El expresidente catalán Carles Puigdemont calentó motores este sábado en la localidad francesa de Amélie-les Bains-Palalda ante una escogida representación de Junts per Catalunya (JxCat), que celebró así su cuarto aniversario (Junts nació como partido en 2020, aunque ya existía como marca del PDeCAT). Por enésima vez desde su fuga en octubre de 2017, Puigdemont prometió volver a Cataluña para la investidura del próximo presidente de la Generalitat. Podría hacerlo porque la Ley de Amnistía ya está en vigor. Pero el hecho de que algunos jueces no quieran aplicar esta ley a algunos de los delitos de los que se le acusa (como malversación o traición) provoca que corra el riesgo de que sea detenido si pisa territorio español.
En el acto al que asistió este sábado, insistió en denunciar un "golpe de Estado de togas" y en pedir al Fiscal General del Estado (que está a las órdenes de Pedro Sánchez) de que actúe contra los jueces que no quieren aplicarle la amnistía en determinados delitos. Pero es consciente de que la calle no es suya. Ni Junts levanta pasiones ni la Asamblea Nacional Catalana (ANC), ahora en manos de su amigo Lluís Llach, es capaz de mover multitudes. Las reuniones periódicas que Llach va manteniendo por los territorios evidencian un desinterés total de la ciudadanía. "A la última reunión, convocada en Granollers, acudieron un centenar de militantes, todos de edad muy avanzada", reconoce una fuente independentista a El Confidencial.
Con esa perspectiva, Puigdemont no puede confiar en que comandos de activistas le blinden en las calles de Cataluña, como le había sugerido una persona de su entorno más cercano. Y ha de echar mano de la imaginación para suplir la falta de apoyo popular.
De momento, el fugado tiene un objetivo prioritario para el que trabaja incesantemente: evitar que sea investido president el socialista Salvador Illa. Para ello, ha ordenado a todos sus barones intensificar los contactos con los grupos críticos de ERC con el fin de que si hay consulta a las bases, éstas voten no al pacto con el PSC y bloquear la situación, provocando nuevas elecciones en octubre.
Contactos con críticos de ERC
Las conversaciones de los junteros con los críticos republicanos han sido constantes y se acentuarán estos días, puesto que la cúpula de Esquerra ha dado de plazo hasta el próximo miércoles a los socialistas para llegar a algún acuerdo y poder investir a Illa. Si hay acuerdo, Esquerra convocaría el próximo jueves día 1 una consulta interna para que fuese ratificado por las bases. Y es ahí donde Puigdemont quiere interferir y para lo que ha pedido el apoyo de sus barones: deben de convencer a los influencers de ERC de que a su vez convenzan a las bases para votar no al acuerdo.
Pero Puigdemont no las tiene todas consigo y guarda aún en la manga otro plan aún mejor: llegará a Barcelona de manera invisible, como se fue de España, y aparecerá como por arte de magia en el Parlament de Cataluña. No es un juego de escapismo, pero guarda similitudes con los trucos de los magos sobre un escenario: los asesores de Puigdemont saben que si se presenta a plena luz del día a las puertas del Parlament, podría ser detenido inmediatamente por los Mossos que responsables de la seguridad de la Cámara y que guardan la puerta. Por eso, él quiere algo más espectacular: aparecerá en medio del Parlament sin haber pasado los controles obligatorios de seguridad.
En su discurso del sur de Francia este sábado avisó de que "sólo un golpe de Estado podrá impedir que está allí [en la investidura]" y subrayó que "mi obligación es ir al Parlament si hay debate de investidura. Y yo estaré. No habrá más campañas electorales en el exilio. Las próximas campañas electorales serán allí y yo estaré cueste lo que cueste y pese a quien le pese".
Un túnel secreto
Cuando el presidente del Parlament, Josep Rull, sugirió hace unos días que no permitiría que detuviesen a Puigdemont en la Cámara, estaba dando las claves de un plan oculto del fugado: en el entorno de Rull reconocen que no podría evitar la detención de un prófugo de la Justicia, aunque sea un diputado electo. Si el presidente del Parlament ordena a los Mossos que no detengan a Puigdemont, incluso podría estar cometiendo un delito.
Pero, ¿por qué habló de la detención dentro de la Cámara? Sencillamente, porque el plan para llevar a Puigdemont a su escaño es que entre en el edificio por un túnel secreto que conecta el corazón de la cámara y el exterior. Las llaves de las rejas que guardan la entrada del túnel están custodiadas en el mismo Parlament y serían entregadas a las personas convenientes para que hiciesen pasar al expresident directamente al salón de plenos sin haber pasado por el control de la puerta del Parlament.
De hecho, ese túnel ya había llamado la atención de un comando de los comités de defensa de la República (CDR) que planeaba tomar el Parlament en 2019 y llamar así la atención de la prensa internacional. Una de las vías que tenían para recibir a más ocupantes de la Cámara y para entrar víveres en el edificio era a través de este mecanismo.
La intención de Puigdemont es crear una situación de tumulto que provoque un eco internacional de la detención. Sabe que no se podría evitar su detención, pero no es lo mismo ser detenido en un control en plena carretera que en la sede de la soberanía popular. De ese modo, intenta que las miradas se posen en él y también prevé que el Estado se vea presionado para que la detención sea lo más breve posible. El equipo más cercano a Puigdemont ha ido sondeando los últimos meses a magistrados del Supremo, del Constitucional y del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) y saben que la detención duraría sólo unos días.
La detención en pleno Parlament es una baza que podría jugar como último cartucho para evitar que ERC apoye la investidura del socialista Illa. Y si puede con ella romper el grupo parlamentario republicano, miel sobre hojuelas. Pero el candidato de Junts quiere sacar otro beneficio añadido: dejar en evidencia a ERC, hacerla quedar mal ante la ciudadanía de Cataluña, hundir su imagen y presentar al partido republicano como un traidor ante los ojos del independentismo. De ese modo, espera tener vía libre para presentarse como el único líder independentista con autoridad moral para dirigir la estrategia soberanista.
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