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Al Gobierno se le termina el tiempo para sacar adelante los presupuestos de este año. A punto de acabarse el primer trimestre, sin atisbo de que pueda poner de acuerdo a su irregular mayoría parlamentaria para aprobar las cuentas de 2025, prorrogadas por segunda vez consecutiva, el Ejecutivo ha puesto por primera vez plazo a sus aspiraciones. Fuentes gubernamentales, aseguran que el límite para enviar los PGE al Congreso sería principios de mayo. Este mes tendrían que empezar a tramitarse para que las Cortes le dieran el visto bueno en pleno verano.
No hay todavía ninguna señal que permita pensar en este calendario. Las condiciones que impone Junts -una inversión de 50.000 millones de euros en infraestructuras en Cataluña en concepto de deuda histórica- sólo para iniciar las conversaciones son inasumibles. Y aunque en el Ejecutivo suelen decir que los de Carles Puigdemont siempre comienzan las negociaciones en posiciones de máximos, hasta ellos mismos ven grandes dificultades de poder tener unas cuentas nuevas.
La Moncloa se da de margen el mes de abril y lo que pueda apurar de mayo para insistir a sus socios parlamentarios. Pero, a la complejidad de un acuerdo con Junts se suma ahora que Oriol Junqueras, en su segunda vida al frente de ERC, apuesta por un noviazgo tenso con los socialistas y reclama el compromiso previo de otros pactos como el cupo catalán. El Gobierno es consciente de este giro de ERC y asume que "los presupuestos son complicados y no sólo por Puigdemont".
Curiosamente, justo con él atraviesan un "momento dulce", después de haber pactado el traspaso de las competencias de inmigración a Cataluña y del apoyo de Junts a la reforma de la ley de Extranjería para obligar a las comunidades autónomas a acoger cupos de los menores inmigrantes que se encuentran hacinados en Canarias. Las "negociaciones fluyen", observan en Moncloa, y la relación "va mejorando". Pero sin engañarse sobre el impacto que esto tiene en las conversaciones sobre los PGE.
ERC apuesta por un noviazgo tenso con los socialistas
Josep Martí BlanchNo corren el riesgo de confundirse porque ni siquiera han avanzado en una nueva senda de déficit, el paso previo de los presupuestos, que Junts exige más laxa para las autonomías, con el objetivo de que Cataluña salga más beneficiada. "El planteamiento que hacen no es asumible", aseguran desde el Gobierno.
Con todos estos obstáculos sobre el tablero, ningún grupo en el Congreso ve factible que puedan aprobarse las cuentas de 2025. A lo largo de estos meses, las sensaciones sobre si tendrían PGE han variado casi por semanas, en función de si se ganaban o se perdían votaciones o de si había más o menos tensión con Junts. La falta de seguridad hizo que el Ejecutivo se instalara hace tiempo en la poltrona de que no pasa nada si no hay presupuestos porque se puede aguantar igual hasta 2027.
El Gobierno condiciona los presupuestos a que la negociación con Junts no sea "muy dura"
Marisol HernándezEn ese punto se ha situado el Gobierno. Que tampoco los haya en algunas de las autonomías del PP les sirve de ejemplo. Pero, sobre todo, sustituyen la normalidad política de no tener unas nuevas cuentas en que la ausencia de estrecheces económicas. El aumento de la recaudación y los fondos europeos, explican en la Moncloa, "facilitan la gobernabilidad". No hay asfixia financiera, subrayan, y el Ejecutivo puede jugar también con la movilidad de partidas presupuestarias que no han sido ejecutadas.
Lo que nadie del Gobierno dice ya es aquello de que los presentarían, tuvieran o no los votos para que todos los grupos se retrataran. Este discurso, que tenía más de amenaza a Junts que de realidad, se ha volatilizado. Ahora el mensaje es seguir, con o sin PGE. Una circunstancia que echa por tierra la tesis de que Pedro Sánchez sólo podría alargar la legislatura si conseguía aprobar unos presupuestos. La teoría ahora es que lo logró en el momento en que sacó adelante parte de su reforma fiscal y pudo exhibir que había hecho los deberes ante Bruselas. Fue entonces, según defienden sus socios parlamentarios, cuando quedó salvado. A falta aún de que acabe de cumplir con la UE y apruebe el impuesto al diésel.