Ovejas adiestradas para no comerse los rosales. Concretamente, con aversión inducida a devorar la Rosa Narcea, una variedad de rosa antigua única en el mundo que aún crece en el concejo asturiano de Cangas del Narcea. Posee un aroma inconfundible y un altísimo valor para la industria del perfume y la cosmética por sus aceites esenciales. Florece en mayo y se recolecta al amanecer, cuando sus pétalos se van desplegando y su perfume es más intenso.
Para que esta planta —en realidad un rosal espinoso de 1,5— crezca, es crucial que la vegetación no compita con ella (y que la oveja no la mordisques). Así que en una comarca con grandes cabañas de pastoreo orientada a las queserías, han tenido que inducir a los rebaños de ovejas una animadversión específica a machacar los tallos de las rosaledas, los olivares o las vides. Sí, como lo leen. Un condicionamiento conductivo ovino que ha sido posible, funciona y no tiene derivadas “para la salud y el bienestar animal”, garantizan los investigadores del grupo Recerca des Remugants de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Recuperar esta rosa Narcea fue un empeño personal de Carmen Martínez, investigadora de la misión biológica del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en Galicia y del grupo VIOR.
"Fue una casualidad, una serendipia", ríe. Durante un congreso en Bulgaria en 2017, cayó en la cuenta de que el viejo rosal de la casa familiar de Carbachu, una parroquia de Cangas, tenía una importancia singular y embarcó a su equipo en su recuperación. Años de estudio dieron sus frutos y se canalizó a través de un spin-off o empresa de base tecnológica que llamaron Aromas del Narcea. "Esta rosa es única y diferente a las otras dos que se utilizan en el ámbito del perfume a nivel mundial. Empezando por el mismo color de sus pétalos, de un rosa fucsia intenso. Nos dio mucho trabajo y muchos ensayos, pero salió y ha merecido la pena porque supera con creces nuestras expectativas", celebra la investigadora.
La resurrección genómica de esta Rosa Narcea se empezó a gestar en la primavera del 2018 con la extracción del ADN vegetal y avanzó en plena pandemia, a través de esquejes y plantas in vitro, como una nueva vía de desarrollo agrícola para el valle del río Cibea. Hacerla renacer fue una tarea milimétrica partiendo de dos ejemplares muy antiguos; uno de ellos anterior a 1832. Por el camino, mil anécdotas, cuenta Martínez, como cuando el toro de un prado vecino se zampó flores y tallos en un descuido y malogró todo una cosecha, así que tomaron nota de que necesitaban extremar el cuidado.
Hoy, explica Martínez a El Confidencial, tienen plantados 400 ejemplares en cuatro parcelas experimentales en fincas en altitudes de 500 a 1.200 metros en Genesoto, Cibea y Carbachu/Carballo —necesita frío y temperaturas bajo cero— con la implicación del municipio asturiano y de la comunidad local. En cada una de ellas aplican un método de control diferente: ovejas alérgicas, un robot segadora teledirigido o desbroces manuales para testar cuál resulta más ventajoso para el rosal.
Tienen otros 10.000 rosales preparados para plantar y el objetivo, a medio plazo, es involucrar a nuevos productores y avanzar en hectáreas. La misma investigadora del CSIC también está detrás de la extraordinaria recuperación del olivo en Galicia, fundamentalmente en las tierras inclinadas de Quiroga (Lugo) con una cosecha histórica este 2024
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La convivencia entre éstas ovejas, rosas, olivos y vides permite, además, "eliminar por completo" el uso de herbicidas y pesticidas, ya que los animales de cuatro patas se ocupan de ese control fitosanitario una vez que han dejado de comerse los brotes. Evitan que se forme un microclima de humedad que favorece el crecimiento de los hongos que atacan tanto al rosal como al olivo y las vides. "Tanto el uso de la robótica teledirigida como de las ovejas inducidas favorecen la conservación de la flora natural y la biodiversidad típica de cada zona; protegen el tapiz natural que cubre las parcelas de explotación agraria y evita su erosión", apunta el CSIC.
Un litro de aceite:16.000 eurosUn dato. Para producir un litro de aceite esencial de esta rosa del Narcea son necesarias tres toneladas de pétalos. La contrapartida es que su valor de mercado puede superar los 16.000 euros, que es la horquilla en la que se mueven los aceites de la rosa de la Grasse (Francia). De este tipo de rosa se aprovecha todo, porque el rastro verde que genera su procesado también tiene aplicaciones en farmacología, medicina e incluso en gastronomía.
¿Y cuál es la dificultad? Pues que la rosa del Narcea hay que recolectarla al anochecer y procesarla de inmediato in situ porque se marchita y diluye su aroma. El proyecto Agri-Rovenat para potenciar la expansión de esta variedad de rosa asturiana tan extraordinaria recibe el 80% de su presupuesto (598.225,45) de los fondos Feader (UE). Incluye, también, al olivo gallego y las vides de calidad de la Ribeira Sacra. Persiguen emprender en zonas con los índices de velocidad de envejecimiento y despoblación más elevados de Europa como las montañas y regiones interiores de Asturias y Galicia.
“Trabajamos en busca de soluciones pioneras y que, al mismo tiempo, sean compatibles con la conservación natural y el valor paisajístico de entornos agrestes, con una orografía complicada, pero un gran valor ambiental”, concluyen desde la Fundación General CSIC, que han logrado embarcar a empresas como Ovejas y Corderos, Millasur, Ouro de Quiroga, la Fundación Laboral Santa Bárbara, que emplea a personas con distintos grados de discapacidad en tareas de desbroce, o al Instituto de Productos Lácteos de Asturias.
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