La conservación de alimentos es un paso crucial para el buen mantenimiento del producto que más tarde se come. Fases como la refrigeración y la congelación hacen que muchos ingredientes que se usan en las recetas diarias no se estropeen o desarrollen bacterias u hongos que lleven a intoxicaciones alimentarias.
En la cocina, saber manipular los alimentos con los que más tarde haremos nuestro recetario rutinario es lo más importante. Los ingredientes requieren de unos cuidados para preservar nuestra salud. Las intoxicaciones alimentarias son de las infecciones más comunes en España y la mayoría se producen por comer comida contaminada o en mal estado. Es por ello que se necesita un conocimiento básico de cómo conservar productos frescos, así como los que ya están cocinados.
Por otro lado, se presenta el problema de llenar la nevera hasta reventar o mantener una desorganización. Colocar los táper o los alimentos frescos que necesiten refrigeración, también necesita tener un control. Y, es que, existe la posibilidad de que no esté ayudando a tus alimentos a alagar su vida útil o lo que es lo mismo, estás acelerando su proceso de descomposición. Por lo general, estos suelen ser por la exposición a la luz, temperatura, humedad y la sequedad. Esto hace, por tanto, que la aparición de bacterias, moho u otros hongos aparezcan teniéndolo que desechar. Pero, existen otras situaciones como la liberación de gases.
No juntes los alimentos en la nevera con estas frutas y verduras
Hay algunas frutas y verduras que de forma natural liberan un gas llamado etileno. Estas la producen para que su proceso de maduración se lleve a cabo. Este tipo de alimentos que por lo general provienen de la tierra, así como las plantas y flores, actúan como seres vivos que son. Por ello, también tiene un proceso de oxigenación en la que producen dióxido de carbono, agua y este gas comentado: el etileno.
A este se le considera como la 'hormona vegetal' de carácter gaseoso. En su papel más químico, se trata de un hidrocarburo gaseoso incoloro y altamente inflamable compuesto por dos átomos de carbono y cuatro átomos de hidrógeno (C2H4). Como se ha comentado, de este gas depende en su gran mayoría el proceso de crecimiento de muchas de las frutas y verduras que se usan diariamente en la cocina.
Uno de los ejemplos más comunes en los frigoríficos es ver los cajones mezclados de verduras y frutas, por ejemplo, con la lechuga u otras hojas verdes. Estas, que contiene una proporción alta de agua, no suele tener una utilidad prolongada y su descomposición es más acelerada si a su lado tiene los siguientes alimentos:
- Manzanas.
- Plátanos.
- Pera.
- Tomate.
- Aguacate.
- Fresas.
- Melocotones.
- Ciruelas.
En la nevera también solemos guardar alimentos como el brócoli, las zanahorias, los espárragos o el pepino. Cabe destacar que estos alimentos son considerados sensibles a este gas etileno, así pues, presta atención a su almacenamiento.
Y fuera de la nevera: aleja a las cebollas de las patatas
Tan tradicionales en nuestra gastronomía y tan ricas combinadas en la cocina, pero la verdad es que en crudo las cebollas y las patatas mejor separadas. Si eres de los que guarda las hortalizas y los tubérculos en cestas, estas dos no pueden compartir territorio también por el etileno. De hecho, la patata se considera uno de los alimentos altamente sensible a este gas producido naturalmente por las cebollas.
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