El punto donde el Pirineo se encuentra con el Mediterráneo nos deja unos paisajes muy especiales entre los que se esconden pueblos llenos de encanto y unos vinos que merece la pena conocer
La Costa Brava es conocida por sus playas. Nombres como los de Aiguablava, Tamariu, Sa Tuna o L’Escala nos transportan inmediatamente a los mejores días del verano y a unos paisajes típicamente mediterráneos. Pero entre todos estos kilómetros de costa hay mucho más y lo mejor es que no hay que esperar a los meses de más calor y más turistas para disfrutarlo.
La excusa para perdernos en la provincia de Gerona va a ser el vino, unos caldos que cuentan con el sello de Denominación de Origen y cuyas pequeñas bodegas llevan mejorando desde hace siglos. Y es que aquí se lleva produciendo vino desde el siglo VI a.C., cuando las primeras colonias grecorromanas se instalaron en estas tierras tan fértiles. Por eso esta ruta del vino del Ampurdán parte de Ampurias, donde todo comenzó.
Primera parada
Situada frente al Mediterráneo, las ruinas de Ampurias son el único yacimiento arqueológico de la Península Ibérica donde conviven los restos de una ciudad griega, Emporion, con las de una ciudad romana, Emporiae. Un lugar tremendamente especial tanto por su ubicación como por la importancia de su legado y que se puede recorrer de la mano de una arqueóloga y sumiller en las visitas que organiza Glops d’història. Un recorrido en el que la historia del vino cobra todavía más importancia.
Segunda parada
Un poco más al norte se llega a Roses, puerta de entrada al Parque Natural del Cabo de Creus. Aquí, además de poder visitar elBulli1846, un museo sobre el restaurante de Ferran Adrià, es fácil distinguir los viñedos que vuelven a ocupar las laderas en forma de terraza, como se hizo siglos atrás y ahora muchas bodegas tratan de recuperar. Un buen ejemplo es la bodega Mas Marés, que organiza diferentes actividades como catas en los viñedos al atardecer. Uno de los mejores planes de la zona.
Tercera parada
Toca separarse del mar y adentrarse en el Alto Ampurdán para visitar una de las bodegas más espectaculares de nuestro país: Perelada. Diseñada por RCR Arquitectes, ganadores del Pritzker 2017, se inauguró hace dos años coincidiendo con el centenario del proyecto empresarial de la familia Suqué Mateu. Se trata de una bodega de diseño, muy diferente al concepto o la idea que se tiene cuando se piensa en una bodega tradicional, que, además, está acompañada de un hotel de lujo con spa y un restaurante con estrella Michelin.
Desde aquí hasta Capmany hay 16 kilómetros y más de diez bodegas que abren sus puertas y venden sus vinos para poder comprar y conocer en profundidad esta Denominación de Origen que en el 2025 celebrará su 50 aniversario.
Cuarta parada
Muy cerquita de Capmany hay un espacio que hay que incluir en la ruta si te gusta experimentar con el vino. En Vinyes d'Olivardots, Laura Masramon muestra cómo el vino puede maridar con todo lo que te gusta, solo se trata de encontrar el caldo idóneo. Así, solo tienes que decirle si prefieres el maridaje con queso, con chocolate o con cualquier otro producto de la zona, donde lo bueno abunda.
Quinta parada
Cantallops marca el final de la ruta del vino del Ampurdán. Ya casi en la frontera con Francia destaca este pequeño pueblo de piedra al estilo tradicional ampurdanés que sigue manteniendo un trazado medieval. Un punto en el que hay que probar los vinos de sus bodegas para poder compararlos con los primeros, aquellos que se producen junto al mar, donde comenzó la ruta más sabrosa de Gerona.
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