La borrasca Gloria arrasó el litoral catalán en 2020 y desde entonces la comunidad ha vivido otros episodios similares, y aunque de menor intensidad han puesto en evidencia las carencias estructurales de la costa. En los últimos tres años, la Dirección General de la Costa y el Mar ha invertido más de 10 millones de euros en actuaciones solo en la provincia de Barcelona.
Una de las zonas más afectadas durante estos años ha sido la comarca de El Maresme, al norte de la capital, que cuenta con un territorio altamente urbanizado en el que las primeras viviendas están a poco más de 50 metros de la playa. Poblaciones como Montgat, El Masnou, Premià de Mar o Vilassar de Mar solo están separadas del mar por la carretera Nacional II y la línea de tren R1. Detrás de estos dos muros se expande ahora lo poco que queda de lo que antes eran grandes playas de arena.
Según el director del Observatorio de GeoRiesgo de Cataluña, Joan Manuel Vilaplana: “Son estas estructuras rígidas y la urbanización las que colaboran en la aceleración de la desaparición de las playas”. Vilaplana explica que, además de las vías del tren y la carretera, otro tipo de construcción que tiene un papel crucial en este deterioro del litoral son los puertos deportivos. Estas instalaciones hacen de barrera e impiden que la arena se distribuya de manera natural, siguiendo la corriente de norte a sur que transcurre en la costa de Barcelona. Por lo tanto, la arena que antes llegaba a las playas procedente de ríos y rieras lo hace ahora en mucha menos cantidad, hipotecando el futuro de las playas.
Hasta 11 paseos marítimos en el punto de mira
A principios de mes, la Generalitat presentó los resultados de un estudio sobre la vulnerabilidad de los puertos y paseos marítimos catalanes ante el cambio climático. Según este estudio, realizado por el Centro Internacional de Investigación de los Recursos Costeros (CIIRC) en colaboración con la UPC, el Servicio meteorológico de Cataluña, Puertos de la Generalitat y la Oficina Catalana del Cambio climático, en 2100 el 91% de los puertos presentarán riesgo alto o muy alto de inoperatividad de sus muelles.
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El estudio analiza la situación de 45 puertos y 31 paseos representativos del litoral. Una vez más El Maresme queda en el punto de mira, sus paseos marítimos son los que están ante un mayor riesgo y sus puertos están más expuestos a la perdida de la operatividad, la inundación de los muelles y embarcaciones por la subida del mar.
Respecto a los paseos marítimos, 11 presentan riesgos altos a medio plazo y muy altos a largo plazo, por lo que los especialistas han recomendado acometer una serie de obras para revertir estas situaciones. Los más afectados son los ubicados en El Maresme, con especial atención a los de Vilassar de Mar, Premià de Mar, El Masnou y Montgat, seguidos de Sitges y Pineda de Mar, todos en la provincia de Barcelona. En Girona están en el punto de mira los de L'Escala y Llançà, y en Tarragona, L'Ampolla y Salou.
5 millones en arena “que se llevará el mar”
Para intentar frenar el retroceso de las playas provocado por el temporal Gloria, en 2020 se invirtieron 3.400.738 en toda la costa barcelonesa. En 2023, en cambio, el ministerio gastó 4.971.255 euros en una sola actuación en una única población, Premià de Mar. El objetivo de esta obra ha sido crear dos nuevos espigones, alargar el ya existente y reponer con arena del fondo marino la playa hasta crear una superficie para estirar las toallas de casi 50 metros de ancho. Esta aportación de arena llega tan solo tres años después de que ya se llevase a cabo el movimiento de otros 19.250 m³ de áridos en julio de 2020 como obra de emergencia tras la borrasca Gloria.
Esta es una intervención que los geólogos consideran inexplicable y “alucinante” ante la situación que evidencia que los dragados de arena no son útiles. Desde el Observatorio de GeoRiesgo se confiesan “sorprendidos” ante la decisión del Ministerio de Transición Ecológica de llevar a cabo esta actuación contraria a su propia política de renaturalización de las playas. “Quizás este verano tienen playa, si no viene ningún temporal, pero cuando venga uno fuerte está claro que esta playa desaparecerá”, explica su director.
El geólogo insiste en que la experiencia de muchas décadas de dragados de arena del fondo marino ha demostrado que la perdurabilidad de estas actuaciones es muy limitada, además de afectar profundamente al ecosistema sumergido. En su opinión, “el coste es tan inasumible que no compensa al beneficio de una temporada turística” y añade que “hasta los ayuntamientos saben que esta no es la solución, pero están contentos porque el pueblo quiere playa”.
Frente a esta opinión, el director de playas del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), Daniel Palacios, defiende la actuación en Premià e insiste en que, además de las aportaciones de arena, también se han construido infraestructuras para proteger la nueva playa. Además, asegura que el cambio de criterio debe ser por el impacto del movimiento de arena a nivel ecológico y no por motivos económicos. “No es una cuestión realmente económica, solo hay que comparar el coste de regenerar una playa con aportaciones de arena con el coste de un kilómetro de AVE o de una autopista”, argumenta.
El efecto devastador de la vía del tren
Entre Barcelona y Mataró se construyó la primera línea de ferrocarril de España y para reducir su coste, las vías se colocaron junto a la playa. Hoy por ellas pasan a diario los trenes de la denominada línea R-1 de Rodalies, que utilizan miles de barceloneses. Desde los vagones se puede ver la espuma que moja las ventanillas en días de temporal. En Montgat el tren pasa prácticamente por encima del mar, solo les separa un muro de rocas que protege las vías de ser engullidas por el agua. Pero los expertos alertan que estos muros de contención empeoran la erosión, el agua choca con más fuerza y acelera el proceso de desaparición de la playa.
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Según reconoce Palacios, en el caso de Montgat se ha perdido prácticamente la totalidad de la playa, alrededor del 90% de la arena. La zona más ancha, que antes tenía unos 65 metros, ahora tiene tan sólo 15.
La restauración de estos arenales pasa por recuperar las anchuras que tenían en el pasado, cuando la construcción de los paseos marítimos les robó su espacio natural. No hay manera de renaturalizar las playas si no se traslada la línea de tren R-1 al interior de las poblaciones y se peatonaliza la carretera nacional, según los geólogos. Palacios está de acuerdo: “La manera de luchar o adaptarse al cambio climático es volviendo hacia atrás, retrocediendo hacia el interior”. Sin embargo, defiende la regeneración de las playas como una medida de transición, pero intentando “minimizar las aportaciones de arena”.
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