
Este pueblo fronterizo y de calles en cuesta, además de contar con una de las fortalezas medievales más impresionantes de la Península, está rodeado de un precioso paisaje de encinas y alcornoques.
Cuando planeamos un viaje cercano, nuestros pueblos son la mejor opción para empaparnos durante unos días de la riqueza cultural y arquitectónica de España. Y en esto, la provincia de Extremadura, con la belleza y encanto de su entorno más rural, no deja de sorprendernos. Impresionantes pueblos que se aferran a su pasado conquistador, como Trujillo, o los que todavía mantienen el legado templario, como Olivenza y Jerez de los Caballeros, son solo algunos ejemplos de las maravillas que nos esperan al adentrarnos en esta tierra que demasiadas veces pasamos por alto. Y en nuestro afán por descubrir lugares nuevos, nos trasladamos hasta el noroeste de Badajoz para visitar Alburquerque, un pueblo al que le sobran motivos para convertirse en tu próxima escapada.
Qué ver en Alburquerque
Sus calles empedradas nos conducen por monumentos que fueron claves en nuestra historia: desde el Castillo de Luna (del siglo XIII), que jugó un papel importante en la defensa de la frontera con Portugal, a la Muralla de la Villa que ha protegido a Alburquerque desde la Edad Media.
La fortaleza más impresionante de Extremadura
El castillo de la Luna, es una de las visitas estrellas en esta localidad. Monumento Nacional, es también uno de los mejores exponentes de la arquitectura medieval. Sus áreas defensivas se van escalonando a lo largo de la ladera sobre la que se asienta, y desde arriba, es desde donde se puede tener la mejor panorámica de Alburquerque y de la Sierra de San Pedro.
El patio de armas acoge la iglesia de Santa María del Castillo (también llamada de las reliquias. Es de estilo románico tardío, y actualmente en ella no se celebran cultos.
Pero hay otro templo que no te debes perder por ser uno de los ejemplos más valiosos del estilo gótico-mudéjar en Extremadura: la iglesia de Santa María del Mercado (del siglo XV). Situada en el barrio medieval y a los pies del castillo, de su interior destaca el impresionante retablo mayor y el artesonado mudéjar que cubre la nave principal.
El acceso a la Villa medieval
La Puerta de Valencia es una de la antiguas entradas a la villa medieval que sigue en pie. Flanqueada por dos imponentes torres cilíndricas, era el punto de acceso para los que llegaban desde la vecina Valencia de Alcántara.
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