Poco se trabaja el mundo de la noche desde una perspectiva cultural. Resulta difícil encontrar historias y mensajes que ahonden en muchos de sus divertimentos y profundidades. Más cuando las posibilidades parecen infinitas, desde los preparativos hasta los restos finales y casi eternos de cualquier fiesta.
El artista Alejandría (así, solo con su nombre de pila) lleva un tiempo indagando en estos imaginarios, a la vez que como DJ y promotor —él es uno de los encargados del afamado club El puñal dorao (sin d)— ha sido capaz de establecer una relación más abierta y decididamente expresiva con lo que es la cultura de club y la nocturnidad.
Este sábado presenta en La Casa Encendida la obra escénica After, que forma parte de una trilogía donde también se incluyen piezas como Cruising y K-hole. La obra, que cuenta con 16 bailarines y una cuidada puesta en escena, es su proyecto más ambicioso hasta la fecha. También su trabajo más abiertamente sonoro, donde se podrán escuchar algunas de las músicas que el artista ha compuesto ex profeso para este proyecto. La pieza se enmarca dentro de Acento, el programa de investigación escénica de la institución madrileña situada en el barrio de Lavapiés.
La noche como origen
"Me gusta decir que en el arte siempre debe de haber fiesta y en el club siempre tiene que haber cultura", explica por teléfono. La trilogía de la noche es un proyecto que se inicia alrededor de 2017, cuando también da comienzo el club El puñal dorao. Alejandría define esta pieza como el motor que ha dado sentido a su posterior trayectoria como artista plástico. "Con ella arranca todo el proyecto, que surge a través de mi propuesta de trabajo de fin de máster estudiando el máster de práctica escénica y cultura visual del Museo Reina Sofía", detalla el también DJ y productor.
En ese momento, en el que enseña y presenta sus primeras versiones, que define como beta, "ya se incluían los matices que he ido desarrollando durante estos años de carrera como director escénico". A pesar de ser un perfil embrionario, donde todo debía de desarrollarse, el propio Alejandría tiene claro que debe estructurar la propuesta en tres capítulos, "para contextualizarlo también en universos distintos".
El club, y todo lo que surge y sucede a su alrededor, sirve al artista para reflexionar sobre todo tipo de asuntos. El primer capítulo es After, y está inspirado en el imaginario de la cultura de club actual. Sin embargo, las otras dos partes abordan lenguajes mucho más fantasiosos. Cruising, por ejemplo, "se inspira en la recreación de lo que podría ser una cultura de club precristiana, en culturas como mucho más paganas, en un contexto temporal del pasado". Y el último capítulo, K-hole, se desarrolla en un futuro de ciencia ficción y fantasía.
“Cada capítulo tiene un universo propio, tanto estéticamente como musicalmente, vestuario, visuales y todo, pero todos tienen el hilo conductor de hablar de la noche como excusa para reflexionar sobre cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo y con el cuerpo de los demás”, detalla de una triptico que se encuentra atravesado por la teoría queer, la diversidad de la noche y el underground menos exuberante
La decadencia de la fiesta
Más que celebrar los encuentros fortuitos y la belleza de lo improvisado, donde el misterio realza la elegancia de aquello que no se conoce. Alejandría se adentra en los lados menos brillantes e iridiscentes de la noche. “Por supuesto que me parece muy sexy la noche, toda la fantasía que hay. Pero siento que eso está como muy trabajado por el medio audiovisual”, cuenta. “Me interesa más toda esa parte oscura y decadente que también se puede encontrar. Y como en la fiesta se genera una energía de positividad, de euforia, de disfrute, pero que en realidad oculta unas capas por debajo de una humanidad triste y desgastada”.
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Abraham Rivera
Y continúa en esa línea, interesándose en lo que él llama el derrumbe y la decadencia de la fiesta. “Ahora mismo estoy en ese punto, contrastando lo estético, lo sexy y lo eufórico, con todo lo que viene después y las capas que subyacen a todo eso”, puntualiza. “Desde que yo me entiendo como artista, me he nutrido artísticamente del contexto de la noche: las personas que la habitan, los movimientos, la música, la iluminación. Todo ese universo a mí me ha fascinado y he considerado que es muy sexy para trabajar desde el lenguaje del arte contemporáneo”
El puñal 'dorao'
Todo esto no habría sido posible si hace siete años no hubieran aparecido en Madrid una serie de fiestas que cuestionaban la línea más convencional de la cultura de club. “En Madrid había una oscuridad en la escena nocturna, a la que no estábamos acostumbrados la gente que llevamos tiempo viviendo a la noche, estaba como la escena dominada por el trap, por unas masculinidades tóxicas en la pista de baile, y que a los clubes del underground que estaban surgiendo no nos interesaba”, rememora de esos años, 2017 y 2018, donde aparecen otros espacios de disidencia.
“Sentíamos que había una falta de propuestas diversas y otras maneras de entender el club, maneras que ya habíamos vivido en otras etapas de Madrid o en otras ciudades y que sabíamos que eran posibles”, continua describiendo. Tal vez por ello, varios colectivos se sienten con la necesidad y con las ganas de promover sus propios proyectos de club, “que en un principio veíamos como muy inalcanzable, porque que los clubes al final forman partes de promotoras de una industria mucho más grande, pero al final desde el underground, como colectivos pequeños, empezamos como a hacer nuestras cositas”. Y ese mismo año aparecen ‘Culpa x Culpa’ y ‘Chica Gang’.
"Hemos puesto mucha dedicación, mucho trabajo y cariño en proponer otra escena posible"
Para Alejandría esto le parece simbólico y bello: “Porque al final somos colectivos que hemos trabajado muy de la mano, que nos sentimos como cómplices. Y hemos puesto mucha dedicación, mucho trabajo y cariño en proponer otra escena posible. Tengo la sensación, después de celebrar casi siete años de Puñal Dorado, que hemos marcado una escena en la noche que se ha contagiado también a otras partes de España”.
Hoy, desde el País Vasco, en espacios como Dabadaba o El balcón de Lola, siente que hay una escena cultural donde los colectivos queer tienen mucho que decir. ¿Y cómo está Madrid en este momento? “Madrid ahora mismo está en muy mal momento, las cosas están muy difíciles, las salas son muy abusivas y al final los colectivos sufrimos bastante. Pero obviamente Madrid es nuestra casa, tenemos un público que es nuestra familia y le debemos que ‘El puñal’ vuelva en algún momento”.
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