Enclavada en el interior de un valle, las altas montañas que rodean esta villa de Noruega bloquean los rayos del sol durante los meses de invierno, dejándola en total sombra. Por ello, tuvieron que construir un helióstato para que los habitantes no dejasen de recibir luz solar.
La historia reciente del pueblo de Rjukan parece sacada de una película, pero como se suele decir, a veces la realidad supera la ficción. Esta pequeña villa del sur de Noruega se encuentra enclavada en el interior de un valle, rodeada de altas montañas y frondosos bosques.
Pero esa ubicación, a pesar de su belleza natural, conlleva un gran inconveniente. Durante los meses de invierno, las montañas bloquean por completo los rayos de sol, haciendo que el pueblo se quede totalmente en la sombra. Sin embargo, una ingeniosa solución puso fin a ese problema, y es que construyeron unos espejos gigantes para que reflejasen la luz solar sobre Rjukan.
Patrimonio industrial y mucha naturaleza en Rjukan
El pueblo de Rjukan se encuentra en la provincia de Telemark, en la región de Østlandet. Este destaca por su importante patrimonio industrial, que le ha valido la entrada a la lista de Patrimonio de la Humanidad junto con Notodden. Ambas localidades son el claro reflejo del paso del carbón a la energía hidroeléctrica que se produjo en el siglo XX. A día de hoy, todavía se pueden observar muchas de las infraestructuras que se construyeron en esa época, desde presas y túneles hasta centrales eléctricas y líneas de ferrocarril y ferries. Además, a las afueras se ubica la central hidroeléctrica de Vemork, reconvertida en el Museo Noruego de Trabajadores Industriales.
A todo ello se suma, por supuesto, el atractivo natural de la zona, donde se pueden disfrutar de todo tipo de actividades al aire libre, como rutas de senderismo o escalada en hielo. Por otro lado, a pocos kilómetros del centro urbano, en lo alto de una montaña, se alza la estación de esquí de Gausta, que cuenta con 37 pistas y 13 remontes.
Espejos para capturar y redirigir los rayos de sol
Rjukan se esconde a la sombra del imponente Gaustatoppen y sus 1.883 metros de altitud. Esa enorme montaña, sumado al profundo valle donde se encuentra el pueblo, hace que durante los meses de invierno (de septiembre a marzo) los rayos de sol no puedan llegar y se quede en total penumbra.
Ante esta situación, el fundador de la ciudad de Rjukan, Sam Eyde, proyectó en 1913 la idea de construir un "Solspeil", o espejo solar. Sin embargo, no fue hasta el año 2005 cuando se retomó ese plan por parte de Martin Andersen, artista y vecino de la localidad. Así, en 2013 se inauguraron oficialmente los enormes espejos: "un helióstato controlado por ordenador, colocado en la empinada pared de la montaña, que captura los rayos del sol y los dirige hacia Rjukan", explican desde la web oficial de turismo de Rjukan.
Como resultado, esta estructura a 742 metros sobre el nivel del mar ilumina un área de unos 600 m² en el centro del pueblo, para que los habitantes de la villa puedan aprovechar los beneficios del sol durante el frío invierno.
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