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Se da la circunstancia de que hemos celebrado los diez años de "Más de uno" en el Teatro Pavón y que nuestra dichosa efeméride radiofónica se corresponde con el centenario de la apertura del templo madrileño.
Es una celebración oportuna porque el Pavón ha recuperado el esplendor con que fue concebido. Y no solo por la vitalidad de la cartelera, sino porque las intervenciones arquitectónicas estuvieron a punto de malograrlo.
Sucedió en los años 50, cuando el Pavón fue reconvertido en cine y cuando el arquitecto responsable de la transformación, Corrales Gutiérrez, revocó la fachada con cemento gris y le otorgó un aspecto anodino, mortecino.
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Rubén AmónPor esa misma razón revistió tanta importancia la rehabilitación de principios de siglo (XXI). No solo porque el Pavón recuperaba el color y la fantasía de la fachada en las pautas originales del estilo decó, sino porque también reverdecía su posición de influencia en la vida teatral capitalina.
Había sido el Pavón una referencia del vigor cultural republicano, como se desprende del madrileñísimo estreno de Las leandras en 1931. Allí estaba Celia Gámez para canonizar El pichi y Los nardos. Y para imprimir carácter a un proyecto cultural que ha conocido toda suerte de vaivenes. Incluido el impulso creativo que concedió al Pavón la residencia de la compañía Kamikaze entre los años 2016 y 2021. El trepidante quinquenio fue un ejemplo de conciencia patrimonial y de vanguardismo, tanto por el replanteamiento de los clásicos -de "Hamlet" al "Misántropo"- como por la energía creativa que predispuso el talento dramatúrgico de Miguel del Arco.
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Rubén AmónSe explica así que nos sintiéramos un poco impostores los "actores" de "Más de uno" cuando celebramos el pasado martes nuestro décimo aniversario. Okupamos el escenario. Y nos permitimos recorrer los camerinos, servirnos unos vinos en el ambigú y encaramarnos a la cima del gallinero.
Fue el lugar que escogió doña Francisca Pavón para vanagloriarse del teatro que ella misma había impulsado como empresaria y mecenas cultural. Y como valedora de un estilo arquitectónico, el Art Decó, al que se adhirió el proyecto de Teodoro Anasagasti en el número 9 de la calle Embajadores.
Asistieron a la inauguración del teatro los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Batteneberg. Y se puso en escena Don Quintín el amargao, un estupendo entremés de Carlos Arniches y de Jacinto Guerrero que bien podría haberse recuperado ahora para darle significado al centenario.
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Rubén AmónLa efeméride se cumple exactamente en coincidencia con el Sábado de Gloria. Y permite evocar los recortes de la prensa de la época, empezando por una crónica de El Liberal que aludía al impacto que produjo la apertura del Pavón en la idiosincrasia de Lavapiés, a unos metros de Cascorro. "Cuentan y no acaban de esplendidez en el decorado, buen gusto y excelentes condiciones acústicas, sin mengua de sus dimensiones de teatro popular, que lo será en seguida seguramente. Situado en el mismo barrio que otros teatros populares, les aventaja en cantidad de localidades y reúne muchas condiciones indispensables ya para el gusto del público, que no se satisface fácilmente".
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