De Wisconsin a Vallecas: viaje a la zona cero del universo 'swiftie'

De Wisconsin a Vallecas: viaje a la zona cero del universo 'swiftie'

Se preguntarán qué hace una orientadora escolar de Oklahoma vestida de novia frente al Santiago Bernabéu. Lanie -que lleva falsos tatuajes en la cara-, está a punto de cumplir los 30; pero en su interior todavía permanece esa estudiante de instituto que nunca cumplió su sueño adolescente. Este miércoles, bajo un sol abrasador poco común a finales de mayo, recuerda la primera vez que escuchó la voz de Taylor Swift. Aquellos versos hablaban de problemas mundanos, de corazones rotos y de chicas anónimas. "Me sentí tan identificada que no pude dejar de seguirla", relata a este diario. Este es su primer viaje fuera de Estados Unidos. Para ella, cruzar el charco no es nada si al otro lado hay un concierto del The Eras Tour, la gira de la estadounidense. "Me salía más barato", confiesa. Solo las entradas de los eventos en EEUU superan los 2.500 euros. Echando cuentas, para algunas es más rentable comprar un billete de avión a Europa.

Lanie posa inspirada en un videoclip de Taylor Swift. (Learte)Lanie posa inspirada en un videoclip de Taylor Swift. (Learte) Lanie posa inspirada en un videoclip de Taylor Swift. (Learte)

Lanie es solo una de las miles de historias que inundan las inmediaciones del templo merengue. Bernabéu, un barrio de traje y corbata, está lleno de purpurina y gorros de cowboy. Quienes acceden a sus viviendas –fumando un pitillo, portando maletines, hablando de temas de trabajo por teléfono– contrastan con los colores, maillots con medias y acentos exóticos. En el Madrid de Taylor Swift se habla mucho, mucho inglés; pero también se compran outfits en Shein. En el aquí y el ahora, los gritos por el fútbol parecen cosa de otro planeta.

¿Quiénes son? Estos son los rostros, nombres e historias de quienes sustentan el fenómeno global del momento. Bienvenidos a la zona cero del universo 'swiftie'.

Un grupo espera bajo el sol a entrar al primer concierto. (Sergio Beleña)Un grupo espera bajo el sol a entrar al primer concierto. (Sergio Beleña) Un grupo espera bajo el sol a entrar al primer concierto. (Sergio Beleña)

Lejos del estereotipo de fan quinceañera, dentro del perímetro cercado por la policía confluyen diferentes perfiles. Mujeres y hombres cerca de la treintena que no pudieron disfrutar de un show de Swift durante su adolescencia; jovencísimas menores de edad que descubrieron a la artista en los últimos años; y algún que otro familiar arrastrado, 'swifties' por amor. El primer caso es el que más se repite: sí, los fanáticos por excelencia de la artista son adultos que, en su día, no pudieron verla en directo. "Fui paciente y mira", dice Andrés señalando al estadio horas antes del evento.

Judith, la Taylor de Vallecas. (Learte)Judith, la Taylor de Vallecas. (Learte) Judith, la Taylor de Vallecas. (Learte)

Pero en torno al Paseo de la Castellana, y como si un símil de la vida misma se tratase, también hay clases. Porque hay quienes se han gastado en torno a 15.000 euros para seguir a Swift por el mundo, y quienes ahorran hasta el último céntimo para verla en grada a apenas dos kilómetros de su vivienda. Estos días, Madrid es un melting pot multicultural con vecinos del remoto Wisconsin y de Vallecas; de Canadá y de Villaverde; de México y de Fuencarral. Lo que tienen en común son decenas de pulseras hechas a mano sobre sus muñecas.

Las míticas botas que lleva la artista. (Sergio Beleña)Las míticas botas que lleva la artista. (Sergio Beleña) Las míticas botas que lleva la artista. (Sergio Beleña)

Para entender a muchas de las 'swifties', es necesario viajar unos años atrás en el tiempo. En tiempos de Disney Channel y Nintendogs, allá por 2008, Judith pasaba las tardes después del colegio viendo la televisión. Fue ahí, con el anuncio del videoclip de Love Story, cuando se desató su inquietud por la artista estadounidense. De aquella, Swift apenas era conocida en España. Y no es fácil ser fanática de alguien anónimo siendo adolescente. "Mi experiencia es que, cuando empecé a decir que me gustaba Taylor, se reían de mí. Fue duro. Y comprar discos era casi imposible, ibas al Fnac y te decían que no sabían quién era".

Una joven de Wisconsin antes de la actuación. (Learte)Una joven de Wisconsin antes de la actuación. (Learte) Una joven de Wisconsin antes de la actuación. (Learte)

Judith, que lleva el pelo rubio y ondulado, recuerda a la estética de la cantante. Y es de las pocas que también fue al show de 2011 en el Wizink Center: "Nada que ver. Ahí fuimos a esperar y hacer cola, pero ya está. Nada de friendship bracelets ni nada por el estilo", confiesa. Estas últimas son pulseras personalizadas. Las fans dedican horas a fabricar brazaletes con las letras de las canciones y las intercambian en los conciertos. Esto, aparte de hacer amigas, les permite reconocerse desde lejos.

Santa Taylor. (Sergio Beleña)Santa Taylor. (Sergio Beleña) Santa Taylor. (Sergio Beleña)

La vallecana no es la única que ha podido apreciar la evolución del fenómeno desde sus orígenes. Los inicios de Jonathan como 'swiftie' tampoco fueron fáciles. “Al principio te miraban raro, como si fuéramos locos. Es la doble vara de medir de siempre… ser forofo del fútbol está bien, pero de Taylor Swift no y somos una secta”, reseña. Es probable que esta sea la primera y la última vez que Jonathan, un recepcionista de hotel de Gran Canaria, acuda al Santiago Bernabéu, pero lo hará para tachar de la lista lo que imaginaba siendo un chaval de instituto. Haciendo la cuenta a ojo, se ha gastado unos 7.000 euros en todo lo relacionado con el Eras Tour. Viajó hace una semana a Estocolmo para ver el concierto allí, pero no podía perder la oportunidad de disfrutarlo en España.

A la izquierda Natalia de Fuencarral; a la derecha Sofía de Barcelona. (Learte)A la izquierda Natalia de Fuencarral; a la derecha Sofía de Barcelona. (Learte) A la izquierda Natalia de Fuencarral; a la derecha Sofía de Barcelona. (Learte)

Lo de los groupies siendo juzgados por su fanatismo lleva ocurriendo décadas. En el artículo académico Las llamaban histéricas: movimiento fan desde una perspectiva de género, la investigadora Montserrat Salazar abordó el tema. En sus conclusiones, la socióloga reconoce haber identificado la "ridiculización" generalizada de las "expresiones" y "gustos" de los fans. Son los individuos "fuera del movimiento" los que perpetúan las críticas. No obstante, y a pesar de los haters, los fandoms son también capaces de generar vínculos afectivos “en torno a sus intereses”.

Un bolso con pegatinas al estilo de los 2000. (Sergio Beleña)Un bolso con pegatinas al estilo de los 2000. (Sergio Beleña) Un bolso con pegatinas al estilo de los 2000. (Sergio Beleña)

De todo esto habla Natalia, una chica de 19 años de Fuencarral. "Es un poco mierda. Salgo de casa y la gente me mira mal, pero me da igual. Luego llego aquí y soy más libre", explica. La joven, con más de 50 pulseras en su mano izquierda, tiene entrada para el día 30, pero se ha acercado al Bernabéu para escucharla desde fuera. "Las redes ayudan mucho a hacer amigos", continúa.

En total, Ana se ha gastado en torno a 15.000 dólares. (Learte)En total, Ana se ha gastado en torno a 15.000 dólares. (Learte) En total, Ana se ha gastado en torno a 15.000 dólares. (Learte)

Además, hay quienes han venido con toda la familia. Dana Bemis, una madre de Wisconsin, hizo un trato con su marido: si le convencía para llevar a las niñas a Europa a ver a Taylor, después harían el Camino de Santiago. Su plan funcionó. Ahora, Dana y sus cuatro hijas hacen cola para ser de las primeras en entrar al estadio. Tienen entre 11 y 18 años; todas fanáticas de la cantante. La mayor fue, poco a poco, contagiando a las pequeñas. El fervor por Swift creció tanto en esa casa que hasta su madre terminó enganchada. Las consecuencias de la fiebre 'swiftie' se explica sola: cinco americanas bajo el sol de la capital a seis horas del evento musical: "It’s so hot".

Decenas a de personas a las afueras del estadio. (Sergio Beleña)Decenas a de personas a las afueras del estadio. (Sergio Beleña) Decenas a de personas a las afueras del estadio. (Sergio Beleña)

El boom de estadounidenses no hace ninguna gracia a Raúl y Adriana, de Alcalá de Henares. La razón es clara: "Que vayan a los conciertos de Estados Unidos, que luego nos quedamos sin entradas aquí", señala ella. La realidad es que, debido a la gran afluencia de gente, ambos tuvieron que conseguir boletos de reventa para el show.

Sofía ha venido al concierto con su madre desde Alicante. (Learte)Sofía ha venido al concierto con su madre desde Alicante. (Learte) Sofía ha venido al concierto con su madre desde Alicante. (Learte)

¿Qué tiene Taylor Swift para haber encandilado a medio mundo? Ella es "solo una chica" que se mudó a la capital de la música country –Nashville, Tennesse– para hacerse un hueco en la industria. En este reportaje de El Confidencial se trata de resolver esa duda: el éxito de Taylor Swift se explica por la visceralidad de sus letras. Llantos, dolor, angustia, rabia, envidia y amor. Swift es la amiga que sufre y a la que le cuentas tus problemas; todo a la vez. La cantante habla de aquel capullo que le rompió el corazón y todas se acuerdan de aquel capullo que se lo rompió a ellas.

Julia antes de entrar al estadio. (Sergio Beleña)Julia antes de entrar al estadio. (Sergio Beleña) Julia antes de entrar al estadio. (Sergio Beleña)

Así lo siente Andrés, un venezolano instalado en Madrid desde hace seis años: "Ya soy medio gato". Vestido con un kimono rojo basado en el look de un videoclip de la artista; pasea por el asfalto luciendo su trabajo de los últimos meses. Andrés es diseñador y sí, la ropa que lleva puesta la ha cosido él. Además, lleva una serpiente pintada en el rostro. Taylor Swift lleva acompañándome desde los 16 años, desde mi primer corazón roto. La forma en que ha construido su carrera me ha inspirado para seguir adelante".

A Eisen (derecha) le consiguió la entrada una A Eisen (derecha) le consiguió la entrada una A Eisen (derecha) le consiguió la entrada una

Este periódico se topó con decenas de grupos variopintos y algunas parejas mimetizadas con el ambiente. Ignacio, vestido de cowboy, acompaña a su novia Ana al concierto. Ella descubrió a la artista gracias a su profesora de inglés en segundo de la ESO. Él asegura venir encantado: "Sí, me gusta. La composición musical es interesante", dice, pero no parecía demasiado convencido.

Jessica con pase VIP de 500 euros. (Learte)Jessica con pase VIP de 500 euros. (Learte) Jessica con pase VIP de 500 euros. (Learte)

Los conciertos se producen en mitad de una fuerte polémica con los residentes frente al estadio. Los vecinos de las calles Rafael Salgado, Padre Damián y Concha Espina llevan semanas denunciando los ruidos de los conciertos. Muchos aseguran que, incluso, tiemblan las ventanas de su domicilio. El Ayuntamiento de Madrid anunció este miércoles que tomaría cartas en el asunto. Almeida prepara multas de hasta 20.000 euros para los promotores del estadio. Por suerte para las 'swifties', las limitaciones acústicas llegarán después del The Eras Tour.



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