Paca, Tola y Furaco: la triste historia de un 'triángulo amoroso' que no dio fruto y se ha quedado ya sin las dos hermanas oseznas


         Paca, Tola y Furaco: la triste historia de un 'triángulo amoroso' que no dio fruto y se ha quedado ya sin las dos hermanas oseznas

Las dos hermanas, junto al oso cántabro, fueron clave para la repoblación del animal en España.

Asturias se ha despedido este jueves de Paca, una osa parda que se convirtió junto a su hermana Tola en símbolo de la recuperación de esta especie en España. El animal, que estaba bajo el cuidado de la Fundación Oso de Asturias (FOA) en el cercado de Santo Adriano, fue sacrificada a los 36 años por los problemas de movilidad que presentaba desde hacía un tiempo. La osa padecía artrosis y no ingería la medicación para aliviar los dolores. Tras evaluar su último informe veterinario, la Consejería de Medio Rural y Política Agraria autorizó que se le practicase la eutanasia.

La historia de las mellizas Paca y Tola no es nada menos que curiosa y acaparó la atención del país durante años. Un cazador furtivo mató a su madre en 1989. El hombre, cuando fue a recoger el cadáver, se encontró a dos oseznos junto al cuerpo. Entonces, decidió llevárselos a casa y los bautizó como Selva y Charlie. Al poco tiempo, y temiendo que alguien lo descubriese, los abandonó a su suerte en un monasterio en ruinas de Tineo. Allí, fueron encontrados por otro cazador y rescatados por el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil.

Las osas, a las que llamaron Paca y Tola —la primera en honor a una de sus cuidadoras y la segunda por el cazador que las encontró—, estuvieron en un recinto en Llanes. Después, pasaron un breve periodo en la localidad catalana de Vic y en el municipio conquense de El Horquillo. Ya en mayo de 1996 regresaron al Principado, a un espacio habilitado en la montaña de Santo Adriano. Como no podían sobrevivir en libertad, la FOA se hizo cargo de ellas. En 2004, tras un desprendimiento del terreno, fueron trasladadas temporalmente al Parque Natural del Cabarceno.

Un triángulo amoroso fallido con Furaco

Pero la fama de Paca y Tola llegó años después, tras un triángulo amoroso fallido con un oso cántabro. El país entero estuvo pendiente de que los animales se reprodujesen, ya que esta especie se encontraba en peligro de extinción desde el siglo XX y las dos hermanas eran clave para la repoblación del animal en España. El Principado de Asturias se puso en contacto con el Gobierno de Cantabria en 2008 para un encuentro entre las mellizas y Furaco, un oso que vivía en el Cabárceno y había tenido descendencia con otras hembras.

Sin embargo, parece que Furaco no acabó de gustarles a las hermanas, que ese primer año lo rechazaron. En la primavera de 2009, volvieron a intentar un acercamiento entre los tres osos. Esta vez Tola aceptó al macho y tuvo lugar un apareamiento. Intentaron reproducirse en hasta una veintena de ocasiones, pero la osa no se quedaba preñada. El presiente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, durante una visita a Gijón en 2011 aseguró que Furaco tenía 18 hijos en el Cabárceno y que igual el problema era que "las osas no funcionan" porque "son un poco viejas".

No fue hasta el 2012 cuando Tola y Furaco consiguieron reproducirse, pero sin éxito: nació la primera cría de unos 330 gramos, que fue encontrada muerta por los cuidadores. En un primer momento se dijo que la hembra la había aplastado, pero la necropsia lo desmintió. El osezno tenía malformaciones cerebrales, que podrían deberse a la avanzada edad de la madre, que tenía 23 años en ese momento. Además, durante ese tiempo, Paca tuvo que ser apartada porque la presencia del macho le generaba estrés y alertaba su hábitat. En 2018, tras nueve años de convivencia con las mellizas, Furaco regresó al Cabárceno.

La muerte de Tola afectó a Paca

La osa Tola, que sufrió la rotura de algunos huesos durante los encuentros con Furaco por el gran peso de este (unos 300 kilos frente a los 130 de la hembra) y tenía problemas en la cadera, fue encontrada muerta en enero de 2018 por su cuidador. Su salud había mermado en las últimas semanas y falleció por causas naturales a los 29 años. Se trata de una edad muy avanzada para un animal de esta especie, ya que los osos pardos suelen vivir entre 20 y 25 años.

Aunque Paca y Tola vivían en parcelas separadas, parece que la muerte de su melliza afectó a la osa: los días posteriores estaba desubicada. Paca no se quedó sola en el recinto. Allí compartía espacio con Molina, una osa nacida en 2013 y rescatada con apenas ocho meses de edad. Ahora, la Fundación Oso de Asturias se ha despedido de la que se convirtió en todo un símbolo para la comunidad, que fue sacrificada este 10 de abril a los 36 años de edad.

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