del Ebre todos apoyamos esto porque no es verdad", aunque reconoce que ha visto un cambio en la forma de pensar de la gente frente a estas celebraciones. A sus casi setenta años explica que en su pueblo natal, Amposta (Tarragona), antes era impensable hablar libremente de su oposición a estas fiestas: "No podías decir que estabas en contra de los toros, te amenazaban por la calle, esto ahora no pasa". Según datos que maneja la Plataforma Prou Correbous, alrededor del 80% de los catalanes están en contra de las fiestas que implican el uso de toros.
Solo 34 municipios en toda Cataluña
La legislación catalana permite estas fiestas al considerarlas un "elemento central en las celebraciones populares" de un buen número de poblaciones de Cataluña, al ser acontecimientos propios de las "raíces más profundas" del territorio. Por ello, en 2010 aprobaron una ley para regularlos, pero incluso esta tiene trampa. No cualquier municipio puede contratar a una ganadería y llenar sus calles de toros. En el anexo de la norma aparece una lista de los pueblos en los que pueden practicar fiestas con toros. Para ser aprobados, los ayuntamientos tuvieron que demostrar que en algún momento se celebraron fiestas con bous en el municipio y que, por lo tanto, forman parte de su cultura y tradición.
Según esta ley, en Cataluña solo se pueden celebrar fiestas con toros en 34 municipios. De estos, 26 están en las Terres del Ebre (Tarragona). En el sur de Cataluña, una posible prohibición de estas fiestas produciría un gran sentimiento de indignación y rechazo hacia la capital.
El 'penúltimo' intento de prohibición
En octubre de 2023, el debate sobre la prohibición de las tres modalidades más polémicas de los correbous llegó al Parlament de la mano de una proposición de ley de En Comú Podem y la CUP. En este caso centraban sus esfuerzos en vetar las tres modalidades más molestas: los toros embolados, los toros ensogados y los toros junto al mar.
Tras la convocatoria de elecciones y el stand-by de la política catalana, esta proposición volvió al cajón a la espera de lo que el siguiente Ejecutivo decida. "Sabemos que los partidos que dan apoyo a los animalistas volverá a intentar acabar con algunas de las modalidades que más molestan", asegura Santi Albiol, y añade que desde la agrupación de peñas están preparados para seguir su línea de defensa. Las claves: difundir las fiestas y enseñarla bien, sobre todo a la gente de fuera que "o no las conoce o se les ha dado una imagen muy irreal".
Desde las peñas y las comisiones piden una "organización a rajatabla" para "seguir haciendo las cosas bien" y que sean ellos [los antitaurinos] "los que tengan que demostrar lo contrario".
Sobre esta cuestión, Josep F.F. ofrece una visión mucho más crítica y denuncia que las veces que han ido personas de partidos políticos no afines a los toros o miembros de asociaciones a intentar grabar los correbous han tenido que recibir protección de los Mossos d'Esquadra porque les increpaban o les insultaban. "Si tan bien hacen las cosas y cumplen la normativa, no deberían tener ningún inconveniente en que la gente viese lo que están haciendo", dice Josep F.F.
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