
Los bajos salarios, las jornadas maratonianas y la peligrosidad alejan a los jóvenes de un sector en auge.
La primera vez que alguien le aconsejó dedicarse a la seguridad privada, la reacción de Roberto Martínez no fue demasiado entusiasta. "Al principio no me gustaba, no tiene buena imagen, no es un trabajo que de primera llame la atención", admite este madrileño de 38 años, que lleva cuatro trabajando en el sector.
Antes de enfundarse por primera vez el uniforme marrón y ajustar la porra negra en el cinturón, Martínez había tenido una vida laboral, en sus propias palabras, "inestable". Diplomado universitario, como tantos otros de su generación emigró al Reino Unido al estallar la crisis de 2008. A su vuelta fue de trabajo en trabajo sin conseguir afianzarse en ningún sector. El último, en el aeropuerto.
"Al principio no me gustaba, no tiene buena imagen, no es un trabajo que de primera llame la atención"
"Imagínate con la pandemia lo que pasó con ese trabajo", recuerda Martínez, mientras prepara la mochila antes de salir hacia su trabajo como vigilante de seguridad en una farmacéutica. "Vi que era un curso que cuesta relativamente poco sacarse y luego, si sabes inglés, te van a llevar siempre a empresas multinacionales, en control de accesos y servicios de este tipo. En Madrid hay mucha demanda de eso".
El sector de la seguridad privada en España lleva encadenando crecimientos anuales desde 2015, siguiendo con un año de retraso la recuperación económica general de la economía nacional. Este sólido crecimiento de un sector que ya tiene más efectivos -cerca de 90.000- que cualquiera de los cuerpos de seguridad del Estado está conllevando un aumento de la demanda de trabajadores. Una mano de obra que, sin embargo, las empresas del sector están teniendo dificultades para encontrar.
Los bajos salarios base, que requieren jornadas maratonianas de horas extras para alcanzar sueldos competitivos, la peligrosidad inherente a la actividad y el estigma social que arrastra la profesión de guardia de seguridad están haciendo que muy pocos jóvenes opten por un sector que se rifa a los trabajadores disponibles.
"Intento evitar decir que soy guardia de seguridad, digo que trabajo en el mundo de la seguridad para una empresa tecnológica, o lo que sea, pero no me gusta decirlo", admite Martínez. "El sueldo no es muy bueno, pero haciendo buenas horas extra y con pluses, se te puede poner en una cifra que no llega a los 2.000, pero bueno, se puede acercar".
—¿Has conseguido alcanzar tu ansiada estabilidad?
—"No es un trabajo especialmente retador, pero a nivel de estabilidad y tranquilidad, pues sí, estoy contento".
Formación profesional para técnicos de seguridad
Un día, hace 24 años, Cristina López se quitó el delantal, lo tiró al suelo y dimitió de su puesto como pastelera. Al salir del establecimiento, aún recuperándose de la "pataleta" que le había hecho renunciar, llamó a una amiga para pedir consejo y este fue claro: "Vente a la seguridad privada". A los pocos días, López era vigilante de seguridad, el mismo trabajo que sigue ejerciendo con 47 años.
"Antiguamente era lo que había, había mucha demanda de vigilantes, no había control y aunque no tuvieras la Tarjeta de Identificación Profesional (TIP), pues te daban una defensa y unos grilletes y eras capitán general", rememora López, que forma parte del 16% de mujeres que hacen parte de este sector tan masculinizado. Desde entonces ha trabajado en centros comerciales, en obras, en oficinas, en control de accesos y una larga lista de trabajos de vigilancia. Nunca ha tenido problema para encontrar un puesto en el sector.
"Hay mucho trabajo. Si despiden a un vigilante hoy en día, según está, que no hay vigilantes, tiene que ser porque ha hecho algo súper gordo", declara López, que asegura que "hay tanta demanda de empleo que es habitual que las grandes empresas del sector ofrezcan packs de bienvenida de hasta 1.000 euros" para atraer a la escasa mano de obra disponible.
Los requisitos de entrada al sector han variado desde principios de siglo, cuando Pérez se incorporó a la seguridad privada. Actualmente, para obtener el TIP, se requiere superar un examen teórico que consiste en contestar entre 80 y 100 preguntas de opción múltiple y una prueba de aptitud física. Desde septiembre, además, siete institutos de Aragón, Canarias y Comunidad Valenciana han empezado a impartir una nueva Formación Profesional en Técnico en Seguridad, una reclamación tanto de patronal como sindicatos del sector que se esp...