Albert Camus, premio Nobel de literatura, se quedó muchas veces sin palabras. Todas tuvieron que ver con una mujer que no era su esposa, Francine Faure, sino su amante, María Casares, actriz de origen gallego a la que conoció en París, el 6 de junio de 1944, día del desembarco de Normandía. Ella tenía entonces 21 años. Él, 30. “Lucho para expresarme (…) noto perfectamente qué mal te escribo. Pero mi único deseo sería callarme a tu lado y despertarme mientras tú duermes aún, quedarme mucho rato mirándote, esperando a que despiertes. Eso era, amor mío, la felicidad” (...) “Cariño, ya no sé escribir. Estoy nervioso como un león enjaulado”, confiesa el autor de La peste. Fue buscando las palabras adecuadas para describir la desesperación y la fiebre; la pasión y la ternura con la que ambos llegaron a intercambiarse 865 cartas a lo largo de tres lustros.
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