El 'boom' de las escuelas de supervivencia: "Un apagón te deja sin luz, sin agua y puede acabar en violencia"


         El 'boom' de las escuelas de supervivencia: "Un apagón te deja sin luz, sin agua y puede acabar en violencia"

En estos cursos, los asistentes aprenden a potabilizar agua, mantener el fuego e incluso defensa personal.

Los alevines de la Escuela Española de Supervivencia (EES) podrían aspirar a convertirse en un apañado híbrido entre Indiana Jones, MacGyver y Bear Grylls, pero sin fantasías, ni cámaras de por medio. No importa el género, la envergadura, o la edad, como bien demuestra Ramón Gómez, quien con más de 70 años no ha perdido el fuelle que alimenta sus ganas de aprender.

"He trabajado en África, Centroamérica e Irak, en emergencias y control de tráfico ilícito de drogas", declara Gómez. "Al jubilarme, me vinculé a Cruz Roja en unidades de respuesta a emergencias, pero seguí buscando formación para no quedarme atrás", asegura este asturiano que encontró en la EES la fuente de conocimiento que deseaba.

Y lo cierto es que no es, ni mucho menos, el único. Habida cuenta de la actualidad internacional, de los castañeteos de dientes que invocan las noticias y los desastres epidémicos o energéticos que asaltan la Europa del bienestar, un altísimo número de personas ha visto despertar su interés por adquirir las capacidades para no sucumbir en caso de hecatombe.

Estas habilidades se adquieren en "escuelas de supervivencia", cursos de varios días de duración, donde los aventureros aprenden en plena naturaleza la importancia de la potabilización del agua, el mantenimiento del fuego, el uso de la ceniza, la obtención de alimentos e incluso la defensa personal, porque a falta de comodidad la hostilidad aflora en el individuo. Un rosario de herramientas para apañárselas a la antigua en caso de armagedón.

Herramientas proporcionadas, entre otros, por Ignacio Ortega, director de la EES, quien afirma no tener un sólo fin de semana sin el lleno absoluto en los cursos que imparte: "Hace 22 o 23 años me di cuenta de que no había una formación reglada, cada uno hacía lo que le parecía", explica Ortega. Fue entonces cuando un grupo de expertos se reunió para crear la escuela, con un programa que abarca ocho temas o talleres impartidos en los cursos. Una apuesta que cumple dos décadas con una filosofía inclusiva, alejada de cualquier personalismo o militarismo.

Supervivencia al alcance de cualquiera

Ortega recalca que el público objetivo no son expertos ni militares, sino "tú, con tu suegra, tu sobrino de cinco años y el gato que tiene el vecino ese fin de semana". Por eso, la formación incluye desde protocolos básicos de actuación, psicología y gestión del agua hasta defensa personal y primeros auxilios, buscando que cualquier persona pueda salir adelante en una situación extrema.

"Antes venían cuatro apasionados de la naturaleza", confiesa el director de la escuela, "y ahora vienen familias enteras con niños". "Somos absolutamente dependientes del sistema, y la prueba está en lo que pasó con el apagón", reflexiona Ortega, quien comenzó a desarrollar cursos de supervivencia urbana en zonas de conflicto.

Un área de interés creciente, en especial desde el estallido de la guerra de Ucrania: "En la ciudad enseño cómo potabilizar agua de las tuberías, cómo salir de noche sin ser detectado o cómo abrir puertas sin llave. No se trata de matar, sino de defenderse y protegerse", concluye este experto con toda una vida dedicada a la espeleología y la supervivencia como actividad.

Quienes han vivido en primera persona la importancia de estas habilidades, como Ramón Gómez, con una amplia trayectoria en cooperación internacional, dan fe del valor de lo aprendido. De hecho, Gómez se acercó a la Escuela Española de Supervivencia no por mero interés, sino por una necesidad sentida tras años en cooperación y gestión de crisis. "He aprendido cosas nuevas, como hacer carbón vegetal o distintas formas de encender fuego que desconocía. Para mí, la formación es continua".

Sin embargo, Gómez lamenta profundamente que esta formación no esté integrada en la educación formal. "Lo que ha pasado con los apagones, con Ucrania o en Oriente Medio nos recuerda que no estamos exentos", explica el veterano. "En países desarrollados, abrir el grifo para obtener agua es algo cotidiano, pero no es igual en el resto del mundo y un apagón puede dejarte sin luz, sin agua, lo que puede desencadenar violencia. Mejor estar preparado. Por eso es importante aprender primeros auxilios, potabilización, defensa personal y medidas preventivas, incluso desde la escuela", señala este licenciado en farmacia jubilado.

Ni frikis, ni preparacionistas: "Sentido común"

Por otro lado, Gómez aclara que la preparación no es paranoia, sino prevención sensata. "Hay quien lo ve como frikismo, pero la prevención es clave. Igual que haces un chequeo al... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}

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