Todos nos arrancamos a cantar para despedir a Mayra Gómez Kemp, que se marchaba del plató en soledad.
La última vez que coincidí con Mayra Gómez Kemp en TVE fue en el Estudio 1 de Prado del Rey, el gran plató donde la imaginación se convertía en televisión. Allí también se hizo alguna que otra temporada el Un, dos, tres... responda otra vez. Cómo no. Mayra no reconocía muy bien el lugar. El lado industrial ha ido ganando terreno al barullo teatral de la factoría televisiva en la que ella se curtió.
Pero, al final, conseguimos dar con el sitio exacto donde se colocaba aquella escalera por la que descendía en cada comienzo del Un, dos, tres... responda otra vez. Nos dio la pista el techo del Estudio 1, que cuarenta años después sigue intacto.
Chicho Ibáñez Serrador, creador del Un, dos, tres..., era un maestro de la liturgia escénica y se le ocurrió que Mayra no sólo debía bajar la escalinata luminosa de la grada como una presentadora de tantas, también debía ir dando la mano al público para proyectar esa cercanía cómplice que es la base de la tele.
Mayra me contaba que muchos miraban a sus ojos fuertemente para que acudiera a saludarles. Sabían que así salían seguro en una tele que veía todo el país al unísono. Otros, en cambio, temían su acercamiento, pues podían quedar delatados ante sus jefes, pues el programa se grababa los martes en pleno horario laboral... E ir a un rodaje de Un, dos, tres era no conocer nunca cuando ibas a salir del plató. Y, entonces, no había móviles para poder dar señales de vida.
Pero la ilusión de estar viendo la tele desde dentro permitía todo. "Hacer televisión es un ejercicio de paciencia", siempre explicaba Mayra al público antes de grabar el programa. Un buen consejo para la vida en general y preparación psicológica para que no se asustaran ante los parones de grabación de un show que era una obra de artesanía audiovisual. Lo tenía todo, entrelazando juego, tramas de ficción con sus buenistas y antagonistas, suspense, erotismo, música y una buena dosis de la comedia que retrata un país. Un país de grandes personajes secundarios que plagaban el Un, dos, tres... Un país machista, también.
Por eso mismo, descolocó que Chicho Ibáñez Serrador eligiera a una mujer al frente del retorno del Un, dos, tres... responda otra vez en aquellos años ochenta que nos pensábamos modernos pero no lo éramos. Los señoros de la época entendían que las mujeres no tenían la misma autoridad que un hombre para domar un gran espectáculo de estas características. Así Mayra se convirtió en la primera mujer al frente de un concurso de prime time en el mundo. Y se alzó como la comunicadora más carismática del programa más recordado de la historia de la televisión española.
Mayra llevaba la credibilidad ejercitada en tantas horas de trabajo en hoteles como cantante en Miami (allí conoció a Frank Sinatra) o en los teatros de la trastienda de la plaza de Los Cubos en Madrid, donde participó en el primer montaje en nuestro país de The Rocky Horror Picture Show. Con censura incluida, que les impedía pronunciar, por ejemplo, la palabra travestí. Pero daba igual. Ella decía travesti. Travesti. Travesti. Travesti. Una y otra vez.
Chicho ya la conocía bien. Como integrante del Trío Acuario, que cantaron una canción al ghosting antes de que supiéramos que era eso -Flor del Viento, se llamaba el tema- o como presentadora del mítico espacio infantil Dabadabadá. Aunque sobre todo se quedó con un dato importante cuando la vio trabajar en algunos cameos que hizo en las temporadas de Kiko Ledgard en el más vetusto Un, dos, tres...: su precisa memoria. Un programa que era como rodar un complejo largometraje a la semana necesitaba a alguien que supiera que la mejor improvisación es la mejor ensayada. Mayra tenía en la cabeza hasta las comas del guion y luego se dejan sorprender por la imprevisibilidad. Con carácter. Con ímpetu. Porque nunca fue parte del decorado.
Era honesta. Hasta para verbalizar sus cabreos. Eso traspasaba también la pantalla aunque siempre se mantuviera en su papel de poner orden. Y aquella última vez que la vi en el Estudio 1 de Prado del Rey me percaté del vacío de cuando los focos se apagan. Acabó la entrevista en el programa La hora de La 1 d... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}