La Ciudad Encantada de Guadalajara que no tiene nada que envidiar a la de Cuenca y que es gratisEste es el pueblo conocido como “la pequeña corte de la Mancha” que parece sacado de una película de Disney
Toledo alberga una de las obras maestras más célebres del arte universal, una creación que no solo deslumbra por su belleza, sino también por los secretos que encierra en sus pinceladas. Esta pintura, que atrae a miles de visitantes anualmente, guarda detalles ocultos que revelan aspectos fascinantes de su historia y del contexto en el que fue realizada.
El cuadro El entierro del señor de Orgaz, obra cumbre de El Greco, se encuentra en la iglesia de Santo Tomé. Encargada en 1586 por el párroco Andrés Núñez de Madrid, esta obra plasma el milagroso entierro de Gonzalo Ruiz de Toledo, un noble benefactor del siglo XIII. Sin embargo, más allá de la representación del milagro, el lienzo destaca por la incorporación de figuras contemporáneas al pintor, entre ellas el emperador Felipe II de Austria, rey de España.
En la parte superior del cuadro, conocida como la Gloria celestial, aparece Felipe II en la fila de bienaventurados que comienza con Santo Tomás. Este detalle resulta significativo, ya que el monarca aún vivía cuando se realizó la obra. La inclusión de su figura ha sido interpretada como un gesto de reconciliación por parte del pintor, quien había sido desdeñado previamente por el rey. Este simbolismo refuerza el carácter personal de la pintura.
En la parte inferior del lienzo, El Greco retrata a nobles y clérigos de la época. Uno de los detalles más llamativos es la presencia de Jorge Manuel, hijo del pintor, representado como un niño que sostiene un pañuelo con la fecha de su nacimiento: 1578. Este toque personal destaca el vínculo entre la obra y la vida del artista, aportando un matiz emocional a la composición.
El cuadro, con dimensiones de 4,80 por 3,60 metros, logra conectar el mundo terrenal con el celestial a través de un contraste cromático único y una maestría técnica excepcional. Los personajes terrenales, vestidos con trajes oscuros y golillas, se oponen a la luminosidad de la parte superior, donde predominan los tonos claros y la sensación de elevación espiritual.
Cada día, cientos de visitantes se detienen a admirar los detalles del cuadro, desde las armaduras ricamente decoradas hasta los gestos de los santos que descienden para depositar el cuerpo del señor de Orgaz en su sepulcro. El entierro del señor de Orgaz no solo es una obra de arte monumental, sino también un enigma visual que invita a reflexionar sobre la unión entre lo humano y lo divino.
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