Ubicada a los pies de los Alpes, la noble, elegante y popular ciudad piamontesa fue colonia romana, ciudad de los Saboya y primera capital de Italia
La capital de la región del Piamonte, en el norte de Italia, esconde muchas sorpresas agradables para quienes decidan visitarla en una escapada. A la belleza imponente y serena de sus plazas y bulevares se añade una gastronomía única, un abanico de cafés históricos llenos de nostalgia y sabor y una oferta de arte y cultura difícil de igualar. Hay mucho que ver y disfrutar en esta ciudad italiana rendida a los pies de los Alpes y estas son algunas de sus visitas imprescindibles.
La impresionante Mole Antonelliana es el símbolo de Turín y también uno de los iconos de Italia
Nada más llegar a la ciudad la vista se irá directa al símbolo de Turín y uno de los iconos de Italia, que servirá además como punto de referencia durante la visita, la Mole Antonelliana, un edificio monumental que con sus 168 metros llegó a ser el más alto de Europa. Debe su nombre al arquitecto que la empezó a construir en 1863, Alesandro Antonelli. La obra fue diseñada inicialmente para ser una sinagoga, pero con los años fue sufriendo sucesivas ampliaciones y hoy alberga el interesante e interactivo Museo Nacional del Cine.
Plazas y soportales
Con la Mole como referencia, la visita al centro histórico de Turín es una experiencia cómoda de transitar y pasear. Se puede recorrer casi como en un juego, transitando de plaza en plaza por sus bellos soportales. Porque Turín es también la capital de los soportales, con 18 kilómetros de estos espacios cubiertos a modo de claustro, de los cuales 12 kilómetros son consecutivos, por lo que se pude ir de plaza en plaza siempre a cubierto. Una de las plazas de la ciudad, la de Vittorio Veneto, junto al río Po, es de hecho la plaza porticada más grande de Europa.
El centro histórico de Turín lo vertebran 18 kilómetros de soportales llenos de cafés históricos y galerías comerciales
Galerías comerciales, tiendas y puestos de libros jalonan estos soportales, así como los cafés históricos de Turín, llenos de historia y tradición, como el Fiorio, que data de 1780, es el más antiguo del centro y presume de que fue ahí donde se inventó el helado de cucurucho. Por tanto, además del café hay que probar sus helados, como seguramente hicieron los escritores Herman Melville o Mark Twain, que lo frecuentaron.
Los bulevares y las grandes plazas de Turín están repletos de edificios señoriales de estilo barroco y cafeterías antiguas, ya que la dinastía Saboya se encargó de convertir a Turín en una ciudad bella y organizada al estilo de las más sobresalientes de Europa. La Piazza Castello y la Piazza San Carlo, conectadas por la Vía Roma, son de visita imprescindible. En la popular Piazza Carignano se encuentra el palacio barroco que le da nombre y algunos de los locales más simbólicos de la ciudad, como el restaurante Il Cambio, con una mesa simbólica siempre reservada para el conde de Cavour, figura fundamental en la unificación de Italia. En la farmacia de una esquina de esta plaza no encontrará medicinas sino cruasanes con forma de cubo de Rubik.
El Museo Egipcio
En uno de los laterales de la Piazza Carignano está uno de los principales atractivos de Turín, el Museo Egipcio, que en 2024 ha celebrado su segundo centenario con una cuidada renovación. El de Turín es el museo más antiguo del mundo dedicado exclusivamente a la cultura egipcia, el segundo en importancia tras el de El Cairo por el valor y volumen de su colección y uno de los museos más visitados de Italia. Cuenta con más de 40.000 piezas expuestas, que incluyen esfinges y estatuas icónicas como la de Ramsés II, tablillas antiguas, objetos funerarios y cotidianos, sarcófagos, papiros y momias humanas y de animales. Una de estas momias, de una mujer, tiene un impacto especial entre los niños por su terrorífica expresión. La han bautizado como “La Pepa”. El museo alberga, como elemento curioso, una de las únicas cinco pelucas auténticas de estilo Cleopatra que se conservan en el mundo, realizada con pelo natural.
La Sábana Santa
Otra de las atracciones de Turín, por la que es conocida en todo el mundo, sobre todo el católico, es por albergar la Sábana Santa o Síndone. Se encuentra custodiada en una capilla lateral de la catedral de Turín y se puede contemplar el baúl o sarcófago que la protege, ya que esta tela funeraria en la que quedó impresa la huella del cuerpo de Cristo tras ser crucificado sólo es visible cuando así lo decida el Papa. Polémicas aparte sobre su autenticidad o no, la Síndone convierte a Turín y su catedral en uno de los lugares de peregrinaje cristiano más importantes del mundo.