El cine ha cambiado, y gran parte de esta evolución ha sido de naturaleza tecnológica, lo que deja tras de sí abismos insalvables entre las películas del ayer y las del hoy.
Si alguna vez has pensado que ya no se hace cine como el de antes, puede que lleves razón. Habría que analizar, no obstante, que es exactamente ese “antes” tan anhelado. Y, aunque su primera etapa puede ser difusa, su final sí podría concretarse: 1955. Este fue el año en el que se estrenó El calor del amor (Foxfire), disponible en España gracias a Filmin.
La década de los cincuenta vio morir una de las técnicas visualmente más espectaculares y memorables del cine, el Technicolor de tres tiras. En 1932, Wescott y Joseph Ball desarrollaron una cámara capaz de captar un rango completo de colores. En cuestión de años, se había pasado del verde anaranjado de The Gulf Between al carnaval cromático de Lo que el viento se llevó, Cita en San Luis o El mago de Oz. Y, tal y como había llegado, el color se apagó. El cine penetró en una larga noche negra sin salida. Te contamos por qué.
¿Por qué desapareció el Technicolor?
En realidad, el Technicolor no desapareció en 1955, sino mucho más tarde, en la década de los noventa. Y, si nos ceñimos a la empresa, Technicolor vivió lo suficiente como para declararse en bancarrota a causa del COVID. Hoy, se llama Vantiva.
Pero volvamos a la década de los 50. Las tres tiras de Wescott y Ball se vieron, de repente, con un competidor, el Eastmancolor, de Kodak. El efecto conseguido por Eastmancolor, aunque de menor calidad (los colores se desteñían con el tiempo), era similar al tecnicolor de tres tiras y, sobre todo, mucho más barato. Michael Powell, que había construido una de las cimas del Technicolor con Las zapatillas rojas o Los cuentos de Hoffman, rodó en Eastmancolor El fotógrafo del pánico.
Más tarde, otras películas de soberbia fotografía, como Los paraguas de Cherburgo o 2001: Odisea en el espacio, confirmaron la migración a los laboratorios de Kodak. La última película estadounidense filmada en Technicolor de tres tiras fue El calor del amor.
A partir de ella, Technicolor buscó recuperar su dominio mediante otros procedimientos, como el color de las VistaVision que nos regaló Vértigo (y que Roger Ebert definiría como la película que sueña en Technicolor) o la Ultravision, cuyo último título fue de Quentin Tarantino (Los odiosos ocho). Las cámaras de tres tiras, no obstante, desaparecieron. Se consideraban demasiado caras y el largo proceso de transferencia de tinta retrasaba los estrenos.
Poco a poco, los laboratorios de Technicolor fueron cerrando. Aunque ya nadie filmaba en tecnicolor de tres tiras, las plantas que podían imprimir estos metrajes aún existían. Algunos directores hicieron uso de estos procesos, como Coppola, que, con El padrino II, clausuró definitivamente una etapa: esta fue la última película en emplear el proceso de transferencia de tinta original de Technicolor.
¿Podría regresar el Technicolor de tres tiras?
Dario Argento, amante de los tonos saturados del viejo Hollywood (hizo que su director de fotografía viese Blancanieves para que pudiera trabajar en su película), se hizo con una impresora de Technicolor disponible en un estudio romano para Suspiria (1977). Sin embargo, este largometraje está filmado en Eastmancolor.
En los noventa, Technicolor ofreció servicios de restauración para sus películas, basados en el proceso de transferencia de tinta. Películas como La delgada línea roja se sirvieron de él.
Directores como Almodóvar han intentado recuperar una estética similar al tecnicolor de tres tiras con colores vivos que llenan la pantalla. Sin embargo, las películas de Douglas Sirk que hicieron que Almodóvar se declarase hijo del Technicolor serían hoy irrealizables.
El cine es originado, producido y distribuido de forma digital. ... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}