El acusado del homicidio de los tres ancianos de Morata de Tajuña mata a su compañero de celda

El acusado del homicidio de los tres ancianos de Morata de Tajuña mata a su compañero de celda

El hombre de nacionalidad paquistaní, detenido el pasado 22 de enero y encarcelado por la muerte de los tres ancianos de Morata de Tajuña (Madrid), ha matado presuntamente esta noche a su compañero de celda, de origen búlgaro, en la prisión madrileña de Estremera.

Las autoridades del centro penitenciario de Estremera tuvieron constancia del fallecimiento de un interno a las 2:30 horas de la madrugada del miércoles al jueves, según confirman fuentes penitenciarias a El Confidencial. En ese momento, se activó el protocolo en torno al cadáver hallado en una de las celdas de la prisión. Según EFE, el acusado alertó a los funcionarios del homicidio horas después de cometer supuestamente el crimen.

Además, se trasladó la información al juez de guardia, al forense y a la Policía Judicial de la Guardia Civil. Fuentes conocedoras de las pesquisas precisan a este periódico que los agentes del Instituto Armado permanecían en la cárcel al menos a las 9:30 horas recabando pruebas en el lugar de los hechos.

La primera medida adoptada por el centro penitenciario ha sido trasladar al presunto asesino de los hermanos de Morata y ahora de su compañero de celda a un régimen de aislamiento provisional. Al encontrarse en prisión preventiva, sin condena firme todavía, al interno paquistaní no se le había asignado un grado penitenciario determinado en el que cumplir su pena. Hechos como este abundan en su peligrosidad, por lo que sería encuadrado en un primer grado, el más restringido posible.

EFE

La primera hipótesis de los investigadores es que el fallecido perdió la vida por un golpe que, según EFE, se efectuó con una pesa de fabricación casera propiedad del asesinado. No obstante, la investigación acaba de comenzar. Además de la recogida de indicios en la escena del presunto crimen, los agentes procederán a interrogar al principal y único sospechoso y a testigos que puedan ofrecer información adicional sobre lo sucedido, ya sean gritos por la noche que ahonden en la tesis de una discusión o casos previos de mala relación entre ambos compañeros de celda.

Dilawar Hussein F.C., de origen paquistaní y 42 años, ingresó el pasado 24 de enero en el módulo 12 de la cárcel de Estremera, considerado de presos conflictivos. Tal y como refleja el auto, el magistrado justificó su ingreso en prisión provisional ante el riesgo de fuga, de que altere las pruebas o de que pudiese poner sobre aviso a un supuesto cómplice. Ingresó en la cárcel de Estremera, donde el año pasado ya estuvo recluido durante varios meses por agredir con un martillo en la cabeza a Amelia, una de las hermanas fallecidas. En el juicio fue condenado a una pena de dos años y quedó en libertad al carecer de antecedentes.

El acusado del triple homicidio de Morata de Tajuña (Madrid) mata a su compañero de celda

El presunto asesino fue arrestado el 22 de enero tras entregarse a la Guardia Civil y confesar que había matado a los tres hermanos. Las fuerzas de seguridad habían encontrado unos días antes los cuerpos de tres personas —dos mujeres y un hombre— en el interior de su domicilio con signos de violencia y en proceso de descomposición. El acusado relató en sede judicial posteriormente que los había matado un mes antes, el 17 de diciembre, por una deuda relacionada con una estafa amorosa.

El entorno de los fallecidos confirmó a los agentes que desde hace siete años las hermanas mantenían el contacto con dos supuestos militares, con los que supuestamente entablaron una relación pseudoamorosa a distancia. Con el paso del tiempo, uno de los presuntos militares informó a las dos mujeres de que el otro había muerto y que necesitaba una gran cantidad de dinero para poder cobrar una herencia de hasta siete millones de euros. Para lograrlo, les tendrían que enviar unos 400.000 euros "para los trámites administrativos".

Desde entonces, una de las fallecidas comenzó a mandar dinero a la cuenta de su novio estadounidense, Edward, quien no cesaba en pedirle cada vez con más frecuencia. A pesar de que empleados del banco y familiares las alertaron de que habían caído en una estafa amorosa, las hermanas insistían en que el romance era verdadero mientras se endeudaban para satisfacer las demandas del supuesto amante.



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