La vieja lucha entre familias que ayuda a comprender el polvorín de Vox en Baleares

La vieja lucha entre familias que ayuda a comprender el polvorín de Vox en Baleares

Semana clave en Baleares tras la crisis desatada en el seno de Vox. Este martes vuelven las sesiones de control a la cámara autonómica, aun con la presidencia del Parlamento, que ostenta Gabriel Le Senne, en el aire y a la espera de los informes jurídicos. El episodio, cuyo precio todavía está por calibrar, tiene como antecedente más próximo la votación del techo de gasto el pasado mes de octubre, cuando quedaron patentes las distintas sensibilidades en la formación. Y de nuevo llueve sobre mojado. Las heridas de mediados de 2022, con el enfrentamiento entre Jorge Campos y Fulgencio Coll, siguen abiertas y ayudan a explicar el polvorín en las islas.

El grupo municipal de Vox en Palma, con Coll a la cabeza, acusó en verano a los líderes autonómicos, entre los que sobresalía Campos, de tratar de aislarlos si no se sometían a su criterio. También de intentar por todos los medios que el coronel Coll no se volviera a presentar como candidato a la alcaldía. La guerra estaba servida entre los bandos de la formación ultraconservadora en el Ayuntamiento de Palma y el Parlamento autonómico.

Las directrices de Madrid para solucionar el choque llegaron a cuentagotas. En enero de 2023, se confirmó que Fulgencio Coll iba a presentarse en la lista del Consistorio y que Jorge Campos iría al Parlament. Pero Campos, que llegó al partido de la unión de Actúa Baleares con Vox, debía dejar la presidencia de la formación en Baleares después de 5 años. No hubo congreso para relevarle y la nueva presidenta balear fue impuesta por Madrid: Patricia de las Heras.

Ignacio S. Calleja

Vox dio un salto significativo en las elecciones del 28 de mayo. Pasó de 5 a 8 escaños en el Parlamento balear, aunque Campos no tomó posesión de su acta como diputado. Pasó a encabezar la lista de la formación ultraconservadora al Congreso por Baleares, algo que allanaba la gobernabilidad en el archipiélago. Una decisión que, pese a ser aceptada por el propio implicado, dejó un poso en la organización.

Así se pudo constatar la semana pasada, con el envío anónimo a diferentes medios de comunicación de un informe que De las Heras habría enviado a la dirección en Madrid en junio. En el escrito explicaba cómo Campos y su entorno trataron de menospreciarla cuando accedió a la presidencia, denunciando una supuesta trama del exlíder en las islas para quedarse con fondos de la formación.

Pese a los buenos resultados en los comicios, Vox no entró en el Ejecutivo en Baleares. El partido firmó un acuerdo de gobernabilidad con el PP que recoge que los populares tienen la presidencia del Govern y ellos la del Parlament. Pero en la Cámara autonómica todo ha saltado por los aires y ni siquiera está claro quién integra el grupo parlamentario o quién debe elegir al sustituto de Le Senne. Tampoco si él será destituido. Las diferencias y los egos han quedado de nuevo al descubierto.

Por un lado, están los oficialistas. Se trata del todavía presidente de la Cámara, Gabriel Le Senne, y la presidenta de la formación en Baleares, Patricia de las Heras, que nombró al propio Fulgencio Coll, líder en Palma, como vicepresidente en el organigrama del partido en las islas.

Ignacio S. Calleja

Y por otro, los díscolos, que fueron quienes amagaron con desobedecer las directrices de Bambú en la votación del techo de gasto, lo que supuso la marcha de Xisco Cardona, el diputado menorquín de Vox. Son Idoia Ribas, abogada y líder de ala dura junto con Sergio Rodríguez; Manuela Cañadas, gran defensora del castellano y contraria a cualquier imposición lingüística; y Agustín Buades, quien llevaba la implantación territorial. De perfil más bajo que los anteriores aparece María José Verdú, quien compagina su cargo como diputada en el Parlament con el de regidora en el Ayuntamiento de Bunyola.

Fue precisamente en esa votación del techo de gasto cuando se empezó a hacer evidente la división en el Parlament. Tanto Le Senne como De las Heras empezaron a cuestionar el rumbo de la formación en las islas, alejado de la dirección nacional. Y la situación ha llegado a un punto de no retorno, con los dos primeros expulsados de forma unilateral del grupo parlamentario y el grupo de díscolos reivindicando que son ellos quienes ostentan el control.

Ahora, tras estallar el polvorín, todo está en el aire porque Santiago Abascal y sus afines tienen el control del partido en el archipiélago, pero están expulsados del grupo parlamentario. Y los rebeldes dominan el grupo en la Cámara, pero no tienen ni voz ni voto en la formación porque han sido expulsados por Bambú.

Le Senne sigue como presidente del Parlament gracias a una maniobra con la que ha ganado tiempo hasta que los informes jurídicos decidan sobre lo adecuado de su cargo. En el Govern de Marga Prohens, atrapados entre las dos facciones enfrentadas, confían en que sus socios lleguen a un acuerdo para evitar una situación en la que habría que decidir un nuevo presidente o presidenta del Parlament balear. Los dos grupos han intentado un acercamiento con una primera toma de contacto, pero las heridas no han llegado a cerrarse.



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