Estancamiento, fatiga, desgaste. La “operación militar especial” en Ucrania que el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció el 24 de febrero de 2022 acaba de cumplir dos años sin que la invasión a gran escala que puso en marcha ese día el Kremlin haya dado los resultados que esperaba. Decenas de miles de muertos y heridos después, la guerra de Rusia en Ucrania está enquistada con un frente en el este y en el sur del país de más de 800 kilómetros de fortificaciones, minas y trincheras en el que ninguno de los dos bandos logra avances significativos. Ucrania y sus aliados de Occidente comienzan a mostrar cansancio. Las municiones proporcionadas por sus socios, sin las que Kiev jamás habría podido resistir a la segunda potencia militar mundial, escasean. El Congreso de Estados Unidos mantiene bloqueado un nuevo paquete de ayudas impulsado por la Casa Blanca, mientras la industria armamentística europea no logra producir al ritmo que necesitan los ucranios, lo que ha permitido a Moscú retomar la iniciativa.
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