Juan Carlos Girauta encarna la perfecta definición de lo políticamente incorrecto. Su extensa experiencia en la arena política ha ido siempre de la mano de reflexiones y comentarios que han espoleado sus admiradores y condenado sus detractores. Ni a unos ni a otros le ha sorprendido nunca los cambios de chaqueta del barcelonés. Ha militado en hasta tres formaciones de muy distinto pelaje, y ahora se embarca en su cuarta aventura de la mano de Vox, un extremo al que se ha ido escorando desde su ruptura con Ciudadanos en 2019.
Como adelantó El Confidencial, el siempre polémico abogado y periodista no pudo rechazar la oferta de su "amigo" Santiago Abascal para ir de número tres en la lista de Vox para las elecciones europeas, por detrás de Jorge Buxadé, que repite como cabeza de lista, y Hermann Tertsch. Lo hará, eso sí, como independiente. Pero su incorporación implica el regreso al ruedo tras una legislatura completa en el burladero. Aunque nunca se apartó de los focos.
La línea que siempre ha unido a Girauta con Abascal ha sido el "combate a lo woke". El primero, desde su asociación 'Pie en Pared', que comparte con su amigo y también exdirigente de Cs Marcos de Quinto o la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Y el segundo, desde el escaparate de la tercera fuerza política en España. El coqueteo entre ambos dirigentes ha sido constante en los últimos años. A Girauta, de hecho, se le ha podido ver en charlas y manifestaciones junto a Vox. Nunca entendió, ni cuando aún estaba dentro del partido naranja, que desde Ciudadanos se quisiese levantar un cordón sanitario al partido ultraconservador por sus "legítimas" reivindicaciones.
Juan Carlos Girauta iguala a Toni Cantó en su gira por la geografía política nacional. También lo intentó con la música, la "espina clavada" de su carrera, pero no funcionó. A los 16 años flirteó con el maoísmo y militó en la Joven Guardia Roja, las juventudes del Partido del Trabajo de España (PTE). Pero sus prioridades en aquella época eran distintas a la política. Se afilió, como reconoció en una entrevista para El Mundo en 2018, para "divertirme y ligar".
La temporada a la izquierda del tablero político acabó en 1986, tras unos años de afiliación en el PSC, cuando sí creía que los socialistas encarnaban la esencia del constitucionalismo en la era de Jordi Pujol. En los años siguientes se acercó al PP, hasta el punto de enrolarse en tres candidaturas electorales: dos en 2003, en las municipales y autonómicas catalanas; y otra en las generales de 2004 por la circunscripción de Girona, en la época en la que Josep Piqué lideraba a los populares en Cataluña.
Juan Carlos Girauta iguala a Toni Cantó en su gira por la geografía política nacional
Como reconoció en 2015 en La Vanguardia, se distanció de los populares poco tiempo después por desavenencias con Mariano Rajoy, que le hizo ver que el PP de Cataluña se dedicaba "a halagar a enemigos y menospreciar a sus escasos amigos". Ahí comenzó su acercamiento al Ciutadans de Albert Rivera. La experiencia con Vox en el Parlamento Europeo no será la primera incursión de Girauta en terreno comunitario. En 2014 ya logró escaño cuando se presentó como número dos de la lista del partido naranja en las elecciones europeas.
Girauta encabezó la lista de Ciudadanos por Barcelona en las generales de 2015, cuando se produjo el salto nacional de la plataforma de Albert Rivera, con un abultado resultado de 40 escaños en el Congreso. Repitió en 2016, cuando la formación bajó a los 32 diputados. Y continuó como una de las caras más visibles del proyecto naranja en los comicios de abril de 2019, aunque en ese momento encabezó la candidatura por Toledo. Ciudadanos tocó su techo político con 57 escaños, pero perdería prácticamente todo su capital político en la repetición electoral de noviembre.
El partido bajó a los 10 diputados y supuso el fin de la era de Albert Rivera. Girauta abandonó un día después de la dimisión del líder de Ciudadanos. "Se ha aplastado a un hombre bueno, y yo no quiero estar ahí después de eso", apuntó. La baja no la tramitaría hasta meses después. El detonante fue la decisión de Inés Arrimadas de pactar con Pedro Sánchez la extensión del estado de alarma en mayo de 2020.
El exdirigente de Ciudadanos nunca se ha caracterizado precisamente por tener pelos en la lengua. Ha criticado abiertamente a todos los partidos en que ha militado. Con el PSC se quedó a gusto. En un tuit les llegó a calificar de "lameculos paniaguados mezclados con ladrones pijos", que aderezó con el apellido de "traidores, acomplejados, inmorales y nacionalistas". Lo escribió en 2019, cuando aún estaba en la primera línea política con Ciudadanos.
Los continuos improperios en sus redes sociales forzaron la suspensión de su cuenta en Twitter en 2022 tras llamar "subnormal" a James Rhodes. Girauta también ha encendido en alguna ocasión el lanzallamas contra el PP, al que siempre ha afeado sus remilgos a pactar con Vox. Tampoco dejó de apretar el gatillo contra Inés Arrimadas, a la que acusó de forma indirecta de orquestar una suerte de conspiración para hundir a Albert Rivera, y a la que acusó de "traición" junto al resto de la entonces cúpula de Ciudadanos. Cuatro años después, vuelve a la primera fila de la mano de Vox. El tiempo dirá si la nueva adhesión termina o no como las anteriores.
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