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Francisco Larrañaga, el ciudadano filipino español condenado a finales de los noventa en el país asiático por asesinato y violación, ha logrado acceder a la libertad condicional 27 años después de su arresto. Las autoridades de Filipinas le detuvieron en 1997, poco después de los hechos, y le impuso una pena de muerte que luego le fue conmutada por cadena perpetua. En 2009 logró que le trasladasen a España para seguir cumpliendo su pena en una cárcel vasca. La Audiencia Nacional le ha otorgado ahora el último paso antes su libertad definitiva.
“Observa buena conducta y existe un pronóstico individualizado y favorable de reinserción social”, alega el auto dictado por el juez central de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis Castro Antonio. Cuenta con el visto bueno de la Fiscalía, que no se ha opuesto a esta medida. Aunque no es ejecutiva y se puede recurrir, no es previsible que ni el preso ni el ministerio público se opongan.
Larrañaga cumple la semana que viene las tres cuartas partes de su condena la semana que viene, pero no terminará de saldar sus cuentas con la justicia hasta el 28 de septiembre de 2034, según los cálculos de la Audiencia Nacional. La propuesta de concederle la libertad condicional parte de la Junta de Tratamiento de la cárcel de la que depende, integrada por los funcionarios y profesionales que tiene contacto habitual con él.
Francisco Juan Larrañaga González tiene la nacionalidad española, aunque nació en la localidad filipina de Cebú en 1977. Cumplirá en diciembre 47 años, por lo que ha pasado más de la mitad de su vida entre rejas. La sentencia dictada por la sala 7 del Tribunal Regional de Cebú le impuso en 1999 dos condenas de cadena perpetua, pero el Tribunal Supremo de aquel país revisó el fallo y le cambió una de las dos cadenas perpetuas por una condena a muerte por inyección letal.
Esquivó la ejecución cuando en 2007 las autoridades filipinas aceptaron conmutarle de nuevo la pena de muerte por una cadena perpetua. También establecieron el límite máximo de cumplimiento en 40 años de prisión.
La sentencia consideró probado que el 16 de mayo de 1997 Larrañaga y siete cómplices detuvieron el coche en el que viajaban a la altura de una parada de autobús en la que se encontraban dos hermanas. Las obligaron a subir al auto donde las golpearon y las amordazaron.
A una de las chicas la violaron y la mataron al arrojarla por un barranco. Después violaron a la segunda hermana, cuyo cuerpo nunca apareció
Después las metieron en una furgoneta y se las llevaron a un lugar apartado. A una de las chicas la obligaron a bailar mientras le arrancaban la ropa. Luego la violaron entre todos y la mataron al arrojarla por un barranco. Posteriormente, violaron también a la segunda hermana, cuyo cuerpo nunca apareció.
Este es el relato de hechos que figura en la documentación remitida a las autoridades españolas cuando se produjo su traslado a una cárcel de Euskadi, donde tiene familiares. En Filipinas esos actos se consideran homicidio, violación, secuestro y detención ilegal. Si hubiese que haber aplicado el Código Penal español (en ese momento la versión de 1995), serían homicidio, agresión sexual y secuestro.
En el año 2016, las autoridades penitenciarias españolas le concedieron un tercer grado, el paso previo a la libertad condicional que ha logrado ahora. Larrañaga está desde su llegada a España en 2009 en la cárcel de San Sebastián tras un breve paso por Soto del Real (Madrid). Llegó a las 23.34 horas del 7 de octubre de ese año a la terminal T2 del Aeropuerto de Madrid Barajas.
En el aeropuerto madrileño le esperaban entre otras personas su tía Tota Cardona, su prima Maisha Ortoll, y su abogado, Javier Viada, además del diputado Juan Moscoso. El entonces ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, agradeció al Gobierno de Filipinas su "eficaz" colaboración para hacer realidad el traslado a España del preso.
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