Un exministro y otras 'monjas' rebeldes: por qué la Iglesia recela de Garabandal

Un exministro y otras 'monjas' rebeldes: por qué la Iglesia recela de Garabandal

Primero fue el arcángel San Miguel y luego, la Virgen. Entre el 2 de julio de 1961 y el 18 de junio de 1965, Conchita, Mari Cruz, Mari Loli y Jacinta, de entre 12 y 11 años, se convirtieron en las protagonistas involuntarias de un acontecimiento excepcional: las supuestas apariciones de Garabandal. Los sucesos, como los denominó la prensa de la época, pusieron en el mapa a un pequeño pueblo de Cantabria, de apenas 300 habitantes, pero sobre todo a las cuatro niñas, que llegaron a tener 2.000 visiones. La Iglesia nunca oficializó el fenómeno, pero eso no impidió que el lugar se convirtiese en lugar de peregrinación ―Estados Unidos fue uno de los países en los que más fuerte prendió― y culto.

Más de 60 años después, y aunque el pinar donde la Virgen se apareció a las niñas no ha dejado de ser un polo de atracción, sobre la Diócesis de Santander se ha desatado la tormenta perfecta. El Vaticano aprobó el pasado mes de mayo las nuevas normas sobre apariciones y para los defensores de lo sucedido en aquel rincón de los Picos de Europa ha llegado el momento de redoblar esfuerzos para que la Iglesia equipare San Sebastián de Garabandal, nombre completo del municipio, a Fátima o Lourdes.

El exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, es uno de los más activos garabandalistas, y en los últimos años se ha volcado en la difusión de los sucesos. Ha ofrecido conferencias, entrevistas y participado en diversos actos para divulgar los mensajes que la Virgen habría trasladado a Conchita. "Muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición, y con ellos llevan a muchas más almas. A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia. Debéis evitar la ira del buen Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con alma sincera, Él os perdonará", reza el núcleo del segundo mensaje, cuya supuesta revelación coincide con la celebración del Concilio Vaticano II (octubre de 1962-diciembre de 1965) y que vendría a ser, según algunos de sus defensores, una advertencia sobre la "errónea interpretación" que muchos cargos eclesiásticos supuestamente hicieron del mismo.

A esta lectura, ampliamente difundida, se suman muchas otras ligadas a eventos más recientes. Grupos de corte preconciliar y sedevacantistas llevan años divulgando todo tipo de teorías ligadas a las profecías de Garabandal, entre ellas, que la pandemia del coronavirus habría sido una de las advertencias que confirmaría una inminente intervención de Dios para restablecer la fe perdida en el mundo. También la Guerra de Ucrania y el fortalecimiento del comunismo gracias a la pujanza de China.

José Lorenzo

"Hay grupos de tipo sectario y ultra que están haciendo mucho daño", sostiene Luis Santamaría, experto en sectas. En torno a Garabandal confluye "gente buena, simples creyentes, gente de buena fue, con radicales", advierte una fuente próxima a la Iglesia que conoce el fenómeno. Por el municipio "pululan" todo tipo de personajes, muchos difunden mensajes contrarios a la doctrina católica y el señalamiento al Papa Francisco es una característica bastante extendida ―la Virgen le habría transmitido a Conchita que después de Juan XXIII solo vendrían "tres papas, y luego el final de los tiempos"―. De ahí en parte la postura que mantiene la Diócesis de Santander, partidaria de no hacer ruido, mantener un perfil bajo y no poner el foco en un asunto que puede resultar explosivo. Si se reabriese el proceso para determinar oficialmente si las apariciones se pueden considerar como tal, sería el obispo Arturo Ros el que tendría que activarlo y tomar la decisión final.

A la publicación de la nueva guía del Vaticano sobre apariciones se suma que las Siervas del Hogar de la Madre han iniciado el trámite urbanístico para construir una ermita en unos terrenos a las afueras de San Sebastián de Garabandal, como adelantó El Diario Montañés. La entidad, una congregación católica que no está reconocida como orden religiosa, organiza cada semana rezos en los pinos donde supuestamente se registraron las apariciones. El Obispado ya ha advertido de que en la ermita no podrán oficiarse misas públicas porque no cuentan con la autorización pertinente. Ellas mismas lo reconocen en el documento que recoge el proyecto de construcción, registrado en la Dirección General de Urbanismo y Ordenación del Territorio del Gobierno de Cantabria y al que ha tenido acceso este periódico.

Conchita, Mari Cruz, Mari Loli y Jacinta cuando aseguraron haber visto a la Virgen.Conchita, Mari Cruz, Mari Loli y Jacinta cuando aseguraron haber visto a la Virgen. Conchita, Mari Cruz, Mari Loli y Jacinta cuando aseguraron haber visto a la Virgen.

Las Siervas ya intentaron hace un tiempo construir una basílica, pero al no contar con el aval de la Diócesis desistieron. La relación del Obispado con estas y con su fundador, Rafael Alonso, es tensa. Aunque se haya prohibido en más de una ocasión el oficio de misas en los pinos, la entidad las habría promovido. Las religiosas además visten hábito cuando su actividad no tiene aval oficial en Cantabria, a diferencia de otras comunidades, donde sí solicitaron autorización ante la autoridad eclesiástica y se les concedió. Algunas voces próximas a la Iglesia censuran la labor que realizan. Consideran que son uno de esos grupos que realmente están dañando la imagen del municipio y empañan las supuestas apariciones. "Si no explotan Garabandal, de qué van a vivir", se preguntan. El Confidencial ha intentado contactar con la agrupación sin éxito.

El papel de la Iglesia

"En general, a la Iglesia no le gusta reconocer milagros porque le complica la vida", apunta Santiago Mata, historiador y periodista especializado en religión, autor de Silencio en Garabandal. El precio pagado por la Virgen. Mata matiza, sin embargo, que la postura oficial no ha sido siempre la misma y ha oscilado entre la negación y la neutralidad. El especialista considera que la primera comisión de investigación que abrió la Iglesia fue una auténtica "chapuza". "Se limitaron a decir que no constaba sobrenaturalidad, que no había milagro, pero si no había milagro, ¿lo que hacían las niñas, qué era, teatro?", se pregunta.

A modo de prueba, a Conchita, Mari Cruz, Mari Loli y Jacinta se les daba los anillos de la gente que se acercaba a ver los fenómenos y eran capaces de devolver las joyas a sus legítimos dueños, incluso colocarlas en los dedos exactos. Podían andar hacia atrás a toda velocidad y subir prácticamente corriendo la montaña sin alterar su pulso. El NO-DO llegó a grabar una de las visiones que vivió Conchita. "No dieron ninguna razón contra las opiniones de los testigos, psiquiatras y sacerdotes que decían que lo que sucedía no tenía explicación racional", defiende Mata, que censura también el proceder de alguno de los primeros obispos.

José Lorenzo

La última vez que la Iglesia estudió las apariciones fue a principios de los 90, a iniciativa del entonces cardenal Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI, que resolvió que no había pruebas para determinar en un sentido o en otro, es decir, concluyó que la postura oficial debía ser de neutralidad. E instó al Obispado a que hiciese pública la declaración, algo que todavía no ha sucedido.

Para Mata la postura ambigua en la que se ha movido la Iglesia es una de las razones que ha propiciado que grupos reaccionarios hayan desembarcado en Garabandal: "Cuando la Iglesia abandona un sitio, viene otro". No obstante, el experto anima a cualquier persona que esté interesada, sea creyente o no, a visitar el municipio, pero siempre guiada por el párroco designado por el Obispado. Santamaría también considera que los "silencios" oficiales han dado alas a este tipo de movimientos, pero su diagnóstico es diferente: "Están imponiendo su versión dando la impresión de que realmente la Iglesia en el fondo les apoya". Por eso, sostiene que quizás sea buen momento para que las autoridades eclesiásticas, aprovechando la publicación de las nuevas normas sobre apariciones, tomen una decisión firme sobre Garabandal. Podría ser la solución para atajar muchas de las teorías que se están difundiendo y poner coto a determinados grupos.



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