La noche del 10 de enero, tres días después de que Zoo, el grupo valenciano más popular de lo que llevamos de siglo XXI, anunciara su separación, Héctor Galán, el teclista de la banda, armaba sus instrumentos en una esquina del pequeño escenario de Radio City, el longevo club musical del barrio valenciano de Velluters, para tocar frente a una veintena de asistentes de la habitual jam session de reggae de cada miércoles.
En un par de semanas, el próximo 13 de julio, Héctor y el resto de Zoo, tocarán frente a unas 25.000 almas en el concierto de despedida que albergará el Pirata Beach Festival de Gandía. La vida del músico valenciano de clase media no permite lamentos, y aunque el contraste resulte grueso, los miembros de Zoo son unos privilegiados en el ecosistema de la industria musical autóctona.
La mayoría de los que se aventura a introducirse en este mercado laboral solo conocerá las agradecidas salas pequeñas y los aforos despejados para menos del mil oyentes, y pese a ello, cargarán, montarán, tocarán y recogerán como la primera vez: buena parte del negocio de la música en directo aprovecha el entusiasmo vocacional de su indispensable mano de obra. Las cifras empresariales de los macrofestivales y las grandes promotoras continúan en ascenso para cumplir las exigencias de los fondos de inversión, mientras los estudios sociolaborales de los organismos que agrupan a intérpretes, músicos y artistas (AIE) muestran que el salario del 75% de los artistas musicales está por debajo de los 30.000 € y los ingresos del 57% no alcanzan el Salario Mínimo Interprofesional.
Zoo, la revolución del rap valenciano que conquista a todo un país
Víctor López Heras. Valencia
Esa cooperativa musical autogestionada desde la comarca de la Safor llamada Zoo colmará tres Rivieras madrileñas este fin de semana. Agotaron el papel hace meses. Culminará así su marcha capitalina para despedir después al devoto público albaceteño en el Alterna Festival de El Bonillo: los manchegos son esos otros valencianos, con peores playas y mejores platos, que dominaron su otra lengua escuchando a Goku, Musculman y Panxo.
Esta pròxima tardor vorà la llum «ZOO: Sobreviure a l'incendi» el documental sobre ZOO que hem fet durant vora un any. Ací teniu el primer tast: #SobreviureAlincendi @zooposse @AmbraLlibres pic.twitter.com/jNTeiJzdBu
— Ambra PC (@AmbraPC) June 24, 2024
En 1993, Josep Pitarch, Xavi Sarrià y Carles García fundaron un grupo de rock llamado Obrint Pas mientras cursaban sus estudios de secundaria en el instituto Benlliure de La Saïdia de Valencia. Es complicado descifrar la historia de la música popular valenciana sin su aportación durante las dos décadas siguientes y su influencia en la posterior escena valencianoparlante, que Zoo ensanchó. "Han sido las dos bandas valencianas más trascendentes. Zoo mucho más porque apostaron pronto por salir al resto del Estado y han trabajado bien ese aspecto. Los contextos sociopolíticos de ambos grupos fueron muy diferentes. Obrint Pas nació cuando aún estaba todo por hacer y desarrolló su carrera bajo gobiernos del Partido Popular que no ayudaron a la cultura en valenciano sino todo lo contrario, mientras que Zoo lo hizo con gobiernos progresistas, aunque esto no ha condicionado ni explica su éxito", incide Pitarch.
Durante los gobiernos del PSPV y Compromís en la Comunidad Valenciana, el plan estratégico Fes Cultura aumentó la inversión presupuestaria para la difusión de la cultura autóctona, en ambas lenguas oficiales, facilitando la consolidación de una escena y un circuito musical valenciano. Años atrás, la Radio Televisión Valenciana (Canal 9) vetaba a los grupos que no compusieran música blanca. En 2006, la periodista Amàlia Garrigós invitó a Obrint Pas a presentar su nuevo disco en el único programa radiofónico del ente público valenciano que programaba música en valenciano y se enfrentó al intento de censura y el control presencial en el estudio por parte de la dirección de RTVV.
Ahora, Josep Pitarch se encuentra en pleno rodaje de la película documental sobre el adiós de Zoo, Sobreviure a l'incendi (Sobrevivir al incendio). "El documental está muy avanzado, pero falta el final, que es lo que filmamos desde ahora mismo con estos tres conciertos en La Riviera hasta el último en Gandia, el próximo 13 de julio", comenta el cineasta, "aún no sabemos cómo lo estrenaremos y cómo lo distribuiremos porque depende de varios factores, entre ellos estrenar en un gran festival que pueda pedir exclusividad. Lo que sí sabemos es que estará listo en otoño, probablemente a finales de octubre".
Pitarch es un realizador con una amplia trayectoria en la dirección de documentales, algunos de ellos especializados en la música popular valenciana, como Sempre Al Tall (2015), Mes enllà del mur (2010), Assaltant el paradís (2007) o Cant al ras: la nit del poble (2017). Algunos de sus trabajos han logrado premios internacionales y nacionales, incluyendo la nominación al Goya al Mejor Corto Documental, en 2015, o la participación en festivales como el de Málaga, el Festival Internacional de Memoria Democrática de Madrid, el Med de Marsella o el Fesancor de Chile.
La película será un intento de explicación del éxito de la banda a través de los ejes fundamentales que conforman su trabajo: la coherencia, la autogestión y la honestidad. "La iniciativa del film parte de ellos. Contactaron conmigo pensando en un producto audiovisual para documentar la despedida, en principio para un formato de redes sociales y para los fans, pero el proyecto se dimensionó hasta convertirse en un relato completo con dos grandes líneas narrativas. Una que define los diez años de su trayectoria y otra que muestra la vida de los miembros de Zoo", concluye el documentalista.
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