Este destino portugués de paisajes abruptos, impresionantes acantilados y temperaturas cálidas, cumple todos los requisitos para disfrutar de unas vacaciones con la naturaleza como protagonista.
Situada frente a la costa africana y en medio del archipiélago del mismo nombre, buena parte del encanto de Madeira reside en su infinidad de enclaves de naturaleza salvaje y en los paisajes de contrastes. Pero además, la isla cuenta con un suave clima tropical, que la convierte en el destino perfecto en cualquier momento del año. Si estás planeando una escapada fuera de España, este paraíso verde que se eleva sobre el Atlántico, te enamorará seguro.
Qué ver en Funchal, la capital de Madeira
Además de ser la capital, Funchal es también la ciudad más grande de todo el archipiélago, y nuestro punto de entrada a la isla. Entre sus principales atractivos está el casco histórico (zona Velha), con el encanto de su estilo colonial y su bonita catedral del siglo XVI, que destaca por su techo de madera tallada. Tampoco se podría entender Funchal sin el funicular, el jardín tropical o el colorido mercado Dos Lavradores, donde encontrarás todos los sabores isleños.
El Jardín Botánico
Gracias a su privilegiado clima, la isla cuenta con este maravilloso y colorido jardín de más de 2.000 plantas dispuestas al estilo de los jardines ingleses y franceses del siglo XVII. También tendrás la ocasión de observar aves exóticas y pavos reales. Se encuentra a unos 3 kilómetros del centro, y se puede llegar tanto en bus como en teleférico. No debes perdértelo, y no solo porque es una de las visitas más relajantes, también porque desde todo lo alto encontrarás la mejor panorámica de Funchal.
Un baño en las piscinas naturales de Porto Moniz
En el noroeste de Madeira se encuentran estas piscinas naturales que están formadas por lava volcánica y que se abastecen de las aguas del Atlántico. El precio de entrada es de 1,50 €, y algunas son gratuitas. Aunque el agua está realmente fría, el lugar es tan bonito que merece la pena darse un buen chapuzón. Desde Funchal salen dos autobuses (la línea 80 y la 139) hacia Porto Moniz, uno de los pueblos con más encanto de la isla.
Camara de Lobos, uno de los rincones más bellos
Con su hermosa bahía, esta ciudad refleja de forma única la esencia de Madeira. Recorrer su paseo marítimo, disfrutar de la playa de Vigário o subir al pico da Torre para tener unas vistas de 360 grados son algunas de las propuestas para disfrutar de esta ciudad del sur. Además, encontrarás un rico patrimonio histórico, como bien muestra la iglesia barroca de São Sebastião, que cuenta con seis siglos de antigüedad. También te recomendamos visitar la capilla de Nossa Senhora da Conceição. Está situada junto a la bahía y tiene la particularidad de que es la primera capilla de la isla de Madeira.
La isla a través de sus miradores
En un destino de empinadas montañas y vertiginosos acantilados, no pueden faltar los miradores. Los encontrarás por toda la isla. Te recomendamos por su espectacularidad, el de Cabo Girão, considerado el cabo más alto de Europa. Es sobre todo famoso por su plataforma de cristal bajo los pies y a 580 metros de altura sobre el mar. Tiene unas vistas increíbles a las fajãs de Rancho y Cabo Girão, al océano y a los municipios de Câmara de Lobos y Funchal. Otro de los miradores es el del pico Ruivo, el más alto de la isla, en el que también podrás disfrutar de increíbles paisajes en medio de un mar de nubes.
Navegando entre ballenas y delfines
Estas aguas atlánticas son ideales para observar mamíferos marinos, como la foca monje (una especie en peligro de extinción), delfines y diferentes especies de ballenas. Además de ser uno de los puntos de interés turístico más populares, es uno de los mejores recuerdos que te llevarás de este viaje. Las barcas salen desde el puerto deportivo de Calheta, en el oeste de la isla. La excursión dura unas 2 horas y media, y cuesta 67 €. También puedes acercarte hasta las Islas Desiertas, tres pequeñas islas que están deshabitadas y son reserva natural.
La gastronomía, otro motivo para viajar a Madeira
Y si te preguntas qué tal se come en Madeira, te bastará saber que la gastronomía es uno de los puntos fuertes de este destino. Uno de los clásicos son las espetadas o brochetas de carne de vaca que se cocinan a la brasa en un palo de laurel. Y también el pescado y marisco, como no podría ser de otra manera. El clima de la isla permite el cultivo de frutas tropicales como el mango o la papaya, que dan un toque de sabor a muchos platos, y son también ingredientes importantes en la elaboración de algunos dulces.