La Policía Nacional ha desarticulado a una banda especializada en recurrir a la sumisión química para desvalijar a sus víctimas. Lo hacían en salones de baile, en parques e incluso en las puertas de una iglesia de Madrid. Actuaban siempre en la zona este de la capital, especialmente en los distritos de Hortaleza, Ciudad Lineal y el municipio de Torrejón. Los agentes dieron con hasta 23 víctimas del clan, formado por cuatro personas de unos 40 años y de nacionalidad peruana. Dos parejas sentimentales unidas por el mismo fin: conseguir móviles, carteras o códigos del banco para sacar dinero del cajero. Una de ellas se encuentra en prisión provisional; la otra está en paradero desconocido.
Los ladrones, además, robaban a la gente de forma indiscriminada. Hay a quienes echaron una de sus pastillas de benzodiacepina en la copa mientras bailaban en una sala de fiestas; otra mujer a la que encontraron en un parque desorientada y otra a la que, simplemente, drogaron mientras estaban con ella de cervezas en la puerta de una iglesia durante la madrugada. El objetivo siempre era el mismo y llegaron incluso a utilizar el reconocimiento facial de los teléfonos mientras estaban drogados para desbloquearlos. También mandaban mensajes a los amigos y familiares de las víctimas por WhatsApp para pedirles que les hicieran bizums antes de acudir a sacar los billetes del cajero.
Otro de los afectados llegó a despertarse en la casa de los propios delincuentes. Fuentes de la investigación explican que amaneció aturdido y sin saber exactamente dónde estaba. Al salir de dicho domicilio, y por seguir bajo los efectos de las sustancias, se dirigió directamente a la comisaría de policía más cercana. La primera denuncia que recibieron los agentes fue interpuesta en mayo de 2023. A los cuatro miembros del clan se les acusa de delitos de robo con violencia e intimidación, contra la salud pública, acceso ilegal informático, hurto, estafa y pertenencia a grupo criminal. El uso de fármacos para ejecutar los hurtos elevan el delito a robo con violencia. Ninguna de las víctimas presentó signos de haber sufrido violencia sexual. Así lo confirmaron los estudios médicos realizados a posteriori. Las víctimas, en cambio, no son capaces de recordar nada de lo sucedido.
La primera detención de los cuatro miembros del clan se produjo en el mes de julio. En aquella ocasión, la justicia optó por dejarles en libertad con cargos y con la obligación de acudir a firmar cada 15 días. En esas dos semanas de intervalo fue cuando se le perdió la pista a dos ellos; aunque sí se conoce que uno huyó al extranjero.
Fue gracias a las cámaras de seguridad de los cajeros lo que permitió a la policía reconocer los rostros de los delincuentes. Una vez identificados, les siguieron hasta sus domicilios y accedieron al mismo. Allí encontraron en torno a 60 pastillas compuestas de diversos fármacos y químicos que consiguen adormecer a cualquiera. Estaban escondidas en pequeñas bolsas de plástico de cuatro o cinco píldoras y ocultas detrás del váter.
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