El recuerdo de aquellos que perecieron en la cordillera en 1972 quedó preservado en la maleta de Gustavo Zerbino.
En septiembre de 2012, la exhibición Uruguayos tenían que ser daba a conocer por primera vez algunos de los objetos de los fallecidos en el accidente del Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, en el que 40 pasajeros y 5 tripulantes viajaban. Una exposición exclusiva presentada al mundo entero en The Bohemian Gallery & Museum of Contemporary Art, situado en el barrio de Carrasco en Montevideo (Uruguay), de donde procedían la mayor parte de los protagonistas de esta historia.
Entre los objetos más valiosos se encontraba la maleta repleta de recuerdos de Gustavo Zerbino, uno de los 16 supervivientes del equipo de rugby del Old Christians que quedó atrapado en los Andes durante 72 días. El uruguayo se negó a subir al helicóptero de rescate sin aquellas pertenencias seleccionadas de los fallecidos que entregaría posteriormente a sus familias, entre los que se encontraban cadenas, relojes o máquinas de fotos.
“Me acuerdo de que cuando vino a buscarnos el helicóptero, como había mucho viento, me dijeron que la valija no podía ir, porque la nave tenía mucho peso y le iba a costar levantar vuelo… 'Si la valija no va, yo me quedo', les dije con firmeza. Al final nos aceptaron a ambos, y terminaron bajando a uno de los tripulantes, que se quedó esa noche en la cordillera”, confesaría Zerbino.
Una cadena de favores en 'La sociedad de la nieve'
"Fue una cadena de favores en la que cada uno ponía su granito de arena. Vi a una persona que se había quemado por el combustible y tenía la cadena y se la arranqué. De adentro me salió: 'Se lo voy a llevar a su madre y a sus hermanos", señalaba Zerbino para Netflix.
Entre sus posesiones también se encontraban las cartas de algunos de sus compañeros muertos, como aquellas dos que Gustavo 'Coco' Nicolich escribió a sus padres y a su novia. Este era uno de los miembros más jóvenes del avión, con tan solo 20 años, que logró sobrevivir al accidente, pero que pereció posteriormente en el alud que sufrieron en la montaña.
La madre de Nicolich no dudó en volar a Chile cuando se enteró que uno de los supervivientes se llamaba Gustavo, tras lo cual caería desmayada a las puertas del hospital al descubrir que se trataba de Zerbino. Este mismo ayudaría a que la mujer se recompusiera y le daría un pequeño consuelo al revelar que tenía una carta de despedida de su hijo.
La memoria de aquellos que murieron en el accidente sería honrada a través de estas piezas clave para entender la hermandad entre los 16 supervivientes y el resto de sus compañeros que nos dejaron, de la que quedaría constancia en la construcción de la novela de Pablo Vierci y su posterior adaptación en La sociedad de la nieve, de J. A. Bayona.
Otros de los objetos salvados de la nieve fueron los zapatos que Roberto Canessa utilizó en su heroica travesía hacia Chile junto a Fernando Parrado, por la que finalmente todos pudieron ser rescatados, así como la gorra del comandante Ferradás, quien dirigía el avión que impactó y que Zerbino utilizó para protegerse del sol. Esta exhibición itinerante visitaría durante décadas diferentes lugares para mantener vivo el espíritu de los que nos dejaron y la epopeya de los supervivientes.
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