A veces se sinceran. En un reportaje publicado en El Mundo, Miguel Ángel García, portavoz del Gobierno madrileño del PP, decía que hoy, en la política española, “prima la comunicación sobre la gestión”. Ximo Puig, expresidente socialista de la Comunidad Valenciana, aseguraba que, para ganar elecciones, lo esencial es “la instalación en el imaginario colectivo de tu relato”. Por su parte, Iván Redondo, exdirector del Gabinete del presidente Sánchez, escribió que en nuestra política “no es fácil distinguir lo que es realidad de lo que es ficción”. Quien mejor lo dice es Gabriel Rufián: “La verdad ya importa poco”. En resumen: con la política reducida a una representación mediática y plagada de asesores de comunicación, nuestros políticos no dedican sus mejores energías a tratar de mejorar nuestras vidas, sino a intentar engañarnos. Es duro, pero es así.
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