¿Hay más violencia en verano? Estos son los cinco crímenes veraniegos más impactantes de España


         ¿Hay más violencia en verano? Estos son los cinco crímenes veraniegos más impactantes de España

Los meses de verano han sido testigo de algunos de los crímenes más impactantes de la historia.

ITER CRIMINIS por Carmen Corazzini

El tiempo afecta al estado de ánimo. Es un hecho. Claro que a quienes más y a quienes menos, pero la literatura científica al respecto resulta abrumadora. Los cambios que la meteorología provoca en nuestra conducta han llegado a inspirar también estudios sobre criminalidad. ¿Afecta el tiempo al tipo de delito? En el siglo XIX, Aldolphe Quetelet hablaba de las leyes térmicas de la delincuencia. Podemos resumirlas en dos premisas básicas. Según el sociólogo y naturista belga, durante el invierno se cometerían más delitos contra la propiedad y durante el verano proliferarían los delitos contra la persona. Se ampara para ello en la concepción de la delincuencia como fenómeno social estudiado a través del método estadístico. Y los datos de varios países, entre ellos España, parecen amparar, en parte, esta teoría. Es en las regiones de climas cálidos o moderados donde se cumpliría la hipótesis.

Siempre es un cúmulo de causas. Desde la temperatura, la agitación, las horas de luz y el aumento de la socialización al que puede ligarse un mayor riesgo de tensión. Mezcla de ambiente y química. Son postulados a gran escala y no pueden ser tomados como regla absoluta, pero lo cierto es que los meses de verano han sido testigo de algunos de los crímenes más impactantes de la historia. Aquí van cinco grandes asesinatos ocurridos en España durante la época más luminosa del año.

Los crímenes de Jarabo

Era el típico niño bien de Madrid, pero se hizo adicto al sexo, al alcohol y a la coca. Fue a un colegio privado, de familia dinerada, sobrino del presidente del Tribunal Supremo y de apellido compuesto, en concreto, José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez Morris. Jarabo se casó muy joven y divorció muy pronto. Vivió un tiempo en EEUU y pasó unos años en la cárcel por tráfico y pornografía. En 1950 volvió a España pese a estar en busca y captura, y se fundió por las noches todo el dinero familiar. El psicópata dandy comenzó en 1956 una aventura con Beryl, una mujer casada. En el fervor de su pasión decidieron empeñar el anillo de brillantes, regalo del marido. Pero Beryl regresó con su esposo y le pidió a Jarabo la joya de vuelta. Él lo intentó, pero los prestamistas no cedieron. Así que entre el 19 y el 21 de julio de 1958 los mató, llevándose por delante a una criada y a la esposa de uno de ellos. Cuatro víctimas, fruto de su descontrol. Fue condenado a pena de muerte. Sería el último ejecutado por garrote vil, en 1959.

El crimen de las estanqueras

El 11 de julio de 1952, en Sevilla y a plena luz del día, las hermanas Matilde y Encarnación fueron asesinadas a cuchilladas en el estanco donde una de ellas trabajaba. Sin mediar palabra, alguien entró, cuchillo en mano, y se ensañó. El caso despertó pronto la alarma social. La policía, gracias a unos soplos, consiguió capturar a tres ladrones. Juan Vázquez 'el Mellao', Antonio Pérez Gómez y Francisco Castro Bueno 'el Tarta'. Tras 15 días de investigación dieron el caso por cerrado. Se los sentenció, sin remilgos, a pena de muerte, sin pruebas fehacientes y ante mucha indignación. Según contó la defensa, habían sido torturados. Se declararon inocentes. Y no parecía tener sentido el móvil del robo cuando nada había sido robado. El propio alcalde, junto al obispo, intentaron pedir el indulto. No fue suficiente. Fueron ejecutados. Veinte años más tarde, el verdadero criminal aparecería por la iglesia preguntando por Fray Hermenegildo, el capuchino que atendió a los tres acusados antes de su muerte. Tras preguntarle por el secreto confesional, aquel hombre confesó. Él las mató. Dijo no arrepentirse por ellas, sino por los inocentes que la justicia había sentenciado. Fue movido por el odio, la venganza y la Guerra Civil. Su identidad jamás fue desvelada.

El crimen de Los Galindos

Ocurrió en la tórrida tarde sevillana del 22 de julio de 1975. En el interior de un cortijo de casi 500 hectáreas aparecieron cinco cadáveres. Las víctimas eran trabajadores de la finca. El capataz Manuel Zapata, su mujer Juana, Ramón el tractorista y una pareja de recién casados, Asunción y José. El autor, o los autores, trataron de prenderle fuego a los cuerpos. El caso prescribió en 1995 y jamás llegó a resolverse. Uno de los cadáveres, el de Zapata, apareció mister... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}

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