Cada 6 de enero, fiesta de la Epifanía, tiene lugar el solemne acto castrense de la Pascua Militar. Durante la celebración de esta tradicional ceremonia, que se remonta al siglo XVIII durante el reinado de Carlos III, se da paso al inicio del año militar, después de haber hecho balance del año que ha terminado y marcar las líneas de acción que se van a seguir en el que comienza.
En esta fecha se realizan diferentes actos presididos por el general o almirante que corresponda en aquellas ciudades designadas como sede de dicha representación, es decir, La Coruña, Barcelona, Cartagena, Rota, Valencia, Sevilla, Santa Cruz de Tenerife, Palma de Mallorca, Ceuta y Melilla, según consta en el Real Decreto 913/2002 sobre Representación Institucional de las Fuerzas Armadas.
El principal se realiza en el Palacio Real de Madrid, donde el rey Felipe VI pasa revista a toda la Guardia Real formada en la plaza de la Armería al mando de su coronel. Más tarde, y junto a la reina Letizia, el presidente del Gobierno y los ministros de Defensa e Interior, recibe en el Salón del Trono a los representantes de las Fuerzas Armadas y de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
La Pascua Militar se remonta al año 1782, como acto de júbilo tras recuperar la flota la ciudad menorquina de Mahón, en manos inglesas
Entre ellos se encuentran los responsables del Estado Mayor de la Defensa, de los Ejércitos y la Armada, de las Reales y Militares Órdenes de San Fernando y San Hermenegildo, de la Real Hermandad de Veteranos y de la Guardia Civil. En el mismo acto se imponen las condecoraciones militares a aquellos civiles y miembros de las Fuerzas Armadas que se han hecho acreedores de ellas durante el año vencido.
El origen de la Pascua Militar
Pero ¿por qué se celebra la Pascua Militar cada 6 de enero? Como hemos dicho, esta profunda costumbre se celebra desde el año 1782, después de que una flota franco-española, impulsada por Carlos III y compuesta por 70 navíos y 8.000 soldados, recuperase en julio del año anterior la ciudad menorquina de Mahón, en poder de los ingleses, que apenas pusieron resistencia.
Esta victoria hizo que Carlos III, como muestra de júbilo, ordenara a los virreyes, capitanes generales, gobernadores y comandantes militares que, cada 6 de enero, reuniesen a las guarniciones y transmitieran en su nombre su felicitación a jefes y oficiales de los ejércitos. Y así ha sido desde entonces.
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