Desde recibir imágenes o mensajes sexuales no solicitados hasta ser chantajeados con la difusión de fotos íntimas. Tres de cada cuatro menores en España han sufrido algún tipo de violencia sexual ligada a las nuevas tecnologías. Es la principal conclusión del informe ‘Violencia sexual contra la infancia y la adolescencia en el ámbito digital’ elaborado por la Fundación Mutua Madrileña con la colaboración del Equipo Mujer-Menor (EMUME) de la Guardia Civil. Además, tras la alta cifra que demuestra lo extendido que están este tipo de comportamientos, destaca otra, que en muchos supuestos, las víctimas no terminan de ser conscientes de la gravedad de los hechos vividos.
El estudio, realizado a partir de 3.000 encuestas a adolescentes y padres, pone en evidencia que el impacto emocional que sufren los progenitores al enterarse de que sus hijos han sido víctimas es superior en todos los casos a la importancia que le dan los propios menores. Por ejemplo, en el supuesto de haber recibido fotos sexuales no solicitadas, el volumen de padres que califica estos hechos como graves o muy graves, es significativamente superior a lo expresado por los jóvenes, un 47,9% frente a un 28,2%.
Además, solo el 32,5% de los menores consideró como hecho grave o muy grave que un adulto se hubiese puesto en contacto con él con fines sexuales y un 31,9%, en el caso de que alguien hubiese usado inteligencia artificial para crear fotos de él desnudo. El mayor grado de concienciación de los jóvenes se da en el supuesto de haber sido objeto de burlas, insultos o amenazas después de que se haya colgado alguna imagen suya en Internet (47,3%), haber sido víctima de algún chantaje (43,45) o que alguien haya reenviado vídeos íntimos suyos sin su permiso (42,7%).
“No es que lo hayan normalizado, pero se produce con tanta asiduidad que muchos chichos no lo consideran algo extraordinario”, ha señalado el director general de la Fundación Mutua Madrileña, Lorenzo Cooklin, en la presentación del estudio. En la misma línea, María Dolores Gimeno, teniente coronel de la Guardia Civil, ha señalado que “no ven la gravedad que tiene porque están inmersos en su realidad y así lo viven. Cuando lo verbalizan empiezan a ser conscientes del problema. Viven en su burbuja y ven que al otro le ha pasado, y al otro, y al otro…”.
De ahí que Gimeno haya remarcado la importancia de seguir impulsando medidas de sensibilización entre los adolescentes ante este tipo de hechos, muy comunes, como demuestran los datos, y una realidad que la teniente coronel no ha dudado en calificar de “extrema gravedad”.
De ese 75% de jóvenes que en el estudio respondieron que habían sido víctimas de algún tipo de violencia sexual, el 43,2%, el grupo más numeroso, señaló que había recibido imágenes con contenido sexual no solicitadas, el 41,8% recibieron mensajes insistentes para quedar o buscar una relación y el 40,2% fueron objeto de comentarios sexuales no solicitados. Y aunque el volumen de afectados es menor en los supuestos que mayor impacto tienen en la vida de los jóvenes, los datos no dejan de encerrar una dura realidad. El 24,4% fue presionado para enviar contenido sexual, el 23,3% fue espiado por su pareja o por su ex, el 17,8% fue chantajeado, el 15,1% vio como reenviaron imágenes suyas de contenido sexual sin su consentimiento y el 12,9% sufrió que alguien hubiese creado fotos suyas con inteligencia artificial.
El 30% de los menores que participaron en el estudio aseguraron haber tenido que recibir atención psicológica tras los hechos sufridos, mientras que los datos no demuestran que haya una diferencia significativa entre niños y niñas. El 53% de las mujeres y el 47% de los hombres aseguraron haber sido víctimas de algunos de los supuestos recogidos y en la mayoría de casos, el agresor (52,2%) era un conocido, o bien un amigo, o la pareja o un compañero de estudios, y, al igual que ellos, menor de edad (57,6%).
El 30% de los menores que participaron en el estudio aseguraron haber tenido que recibir atención psicológica tras los hechos sufridos
El estudio, como ha desgranado el director general de la Fundación Mutua Madrileña, además arroja que la inmensa mayoría de chavales no denuncia estos hechos. Uno de cada tres no se lo contó a nadie y solo uno de cada cuatro se lo comunicó a sus padres. Por eso, los casos que llegan a la Guardia Civil o Policía Nacional son muy bajos. Solo un 22,1% de los casos en los que alguien ha amenazado a un menor con difundir contenido íntimo llega a los agentes, el porcentaje es del 19,8% en el supuesto de que un adulto haya contactado con un menor con el objeto de mantener una relación sexual y es de un 12,6%, en el supuesto de que el joven haya sido presionado para enviar vídeos o fotos sexuales.
¿Cómo prevenir?
Ante lo extendido del fenómeno y ante la constatación de que los jóvenes, en muchos casos, no saben calibrar la gravedad de lo sufrido, Gimeno ha ofrecido una serie de consejos para que padres, centros escolares y menores sepan detectar este tipo de situaciones y puedan prevenirlas o actuar correctamente en el caso de que ya se hayan cometido. La agente ha señalado que los padres deben “establecer un núcleo de confianza suficiente” con sus hijos y “saber qué uso hacen de los dispositivos. Desde el principio hay que saber qué aplicaciones tienen y si chatean”. Además, ha recomendado que se adopten controles parentales que permitan regular el tiempo de uso de los dispositivos y qué páginas consultan.
A los profesores ha pedido que se comporten como “influencers” de los adolescentes. “Tienen que crear hábitos saludables y que sepan cómo deben usar las nuevas tecnologías”, ha señalado. Los colegios e institutos pueden ser una herramienta clave para que los adolescentes dispongan de la información necesaria “para saber cómo actuar ante cualquier circunstancia e incluir en las materias módulos sobre seguridad y prevención online”.
Y respecto a los menores, Gimeno ha defendido que una de las medidas más importantes es concienciarles de que siempre se tienen que asegurar de que en Internet están hablando con la persona que ellos creen. “Comienzan a hablar con gente sin conocerla físicamente, y piensan que hablan con una chica de su edad y a lo mejor es una persona de 60 años con antecedentes por agresión sexual. Este es un riesgo que les cuesta ver”, ha destacado. También que sean conscientes de que en cuanto compartes algo pierdes el control de ese contenido y que si ellos reenvían una foto pasan a ser “tan culpables como el primero que lo hizo”. Por último, Gimeno ha querido llamar la atención sobre el control al que están sometidos muchos menores por parte de sus parejas o exparejas: “Eso es violencia de género, quien lo comete es autor de un delito de violencia de género y quien lo sufre es una víctima. No son conscientes de este hecho”.
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