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Valencia tiene muchas barras donde pedir una caña y una tapa de bravas, pero pocas con la historia, el respeto del gremio y la regularidad de Rausell. Fundado hace más de 75 años, este restaurante familiar ubicado en la calle Ángel Guimerà es hoy un referente en la ciudad por su cocina tradicional, su producto de mercado y, sobre todo, por una barra que frecuentan desde vecinos del barrio hasta algunos de los chefs más respetados de la Comunitat. Entre sus tapas más emblemáticas, una sobresale con nombre propio: las patatas bravas.
A diferencia de otras versiones más agresivas, las bravas de Rausell se apoyan en una doble salsa que equilibra suavidad y carácter. Por un lado, un alioli casero y cremoso, sin exceso de ajo ni grasa; por otro, una salsa de pimentón con el punto justo de intensidad. La base son patatas de variedades como agria o vivaldi, cocidas a baja temperatura y luego fritas para lograr una textura crujiente por fuera y melosa por dentro, como detallan páginas especializadas como Patatas Bravas World. El resultado es una tapa sencilla, pero técnicamente impecable.
El restaurante donde tienes que comer sí o sí en Valencia: cocina tradicional desde hace casi 80 años
Roberto Ruiz AndersonLas bravas de Rausell no están concebidas como reclamo pasajero, sino como parte esencial de la carta desde hace décadas. En la zona de barra, donde se sirven junto a sepionets, montaditos o ensaladilla rusa, mantienen un precio contenido en torno a los 5 euros, lo que las convierte en una opción habitual tanto para clientes fieles como para quienes llegan recomendados por boca a boca. De hecho, en varias guías y listas independientes, figuran entre las mejores de la ciudad.
Una barra con alma y oficioRausell no es un bar de moda ni lo pretende. Es un negocio familiar que ha sabido crecer con coherencia, manteniendo su esencia. Hoy combina tres espacios diferenciados (barra, restaurante y zona de comidas para llevar), pero su espíritu sigue siendo el mismo que en los años cincuenta: cocina honesta, técnica y atención constante al producto fresco. Las bravas, aunque sencillas, representan bien esa filosofía.
Para quienes visitan Valencia y quieren entender cómo se construye el prestigio de un local sin necesidad de artificios, la barra de Rausell y su ración de bravas son una lección en miniatura.