¿Compartiría usted el cuarto de lavadoras con 17 familias? Antes de decir que no, espere a conocer el siguiente matiz. ¿Qué ocurriría si le digo que podría vivir en un piso de cuatro habitaciones en una urbanización con zonas comunes, terraza y garaje por entre 700 y 1.000 euros al mes, con gastos incluidos y con posibilidad de quedarte de por vida? Los vecinos de un bloque de Usera llevan residiendo así tres años. Lo consiguen gracias al derecho de uso, un modelo residencial alternativo que pone en entredicho la lógica hegemónica de alquilar o comprar una casa para disponer de un espacio en el que vivir.
"Estamos fuera de la especulación inmobiliaria. Estos pisos nunca van a estar en el mercado", señala Luis González Reyes, un residente del edificio. Entrepatios es un sistema intermedio entre la propiedad y el alquiler que cuestiona la visión clásica sobre la vivienda. El inmueble nunca llegará a ser de un individuo, sino de la cooperativa en conjunto que han conformado. La idea empezó hace diez años y se materializó hace tres. González recibe a El Confidencial desde el interior del hogar con el que siempre soñó: "El balance es incluso mejor de lo que imaginaba", confiesa.
Paradójicamente, la estabilización de Entrepatios se produce en mitad de la crisis de precios de la vivienda que atraviesa a todo el país. El acceso a un inmueble se ha convertido en un lujo. Los requisitos para el arrendamiento rozan lo imposible, los precios de compra están al alza, la oferta es escasa, y las nuevas generaciones se las ven y se las desean para encontrar un techo. El derecho de uso, popular en países como Dinamarca y Uruguay, se presenta como otra forma de vivir.
La convivencia
Hace una década, un grupo de personas, influenciados por el éxito modelo Andel escandinavo en los países nórdicos, se unió con un objetivo en común: conformar una cooperativa, comprar un solar y edificar sobre él. Así lo hicieron todos los integrantes de Entrepatios: cada familia aportó 50.000 euros de capital social y adquirieron un terreno en el barrio de Almendrales, en el distrito de Usera. "La intención era quedarnos dentro de la M-30, pero el precio era desorbitado", explica González. Una vez conseguido el terreno –y firmada una hipoteca a 30 años–, empezó el proceso de edificación.
Todas las familias viven en un apartamento con sus propias habitaciones, cocina, salón y baño, pero también disponen de zonas comunes. Dos salas de ocio –con mesas, sillas, cocina y juegos para los 23 niños–, un garaje, una azotea, huertos, una mesa de ping-pong…"Se ha hecho de forma participativa. Creamos comisiones de trabajo para repartirnos las tareas de decisión", continúa. Por haber, hay hasta un generador que recicla el agua de la ducha y el lavabo y la reutiliza para los inodoros. Además, las placas solares del techo abastecen a todo el edificio y unos cubos de compostaje permiten reutilizar los desechos orgánicos. También cuentan con una sala de herramientas – "¿para qué necesitamos tener una caja de herramientas en cada casa?" – y carritos de la compra en común.
Todas las decisiones de los espacios compartidos se toman en conjunto. Pero, si las parejas discuten hasta para elegir el color de las cortinas, la pregunta es cómo consiguen ponerse de acuerdo 17 familias. "Una de las cosas que está clara es que las cosas no funcionan porque sí, incluidas las relaciones humanas. Hay que cuidarlas. Que podamos tomar un montón de decisiones no aparece de forma espontánea", explica González. Por ello, existe incluso una comisión para mejorar la convivencia y resolver los posibles conflictos que surjan. Y no, no son todos amiguísimos. "Tengo buenas amistades y gente con la que convivo", matiza.
La otra gran duda es la gestión del tiempo. A la pregunta de cómo son capaces de encontrar hueco para mantener todo el edificio en perfectas condiciones, González se sincera: "Porque no todos hacemos todo. Tenemos grupos de trabajo. Por ejemplo, cuando se rompió la lavadora, lo que hice fue avisar a los vecinos encargados. Mi responsabilidad, en cambio, es la puerta de entrada".
Dinero y propiedad
No todo el mundo puede permitirse vivir aquí. "El acceso universal no lo hemos conseguido, de momento", reconoce González. Y es que para poner este proyecto en marcha, los residentes debían disponer de un gran monto inicial para montar la cooperativa. Y, después, pagar mensualmente por el derecho de uso. Al principio eran en torno a 700 euros, pero con la subida de los tipos de interés en las hipotecas, el monto ha aumentado a unos 1.000 euros. No todos pagan lo mismo: depende de los metros cuadrados de la vivienda que estén utilizando.
¿Es una opción para la población joven? El último informe de Empleo y Juventud en España con Ayuda en Acción destaca que el porcentaje de jóvenes que vive en una casa en propiedad ha disminuido un 30% en los últimos 18 años. La tasa de emancipación, según un estudio del Consejo de la Juventud en España, supera la treintena. Eso, unido a la precarización laboral, limita sus posibilidades. No obstante, los precios de esta alternativa no son desorbitados si se echa un vistazo al precio de la vivienda en Almendrales, el mismo barrio en el que se Entrepatios. Búsqueda rápida en Idealista: los pisos de tres y cuatro habitaciones rondan los 1.500 euros de alquiler. En cambio, los inmuebles de obra nueva a la venta se acercan a los 450.000 euros.
"Cuando se termine de pagar la hipoteca, nosotros podremos poner la cuota de acceso al precio que queramos. Ahí ya decidiremos nosotros", explica González. Para esto, todavía hay que esperar más de 25 años.
¿Solución al problema de la vivienda?
Enrique está paseando a su perro en la calle paralela a González Feito: "Son muy simpáticos, sí. A veces coincidimos aquí con los perros y otras les veo salir a unos cuantos en bici", señala refiriéndose a sus peculiares vecinos. Pilar es una mujer de 54 años, vecina también de un edificio cercano. Confiesa a este periódico que lo que se rumorea en el vecindario de Entrepatios es que "viven todos juntos" y que "se cuidan los hijos unos a otros". Le parece una alternativa fantástica.
Cuando El Confidencial aprovecha para contarle que la cuota inicial de 50.000 euros, lo compara con el precio de su vivienda actual. "¡Pues no está nada mal!", relata. Después, se le explica que mensualmente hay que abonar un importe, pero que nadie podrá echarte nunca de ese piso. Por el momento, todo le suena muy bien. "Lo que pasa –relata este periódico– es que la vivienda nunca será de tu propiedad".
El punto débil
Ahí, cambia el gesto. "¿Y estás pagando todos los meses ese dinero para siempre?", pregunta. Es entonces cuando la idea de Entrepatios le deja de parecer tan bonita. Este es uno de los grandes handicaps a los que se enfrenta el proyecto: España es un país de propietarios.
"Yo en quien pienso es en mi hija. Nosotros tenemos ya la hipoteca pagada y ella podrá darle uso el día de mañana", continúa la mujer. Para las familias españolas, comprar un piso siempre se ha presentado como la mayor inversión de su vida. "La vivienda principal es el activo más importante de los hogares", versa la Encuesta Financiera de las Familias de 2023. Especialmente para las clases más desfavorecidas: "El porcentaje de hogares propietarios de su vivienda alcanza un 73,7% para el 20% de los hogares con menos ingresos". Y de todos los propietarios del país, el 21,5% tiene una deuda pendiente en relación con la compra de su vivienda principal.
Según los datos del INE, un 75,9% de los españoles disponía de una vivienda en propiedad en 2022. Los números son más bajos que antaño, pero no deja de ser una cifra significativa. Diez años antes, el porcentaje aumentaba a 79,2%. El máximo histórico se ubica en el 2007 -coincidiendo con el estallido de la burbuja inmobiliaria- con un total de 80,1% de población española con un inmueble a su nombre. En consecuencia, lo que se ha elevado es la tendencia a vivir de alquiler, que ha subido más de dos puntos porcentuales en una década.
A la pregunta de si será posible asentar esta forma de vivir en España, Luis González responde que existe demanda suficiente. "En Barcelona, después de La Borda –otro proyecto de vivienda colaborativa– han surgido nuevas cooperativas. El Ayuntamiento cede unos terrenos y la cooperativa construye la infraestructura. De esta forma, el principal factor limitante que es la compra del solar desaparece", señala.
En Madrid, el proyecto de Entrepatios no contó con ninguna ayuda municipal. La cosa, a pesar de todo, ha ido bien. En 2023 se estrenó otro edificio similar en el distrito de Vallecas.
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