Todo para la misma. Así no hay problemas

Retorno hipnotizado a mi casa desde el Bernabéu por el placer estético que provoca un individuo muy desagradable y jugador excepcional llamado Vinicius y un dios tan joven como mágico que responde al ya mitológico nombre de Belllingham. Y me dispongo en mi solitario sofá a vivir, o sufrir o cabecear con intensidad la gran fiesta del cine español, la eterna marcha de pompa y circunstancia, lo de “estamos tan unidos, cómo nos queremos y nos admiramos todos”.

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