Fernando Manso estuvo 18 días seguidos apostado en el mismo lugar del Parque de El Retiro para poder captar la magia que radia su Palacio de Cristal. Esperó y esperó hasta que la luz llamó a su cámara, casi oculta entre la niebla, justo cuando estaba a punto de amanecer en Madrid. Con ese cuidado, este fotógrafo realizó una de las series de instantáneas más conocidas de la región.
En total, 120 fotografías, no solo de la capital sino también de otros municipios de la Comunidad de Madrid, que ahora reedita la editorial Lunwerg bajo el título de Madrid. El éxito de sus creaciones no se hizo esperar. De hecho, el anterior embajador americano en España se quedó tan impresionado con su obra que compró varios ejemplares de la misma para regalar y uno fue a parar a Barack Obama.
Más de tres décadas de experiencia avalan a un Manso que todavía se emociona al hablar de su Madrid. "Todo comenzó en 2008, cuando la Comunidad lanzó un proyecto cuya idea era reflejar los espacios más interesantes de la región", relata el protagonista de esta historia. Él, como madrileño, propuso su particular perspectiva. En aquel momento, Manso no sabía que su obra terminaría reeditándose hasta en seis ocasiones.
Alejado de un catálogo al uso, la monografía conjuga esa necesaria visión de autor cercana a la esencia de los enclaves que muestra. "El criterio fue la plasticidad y la belleza de los lugares. En algunos me lo da el propio escenario, pero en otros lo tengo que buscar algo más, patear la calle para encontrar el encuadre más ajustado", explica. Pero la obra de Manso, tan aclamada, contiene otra particularidad: "Yo trabajo con cámara de placas de gran formato, así que el resultado es un acto de fe. Hasta que no revelo no puedo ver cómo ha quedado", específica.
El sol y los tejados
Una o dos fotos como mucho son las únicas testigos de un estudio minucioso previo. "En Madrid hay muchísimo sol, y es un aliado cuando hago interiores de iglesias o museos", concretiza. En su publicación, ejemplo de ellos son las instantáneas que realizó a la Parroquia de San Manuel y San Benito y la Catedral Magistral de Alcalá de Henares, al igual que al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. También hay escenarios que representa con una luz especial, aunque siempre natural, y así queda comprobado desde los tejados en los que se planta durante horas para encontrar el momento perfecto para activar su obturador.
Así, en los tejados captura vistas desde San Francisco el Grande, la iglesia de Santa Bárbara y Chinchón. Asimismo, los imprescindibles aparecen: la Cibeles y la Puerta de Alcalá en Madrid capital, pero El Escorial, por ejemplo, también. "Siempre he intentado hacerlo de forma diferente. En la Cibeles quería obviar la Torre de Valencia y buscar un encuadre en el cual ningún edificio de alrededor distorsionara la mirada", se explaya el fotógrafo.
Esa mirada de la que habla Manso, en muchas ocasiones, no se fija en lo que está sobre nuestras cabezas. Reflexionó sobre ello y tomó una decisión: "Me decanté por realizar una serie de escenarios que la gente desde la calle no ve o apenas aprecia", apunta. Así, la intuición de la enormidad de una estatua que corona el cielo de Madrid no es lo mismo que su apreciación si se toma de referencia lo humano. "Eso lo demuestro en las estatuas aladas del Ministerio de Agricultura o con la Minerva apostada en el Círculo de Bellas Artes, que domina toda esa parte de Madrid", ejemplifica.
Fotografiar lo ya fotografiado
La dificultad de poder retratar a la capital, concretamente, pronto se convirtió en una ardua empresa para Manso. "Madrid no es una ciudad como Florencia, Venecia, París, Londres o Roma, donde lo más destacado está junto, aquí me encontré con muchas pinceladas sueltas", incide. Al final, su trabajo se condensó en más de 15.000 kilómetros recorridos durante el año y medio en el que trabajó en el proyecto.
Salirse de lo común entraña sus riesgos, pero también su imaginación. Manso habla de la catedral de la Almudena: "No paraba de preguntarme cómo fotografiarla sin caer en los tópicos, así que me metí en el Manzanares con un traje de neopreno para poder hacer esa toma desde el río", describe. La catedral también adquiere cierto protagonismo, y más concretamente su campanario derecho, porque desde ahí Manso decidió esperar a que escampara después de cuatro horas de lluvia y así realizar la tan reconocida fotografía del Patio de Armas del Palacio Real.
En ese camino que anduvo, Manso intentó fotografiar lo inédito, y lo consiguió. Así lo atestiguan sus instantáneas de la Cascada del Pradillo, o algunas otras que encontró cerca de Buitrago de Lozoya. La naturaleza también está muy presente en el trabajo que llevó a cabo, representada en el volumen con escenas de La Pedriza, la vista del Parque de El Retiro nevado, el Pinar del Valle de la Barranca, el río Manzanares y la laguna de San Juan, entre otros.
Para encontrar esa visión de los escenarios que siempre estuvieron ahí, pero que rara vez fueron inmortalizados, el fotógrafo decidió salirse de los caminos habitualmente frecuentados. "Me recorrí toda la parte de enfrente del monte de Buitrago de Lozoya solo para encontrar la visión que quería dar desde un ángulo que sorprende", añade al respecto. Algo parecido le sucedió cuando se desplazó hasta Titulcia: "Quería sacar su puente de hierro de tal forma que diera la sensación de que pareciera un fotograma de Los puentes de Madison, que sorprendiera".
Madrid más allá de la capital
En cuanto a los municipios más allá de Madrid capital, Manso se decantó por huir de la masificación. "Vengo de una formación plástica muy especial que me ha hecho buscar una belleza en las cosas que no todo el mundo siente o tiene", indica. Eso le ha granjeado ser el autor del libro de fotografía con más ediciones a sus espaldas, según sostiene el propio fotógrafo. Además, la atemporalidad de la publicación le confiere cierto aroma a infinitud. Esa infinitud se aprecia en las fotografías de Buitrago del Lozoya, Peñalara, Torrelaguna, Manzanares El Real, Navalcarnero, Villanueva de la Cañada, y Aranjuez.
Por eso, la monografía aporta valor a cualquier persona que se tope con ella, tanto si conocen la Comunidad como si no. "Quizá yo fotografié las cuatro torres, que ahora son cinco, cuando todavía no estaban terminadas. Ese es uno de los pocos escenarios que sí podría haber trabajado algo más, pero desde que realicé la serie tampoco ha habido tantos cambios a nivel estructural en los edificios de la ciudad", concluye el propio Manso.
{getToc} $title={Tabla de Contenidos}