La incorporación de la salud visual, las gafas y las lentillas a la cartera común de la Seguridad Social se materializará en un importante ahorro en las miles de personas que sufren algún tipo de complicación en la vista. Para que el anuncio de Mónica García no se quede en un brindis al sol y se evite una saturación desmedida de los especialistas oftalmólogos, Sanidad tendrá que tener en cuenta el desmedido incremento de la miopía en los más jóvenes, lo que se traducirá en mayores complicaciones dentro de unos años. Además de la necesidad de ofertar y cubrir más plazas en la especialidad de oftalmología, la noticia reabre la pugna con los ópticos para ver quién se hace con la asistencia primaria de la salud visual.
La realidad acucia: uno de cada tres adolescentes es miope; cuatro de cada diez ven borroso o doble al mirar a la pizarra; a uno de cada cuatro le cuesta leer o lo hace despacio; uno de cada tres necesita entrecerrar los ojos para ver bien de lejos; y uno de cada tres siente escozor en los ojos tras un tiempo de estudio. Estos datos, resultado de un estudio que preguntó a casi 3.700 jóvenes de entre 12 y 18 años impulsado por Visión y Vida, Correos Express y la Fundación Mapfre, se condensan en uno solo: el 55,4% de los jóvenes en España cree que ve mal.
Más allá de este análisis de percepción, no son pocos los estudios que alertan de la dinámica. En mayo de 2023 salía a la luz un estudio que corroboró cómo el 19% de los niños españoles entre 5 y 7 años ya son miopes. Para 2030, esperan que este porcentaje aumente hasta el 30,2%. Otro estudio anterior, publicado en 2019, indagó en la salud visual de 6.152 niños con edades comprendidas también entre los 5 y 7 años. En ese momento, los investigadores atestiguaron que el 43,3% de los participantes pasó más de tres horas realizando actividades cercanas y el 48,9% de este grupo estuvo más de la mitad del tiempo utilizando dispositivos electrónicos. Además, sólo el 9,7% pasaba más de 2,5 horas al aire libre cada día.
Uno de los errores en los que suele caer la ciudadanía es pensar que la miopía se puede corregir con el uso de gafas o lentes de contacto. La miopía debe considerarse una enfermedad y ser tratada por los profesionales médicos oftalmólogos, y no únicamente por los optometristas de las ópticas: “La miopía tiene complicaciones asociadas como mayor probabilidad de tensión ocular o una aparición más precoz de cataratas”, explica Salvador García-Delpech, miembro de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO).
Para ellos este problema no es nada nuevo. “El aumento de la miopía en los jóvenes comenzó en los países asiáticos, donde se implantó el trabajo que obligaba a fijar la vista a corta distancia de manera continuada a la hora de elaborar placas base de chips”, aduce el experto. De esta forma, el incremento de la miopía está relacionado también con el cambio del estilo de vida. Según ejemplifica, “los chavales han pasado de descansar tras estudiar y ponerse a ver la tele, que al menos está a varios metros de distancia, a que se pongan con el móvil, a apenas un palmo de sus ojos”.
No son las pantallas, sino lo cerca que las utilizamos
De hecho, esta es una de las denominadas como epidemias del siglo XXI. “Pronto veremos un aumento del número de cirugías y complicaciones que sufrirán la gente que ahora está en la adolescencia”, añade. Este integrante de la SEO recuerda que no se trata tanto de la luz azul de las pantallas, que ya se ha demostrado científicamente que no afecta a la calidad de la visión, sino el uso continuo y desmedido de dispositivos que obligan a estar enfocando de cerca la vista. Evitarlo es fácil con la regla 20-20-20. Cada 20 minutos, lo ideal es descansar la vista durante 20 segundos enfocando a unos 20 pies de distancia, es decir, 6 metros.
Al fin y al cabo, la miopía es un crecimiento más allá de lo normal del ojo que debe tratarse médicamente. “La gente dice que tiene miopía, se pone gafas y ya está arreglado, pero eso no es así. Lo ideal sería una colaboración conjunta entre los ópticos y los oftalmólogos”, propone García-Delpech.
Alfredo Ferrer es el secretario de comunicación de la Asociación Profesional de Oftalmólogos de España (APOE), desde donde intentan defenderse de lo que denomina un “constreñimiento” de sus actuaciones, mermadas por el servicio ofrecido por los ópticos. “La miopía ha ido a más entre los jóvenes por el uso continuo de pantallas, es un tipo de especialización del ojo que conlleva complicaciones”, subraya.
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Eva Carnero
Este oftalmólogo asentado en Valencia alerta de la “oleada de problemas oculares que vendrán dentro de unos años”. Ferrer tiene hijos adolescentes y sabe bien que la cuestión radica en la “dependencia psicológica y el uso constante de las redes sociales a través de un móvil, en el que los jóvenes tienen todo lo que necesitan”. De nuevo, no son las pantallas lo perjudicial, sino la poca distancia de los ojos a la que se utilizan. “Si después de estudiar en clase o en casa, en lugar de caminar un poco o descansar, coges el móvil, es igual que si alguien ha hecho 80 kilómetros con la bici y para descansar se pone a correr 10 más”, ilustra el especialista.
Falta de oftalmólogos en la pública
El Ministerio de Sanidad asegura que todavía no tienen datos ni medidas concretas para materializar el anuncio de Mónica García. De todas formas, García-Delpech considera positivo el anuncio de integrar las gafas y lentes de contacto en la Seguridad Social: “El Estado debe preocuparse por nuestra sanidad. Sabes que cuando entras en una óptica te puedes gastar 500 euros fácilmente”. Desde su punto de vista, actualmente sí hay oftalmólogos en España para cubrir la demanda que, previsiblemente, se incrementará en pocos lustros, pero con una excepción: si todos los oftalmólogos trabajaran para la sanidad pública.
Por otra parte, no es tan inusual que las gafas y lentes de contacto estén cubiertas por la Seguridad Social. Así sucede en países de alrededor como Alemania o Francia, donde desde hace años hay establecido una especie de copago, como en España ya sucede con miles de medicamentos. “En Francia, tú llegas a una óptica, la que quieras, y pagas la consulta. Luego, el Estado te devuelve un alto porcentaje al confirmar la visita”, ilustra el propio García-Delpech.
"Esto es una enfermedad y no se va a arreglar con optometristas", reitera el integrante de la SEO
Lo que es seguro es que las complicaciones visuales irán a más, por lo que en el futuro tendrá que haber más oftalmólogos en la sanidad pública, entren o no las gafas en la Seguridad Social. “Esto es una enfermedad y no se va a arreglar con optometristas”, reitera el integrante de la SEO.
Por su parte, Ferrer se retrotrae a la adjudicación de las plazas de especialidad una vez terminada la carrera de Medicina para explicar la falta de oftalmólogos. “Se forman médicos de manera insuficiente, y menos especialistas. Aquí, todos tienen que enfrentarse al MIR, un examen muy complejo en el que no se tiene en cuenta la vocación del estudiante. En Alemania no existe ese examen, por ejemplo”, desarrolla.
Guerra abierta con los ópticos
Aunque falta la elaboración final del anuncio de Mónica García sobre la inclusión de las gafas y lentes de contacto en la sanidad pública, desde la perspectiva de este oftalmólogo todo se resumirá en dinero: “Todo es cuestión de dónde y cómo quieran invertir. Yo creo que gastan dinero en otras cosas que como médico veo menos importantes para la salud”, critica.
Además, este último movimiento podría desatar una guerra entre oftalmólogos y ópticos: “Los ópticos quieren acaparar el control de la asistencia primaria de la salud visual y eso les viene bien a los políticos porque son unos profesionales más abundantes que nosotros y cobran mucho menos”, explicita Ferrer. “No solo se trata de poner los medios suficientes, sino de despolitizar este tipo de decisiones. Si todo está subordinado a los intereses políticos, no deberíamos extrañarnos de estar como estamos”, concluye.
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