La islamofobia también es de izquierdas y por eso Vox gana al poner el foco en tu vecino marroquí

La islamofobia también es de izquierdas y por eso Vox gana al poner el foco en tu vecino marroquí

Cuando Vox habla de "invasión migratoria" no habla de los 6,8 millones de inmigrantes que viven en España según el dato más actualizado del INE. Al menos no habla de todos ellos, sino de una parte. Lo demuestra la fijación que demuestran los dirigentes de la formación de Santiago Abascal por las personas que llegan desde el otro lado del Mediterráneo. La última pista la dio hace unos días Rocío de Meer, que calificó de "tenebroso" que el primer niño nacido en un pueblo zamorano en 18 años se llame Ayoub. Esta batalla de Vox contra los inmigrantes musulmanes es común al resto de fuerzas de la extrema derecha europea, igual que sus alertas sobre la teoría del gran reemplazo. "El gran éxito de la extrema derecha no es que ganen unas elecciones, sino que sus ideas ya han ganado mucho antes", explica Alberto López, investigador de la Universidad de Harvard y coautor de un estudio que indaga en la percepción sobre los musulmanes en la población de países musulmanes.

El proyecto lo encabezan López, que trabaja en el Centro de Estudos Europeos de Harvard, junto con Stuart J. Turnbull-Dugarte, de la Universidad de Southampton, y Muchael Hunklinger, de la Universidad de Amsterdam. La pregunta que se hacen es si los ciudadanos ven a los musulmanes como "al hombre del saco iliberal" a partir de las prácticas de las fuerzas extremistas. El punto de partida es la defensa "superficial" que las fuerzas que encabeza Donald Trump hacen de valores como la igualdad de género o los derechos LGTBI para "demonizar" a grupos étnicos y "presentar a los musulmanes como opuestos a los valores occidentales". Y la respuesta que han hallado después de un experimento de doble lista es que esa apuesta de la ultraderecha tiene efectos en el resto del arco político porque hay un caldo de cultivo en la población que hace que esos mensajes calen con facilidad.

"Hemos visto discursos y políticas de la alianza tricolor de Alemania que, a ciegas, podríamos pensar que son de extrema derecha", dice López sobre el Gobierno que encabeza Olaf Scholz en Berlín. Esto encaja también con el enorme choque que se produjo cuando la CDU, el partido de Angela Merkel, coqueteó con Alternativa por Alemania (AfD) rompiendo el histórico cordón sanitario para impulsar políticas más duras en materia migratoria. "Puede parecer estratégico, un intento por conservar el voto, pero la evidencia dice que cuando los partidos de centro cambian su postura en inmigración, los votantes apuestan por la extrema derecha", ilustra el politólogo gaditano en conversación con este periódico. Las encuestas de las elecciones federales de Alemania, previstas para el próximo 23 de febrero, colocan a AfD como segunda fuerza a apenas 5 o 6 puntos de los conservadores clásicos de Friedrich Merz.

El estudio de estos investigadores parte de un trabajo de campo realizado precisamente en Alemania, pero también en Países Bajos, Gran Bretaña y Estados Unidos con más de 1.000 participantes. El método utilizado, el experimento de doble lista, está pensado para "sacar del armario" opiniones que suponen un "prejuicio real". "Cuando haces preguntas directas es muy complicado detectar estas actitudes", detalla López, por lo que apostaron por hacer dos series de preguntas sobre sobre qué grupos consideran peligrosos para el colectivo LGTB. En una de las series están los musulmanes y en otra no, por lo que la diferencia entre un grupo y otro permite estimar qué porcentaje de los participantes en el estudio señala a los musulmanes como un riesgo para las personas LGTB.

Ángel Villarino

El resultado, publicado este viernes en el British Journal of Political Science, es muy llamativo ya que desvela un "penetrante y ubicuo" prejuicio sobre la población musulmana como riesgo para las comunidades LGTB. En Países Bajos, el porcentaje de participantes que considera peligrosos a los musulmanes es el más alto de los cuatro países, con el 70,3%. Le sigue Alemania, con el 65,6%, mientras que en Reino Unido alcanza el 60,7% y en EEUU se queda en el 58,3%. En todos los casos se trata de un posicionamiento mayoritario y, sobre todo, transversal. "Esta creencia no está sólo limitada a los 'sospechosos habituales", expresa Turnbull-Dugarte, que se refiere así a los votantes de extrema derecha y los contrarios a la inmigración.

"El estereotipo está ampliamente extendido por ciudadanos de todo el espectro político, incluso los que suelen ser más progresistas", insiste el investigador de la Universidad de Southampton, que asegura que "las posibilidades de que un votante de izquierda sostenga este punto de vista son sorprendentemente similares a los de un votante de derecha". Para los politólogos responsables de esta investigación esta "contaminación" sobre los "grupos étnicos externos" va más allá de esta constatación y otorgan un elevado potencial electoral a los partidos de extrema derecha que "explotan percepciones de amenaza homonacionalistas o femonacionalistas" basadas en estereotipos.

Ana Belén Ramos

El homonacionalismo y el femonacionalismo son fenómenos que consisten en activar una estrategia electoral que defiende tesis contra los inmigrantes basadas en el peligro que los extranjeros suponen para los valores occidentales, como la igualdad entre hombres y mujeres o la no discriminación por orientación sexual. Turbull-Dugarte y López ya publicaron hace unos años una investigación en Reino Unido y España que demostró que españoles o británicos de origen nacional son más propensos a defender los derechos LGTBI cuando quien los cuestiona son personas de origen extranjero. Este tipo de prácticas encajan con los mensajes propios de la extrema derecha, que suelen colocar a los inmigrantes, sobre todo musulmanes, como amenazas para la seguridad del colectivo LGTBI o de las mujeres.

"Hace 3 o 4 años había una regla entre los politólogos que establecía que el techo electoral para la extrema derecha antiinmigración era del 25%, pero cada vez hay más población seducida por este tipo de partidos", defiende Alberto López. La explicación a parte del crecimiento de estas formaciones está en el uso estas prácticas, ya que "aluden a actitudes con las que todo el mundo está de acuerdo, que la población de fuera tiene unos valores distintos e incompatibles". El investigador gaditano alude al caso concreto de la líder de AfD, Alice Weidel. "Es una mujer lesbiana que puede utilizar su identidad para presentarse como un partido más legítimo o menos peligroso, el partido que defiende a los LGTBI de la población musulmana".

El estudio no encuentra diferencias tampoco en el estereotipo entra la población LGTBI y la no LGTBI, lo que alimenta la tesis sobre el éxito del homonacionalismo. Esto, para los investigadores, explica el surgimiento de grupos como "Gays for Trump", una corriente de AfD llamada Alternative Homosexuelle o también figuras el partido de Marine Le Pen. "El colectivo LGTBI cada vez vota á a la derecha radical", reconoce Alberto López, que alude a Mathieu Chartraire, antiguo modelo que apoyó a la líder de Reassemblement National a pesar de los comentarios homófobos del fundador del partido, Jean Marie Le Pen.

Francesca Barca (Voxeurope. París)

El experimento de estos investigadores no ha incluido a participantes en España, pero López cuenta que los resultados de Países Bajos pueden ser hasta cierto punto extrapolables. Según el politólogo gaditano, tiene un perfil de inmigración parecido al nuestro, con un elevado peso de los marroquíes, aunque también con población del este de Europa (Polonia, Rumanía y Bulgaria). "Cuando la gente piensa en musulmanes, piensa en hombres jóvenes marroquíes y eso facilita el estereotipo", expone el investigador visitante en Harvard, que también es profesor de la Universidad Libre de Ámsterdam, y recuerda que en España hay dos ciudades donde la mitad de la población es musulmana, en referencia a Ceuta y Melilla.



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